Hoy he visto «Rush», del artesano palomitero Ron Howard (y lo digo con todo el respeto porque soy una hija del mainstream) y escrita por Peter Morgan (The Queen, Frost contra Nixon) y he salido contenta del cine, porque en los últimos tiempos me ha dado por pensar que el cine comercial americano está abocado a una profunda decadencia, subrayada por el esplendor de las series y sus competidores europeos. En lo que llevo de año, independientemente de su año de producción, las que más me han gustado han sido europeas: «Dans La Maison», «De óxido y hueso» y «La Caza».
Sin embargo, «Rush» (que me gusta bastante menos que las anteriores) concilia de forma bastante airosa espectáculo y narrativa.
La peli, que trata de la rivalidad entre los pilotos de F-1 Niki Lauda (Daniel Brühl) y James Hunt (Thor), es un eficaz repaso por las carreras de ambos, construye dos personajes bastante interesantes, especialmente el de Lauda, que a priori es más antipático. Hunt es un fucker, diletante, simpático, guaperas y juergas, mientras que Lauda es formal, feíllo, aburrido y maniático de las normas. La primera mitad me ha aburrido un poco por dos razones: primera, porque el flashforward con el que se inicia la película hace que se vea esta parte del metraje como un largo prólogo de lo realmente interesante (al menos este mecanismo aquí me sobra) y segunda, porque resulta muy difícil empatizar con un personaje que para celebrar, bebe, y que para sufrir, bebe (hablo de Hunt.)
DENTRO ESPOILERS
La película gana muchísimo a partir del accidente en el que Lauda queda desfigurado, porque antes yo personalmente no sentía más interés por uno que por el otro, y hasta me daba un poco lo mismo. Sin embargo, cuando he visto a Lauda convertido en el Fantasma de la Ópera sobre ruedas, la peli ha ganado muchos enteros. Según avanza el metraje, sus enfrentamientos son mucho más emocionantes, tensos y dramáticos.
Salía de la película pensando en por qué me ha importado más Lauda que Hunt, y creo que es por las contradicciones del personaje. Lauda es un empollón, un poco cobarde si se le compara con Hunt, obsesionado con no correr más riesgos de los necesarios, y menciona como algo de lo que sentirse orgulloso que no siente una pasión enfermiza por las carreras, simplemente cree que es lo único que se le da bien. Y sin embargo, cuando está convertido en un monstruo, se somete a auténticas torturas para recuperarse rápidamente y poder enfrentarse de nuevo a su rival, quien en su ausencia le está ganando el terreno. Y ahí tienes al maniático del control, al repelente niño Vicente, gritando de dolor al ponerse el casco, dando la cara deforme delante de todo el mundo para reivindicar su sitio. Y aquí es donde realmente la peli se vuelve épica y donde reside su mayor acierto (creo.) Hunt es guapo, sexy, despreocupado y aunque es un outsider encantador, su sufrimiento no parece real.
Otro mérito que le veo a la peli es que, aún a riesgo de no ser una peli solo sobre Hunt o solo sobre Lauda, a modo de biopic clásico, consigue ser la historia no de los dos- sino de la rivalidad de ambos, como una variante distinta del amor si entendemos este odio como dependencia, y la existencia del otro como algo que nos ayuda a evolucionar aunque sea desde el lado oscuro: la original tesis de que tener un enemigo puede ser una bendición para un hombre sabio.
¿Qué opináis?