Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

El Nabokov extremeño

Decía Freud que con los problemas hay que hacer como con las nueces: si no puedes cascar una, aprieta dos en el puño, una contra otra, y una de las dos se abrirá. Para resolver un problema, el camino más fácil es considerar dos a la vez. Para entender un libro también. En mis clases siempre suelo proponer leer dos libros, para pensar en estéreo.

Hace poco leíamos Campo de amapolas blancas, de Gonzalo Hidalgo Bayal, y El perseguidor, de Cortázar. Yo creo que, gracias los estudiantes (que para eso son jóvenes y tienen más fuerza), conseguimos cascar las dos nueces.

El de Hidalgo es un libro como un estanque de aguas transparentes, pero con légamo en el fondo: un libro perturbador. Volver a leer desde allí a Cortázar nos ayudó a ver las partículas de barro pegajoso suspendidas en el agua mansa, desprendidas del turbio fondo de arena y flotando casi a la deriva en los párrafos más inocentes.

Hace poco vi una chica leyendo. Saludé, pero no levantaba cabeza del libro.

 

 

Así fue como me enteré de que Gonzalo Hidalgo había escrito otra novela: El espíritu áspero.

Le pregunté con qué la podía leer en estéreo.

-No sé, yo sólo tengo doce años -me dijo pizpireta y tentadora.

-Menuda Lolita -pensé (o dije).

Y entonces caí en la cuenta. El espíritu áspero me gustaría leerlo con Ada or ardour.

El título de Nabokov (si mi fonética inglesa no anda extraviada) es una paronomasia (diferente significado, sonido semejante).

Si hubiera, en cualquier lengua, un palíndromo (y por ende, una paronomasia) formado por las palabras lenguaje y realidad, Gonzalo Hidalgo lo habría encontrado, porque yo creo que se ha debido de morder los puños al comprobar que en toda lengua conocida (del una al otro confín del bachillerato) las dos palabras suenan de forma muy diferente, y además es imposible formar con ambas un palíndromo («azar y raza», «amor a Roma», etc.). 

El núcleo, a mi modo de ver, de la novela de Hidalgo es la relación entre lenguaje y realidad. Esa es la verdadera relación (¿incestuosa, como la de Ada y Van?) que describe también el libro de Nabokov.

Digamos que empezamos a leer con Wittgenstein: Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner Welt (las fronteras de mi lenguaje son las fronteras de mi mundo).

No te alarmes, no es una novela filosófica: la pedantería la pongo yo por mi cuenta. Ejemplo: esto mismo se puede leer en un personaje tragicómico, que va a suicidarse, pero no consigue matarse porque no consigue escribir una nota de despedida que le parezca bien. Es decir, Hidalgo es un novelista, que nos transmite emoción y pensamiento a través de una narración.

La tensión del libro surge, pienso yo (¡oxímoron!), de poner a Wittgenstein contra Wittgenstein. Para decirlo a la pata la llana: de lo que no se puede hablar (con propiedad), hay que callarse (Tractatus) versus lo único que de verdad nos interesa es aquello de lo que no se puede hablar (Investigaciones filosóficas).

La filosofía intenta mover esa roca, con un gran esfuerzo, y apenas lo consigue; la novela, en cambio, puede hacer palanca. ¿Por qué? Porque la novela tiene otros parámetros de «propiedad»: una novela habla de lo que calla, precisamente. Dice lo que no cuenta. Al leer escuchamos aquello que el narrador ha dejado en silencio: el ruido de fondo (el White Noise, de Don DeLillo, pongamos).

La muerte, sí.

¿Hay novelas que tengan otro asunto?

En fin, vaya rollo te estoy soltando. La novela del Nabokov extremeño es también el Laberinto español. Como el de Brenan, arranca de los amenes de la Restauración, hacia la Dictadura (de Primo), atraviesa la guerra, el franquismo, y va más allá que Brenan, porque alcanza a los años ochenta, a la salida (si lo es) del laberinto, a la desembocadura en lodo y cieno de aquellos años polvorientos y ciegos.

Los protagonistas son, como es lógico, dos tipos que se oponen y se complementan: Canícula, el bandolero sin palabras; y Gumersindo, el filólogo sin acción. Al que llaman Sín. Como todo el mundo sabe, syn en griego es una preposición que significa «con»: o sea, lo contrario que su sonido en español.

¿Qué es la historia? ¿Qué la memoria? ¿Qué es la realidad sin su manifestación en el lenguaje? ¿Qué es el lenguaje sin la realidad? ?stas son algunas de las cuestiones que examina.

Esta relación o refriega entre lenguaje y realidad, ¿cómo termina?

En la cama, vale. Pero, ¿y luego? ¿Es un incesto feliz como en Ada or Ardour o da lugar a niños con cola de cerdo, como en Cien años de soledad?

Lee y verás.

A través de un siglo, la vida de varias generaciones, devana Hidalgo la madeja del tiempo, que es siempre el único argumento de una novela, su textura interna: el tiempo y la «consecutio temporum«, el tiempo de la realidad y el del lenguaje, la sintaxis de esta vida que vivimos (¿hipotáctica o paratáctica?: a esta pregunta también responde la novela, ¿somos oraciones subordinadas o yuxtapuestas? ¿Cómo nos conjugamos a nosotros mismos?).

Me ha gustado muy especialmente el tratamiento de la posguerra y el franquismo: la violencia más terrible no es la de la guerra (con serlo, y mucho), sino la de la paz franquista y funeral, los años onésimos, que diría Sín. Me ha gustado mucho también la historia de la acumulación de capital y la historia de la creación de una clase dominante, que abarca desde el caciquismo canovista hasta el tinglado de nuestra II Restauración borbónica. Eso está (también) muy bien contado en los años republicanos en Madrid, que algún crítico ha dicho que no le molaban: a mí sí. Me ha gustado mucho la «memoria histórica», la visión de la historia (que es siempre una construcción retrospectiva, una narración). Me ha gustado mucho el lujo verbal (casi lujuria), los nabokovianos juegos de palabras y la no menos nabokoviana ironía.

En Nabokov, empero, hay algo que siempre me incomoda: su displicencia, esa forma de mirar por encima del hombro al lector, su clasismo petulante, su señoritismo, su amoralidad presuntuosa, su ausencia de empatía, compasión, afecto incluso. Hidalgo no tiene nada de eso, pierde cuidado.

Apenas conozco a Gonzalo Hidalgo, aunque le aprecio mucho. Sé que él se reirá a mandíbula batiente de esta lectura mía, pero qué le vamos a hacer. Qué gran libro, ¡si oviesse buen lector!

Conté en clase que había comido un día con él y me preguntaron cómo era:

-Pues, para que os hagáis una idea, es parecido a Sánchez-Ferlosio, más joven, pero un Ferlosio de buen humor todo el rato. Imaginaros, si podéis, a un Ferlosio con igual furor gramatical, pero que fuera simpático, compasivo y amable. Pues más  o menos así es Gonzalo.

Si me preguntaran ahora cómo es su novela, podría decirles:

-Como Nabokov, pero en rojo y de pueblo, y con el pueblo, para que os hagáis una idea.

¿Y el espíritu áspero?

A mí que me registren. Mi griego clásico es elemental. Sé que el acento, o espíritu, áspero se utiliza al comienzo de palabra para indicar aspiración. O sea, en vez de pronunciar «halar», pronunciar algo parecido a «jalar», con hache aspirada.

Tampoco sería mal resumen de la novela: el espíritu áspero señala las apiraciones, las ambiciones, su logro y su frustración, lo que hay que dar a cambio de la ambición lograda y el tributo de la ambición quebrada.

El espíritu que sopla sobre las aguas, el hálito, el halo de vaho que el cuerpo proyecta fuera de sí, es también, por supuesto, el viento del lenguaje entre las ramas de la realidad.

De ahí viene, pienso yo (ja,ja), por corrupción, el holito o hólito, que es el símbolo de la novela (o su ausencia): no de «la piedra» griega (jo litos), sino del halitus latino: un espíritu hecho piedra, es decir: una estela. Funeraria, claro está: las novelas tratan siempre de la muerte, de ver volar, por placer o curiosidad, pájaros en llamas, del sacerdote ahorcado, de los ahogados en el río, de los hijos muertos, del mundo que desaparece, de nosotros, que no duramos: quizá porque (como uno de los personajes) no podemos llegar a leer, a contarnos, hasta la noche 1.001: nuestro lenguaje es tan pequeño como nuestro mundo.

Al final, la máscara del Canícula se convierte en el sudario de Sín.

Cambiamos de sentido los signos, borramos las huellas, dejamos pistas falsas, rellenamos la letra que faltaba en la inscripción sobre la piedra.

Comments (25)

Filibusterojunio 2nd, 2009 at 13:15

Uf, don Rafael, qué ensalada nos ha metido hoy. 3/10. Puede mejorar. Ánimo.

Tia de Ramónjunio 2nd, 2009 at 17:37

Ahora sí son buenos tiempos para la lírica, ójala fuera alumna tuya,lo que significaría que sería más joven y disfrutaría de la poética de tus clases. Enhorabuena.

La dama bobajunio 2nd, 2009 at 17:47

Maestro has hecho una clase magistral ,espero que este tema no salga en el examen , porque tiene mucha tela marinera ,y esto necesitaría clases particulares en verano para aprobar en septiembre.

María Doloresjunio 2nd, 2009 at 22:26

Rafael eres un profesor muy pedagógico , con gran imaginación y conocimientos.Te doy un 10/10. Besos.

Espía secretajunio 3rd, 2009 at 0:59

Los «malos » están extendiendo el virus A por todo el mundo,virus que han fabricado ellos para controlar a través del miedo la bola terráquea y seguir en el poder ganando millones de dólares,vendiendonos los antivirales. Lo peor está por venir ,porque cuando se hayan forrado con los antivirales,, dirán que el virus ha mutado, porque claro está, ya lo han hecho mutar ellos en un laboratorio y entonces pobres de los pobres , personas con defensas bajas,marginados,mal alimentados,desnutridos, parias de la sociedad,todos los que les molesten ,pueden ser eliminados con un simple «es culpa del virus» para esto no hay tratamiento.Sálvese quién pueda.Esta información deberá ser destruida rapidamente no sea cosa que máñana tengaís el virus en el disco duro.

INSOMNEjunio 3rd, 2009 at 1:12

¿Que pasa Elke,no tienes sueño?

INSOMNEjunio 3rd, 2009 at 1:23

A ya se , tu estarás haciendo lo de las nueces de Freud, es decir lo que hace Reig con los libros de lectura ,que los lee en estéreo, pero lo tuyo debe de ser tridimensional,esteréo y en colores porque seguro te lees a Pérez Reverte de tres en tres.

Pecadorajunio 3rd, 2009 at 1:32

Dios mio ,Dios mio ,protégenos y ayúdanos que falta nos hace.

widmerpooljunio 3rd, 2009 at 10:53

Joder, Elke, ¿de verdad te gusta lo que escribe el machote?

…al transitar, jugándotela, por los senderos sin carteles luminosos en los pasillos oscuros de la Historia. Al hacer de cada esfuerzo, de cada miedo, de cada desengaño, de cada ilusión y de cada libro, un martillo con el que picar los muros espesos que te rodean.

Yo el estilo lo definiría como jurásico-redentor, o algo así como José María Pemán meets Juan Manuel de Prada

Más claro, aguajunio 3rd, 2009 at 12:28

Puestos a leer libros a pares, no me importaría hacer una lectura en estéreo con la señorita de la fotografía. Sr. Reig, ¿le importaría pasarme el teléfono de su alumna para ponernos de acuerdo? Le prometo que, si llegáramos a tener tiempo para leer, usted sería el primero en enterarse… 😉

Espía secretajunio 3rd, 2009 at 23:43

Toc,Toc ,¿hay alguien en casa? no contesta nadie , no se oye nadie, no hay luz. Voy a sacar la ganzúa y abriré la puerta, nadie me ve ,estoy segura . Esto de espiar es muy emocionante ,te dan unos subidones de adrenalina que te enganchan, bueno ya estoy dentro en casa de Reig,vengo a espiarle y robarle el libro que está escribiendo, tiene la casa muy ordenada y con muchas fotos de una niña ,seguramente su hija, huele a humo y a algún porrito de hace poco. Tiene una guitarra en el sofá ,y unas revistas de PLAY-BOY. No se puede fiar nadie de los intelectuales, debajo son todos iguales,hombres al fín y al cabo. Bueno le dejaré una nota y en vez de robarle le voy a ayudar a que sea más desconfiado y ponga a buen recaudo su libro antes de que salga ,porque igual que he entrado yo ,podría haber entrado un malo o mala. Voy a salir que oigo voces ,debe de estar llegando. CONTINUARÁ……

Espía secretajunio 3rd, 2009 at 23:51

para Más claro agua ,te dire que te queda sólo una CRUZ Campo en la nevera, así que ha reponer. Yo me he bebido la otra que te quedaba. No te olvides de reciclar el envase, te lo he dejado al lado del jamón ,que también te queda poco ,por cierto.

Espía secretajunio 4th, 2009 at 0:13

¿A cómo está el kilo de libro de APR? Tú Elke lo debes de saber.

..............?junio 4th, 2009 at 1:38

………?

Novio de Elkejunio 4th, 2009 at 1:45

Volverán las oscuras golondrinas ,a tú balcón ,sus nidos a formar , pero aquellas que aprendieron nuestros nombres,esas, no voverán.

Novio de Elkejunio 4th, 2009 at 1:57

Elke, te quiero , no me hagas padecer, sol
Elke, te quiero, no me hagas sufrir,tengo celos de él,ya sabes APR .Por su culpa ,aquí va a ocurrir una desgracia el dia menos pensao,no me atormentes más.Te quiero sólo para mí,pero en tu cabeza y corazón creo que yo no estoy, sólo me quieres por mi dinero,maldita zorra.

yojunio 4th, 2009 at 9:45

Por favor, pido que entre todos hagamos el pacto de ignorar a Elke. Creo que debería crear su propio blog. Este blog pertenece al Sr. Reig y a quien nos interesan sus palabras. No me interesa entrar en la provocación fácil de esta Elke.
Por favor, IGNOREMOSLA.

Javier Divisajunio 4th, 2009 at 11:48

Yes, I think like me (Yo). Every cloud has a silver lining.

Ricardojunio 4th, 2009 at 19:58

Tengo una pregunta (perdón si no es el lugar adecuado). ¿Cómo puedo ponerme en contacto con Rafael Reig? Si lee este comentario le agradecería que me escribiese a ricardo.cerepARROBAgmail.com. Gracias.

Más claro, aguajunio 4th, 2009 at 21:51

Espía secreta, como portadora de malas noticias no tienes precio…

En fin, ya bajo a por más cervezas, ya… Dales un par de horitas para que se enfríen en el congelador y vuelve cuando quieras. Eso sí, olvídate de encontrarte más jamón, que estamos a fin de mes (sí, con la que está cayendo ahí fuera, el día 4 ya es final de mes)

😉

Espía secretajunio 5th, 2009 at 0:39

Para Más claro agua, te diré que saques ya las cervezas del congelador, no sea cosa que revienten,y no te la bebas con prisa y ansiedad.La cerveza hay que saborearla. A mí me gusta la cerveza fresca no fria,tiene más sabor.Pruébala así y verás como está más cervecera, más sabrosona y más amarga , ten en cuenta que si está muy fría se le quita el sabor y te da igual que sea Cruz campo que gaseosa. Por lo del jamón ,no te preocupes ,si voy ya iré comida de casa,y si hay que comerse algo y no hay jamón me pasaré por casa de APR y le robaré caviar o algo por el estilo, a ese le sobra la pasta y no se enterará, porque ese va sobraó a fin de mes,no como la mayoría de los mortales.Besos.

rafaelreigjunio 5th, 2009 at 6:38

Gracias, tía de Ramón. ¿De qué Ramón?
¿Clases particulares? Suena bien…
Un beso, María Dolores.
¿Una guitarra? ¿Porros? Creo que se ha confundido, espía, se ha metido en casa del vecino, que es joven y hippy…
Sí, Mar, yo sí hago caso a tus propuestas.
Besos.

Pasaba por acájunio 17th, 2009 at 18:49

Buena reseña, con pasión lectora. Aunque lo de Nobokov no lo veo del todo claro (quizás la ninfa de la foto es la que me lo oculta: sueño abierto). Yo creo (provisionalmente) que la novela está más la línea de Espinosa (sustituyendo teodicea por teodisea, a la manera púnica, y añadiendo humor menos cáustico) y no es del todo ajeno (aunque esto tampoco está aún del todo claro) a la Larva del Rio, sólo que en las aguas de este último las palabras tienden a ser más promiscuas y no evitan ninguna ocasión de cópula, tengan o no descendencia en los reinos visibles del sentido). Pero sólo he leído aún dos centenares de páginas. En cuanto a lo del «espíritu áspero» (supongo que otro opción podría haber la polifonía de Beatus Ivre, pero suena más difícil y además esta lo de MMolina), sin despreciar la sugerencia griega, sino adaptándola, me parece que es la seña de identidad del habla recreada, creada y vuelta a recrear: cante jondo de tierra extrema. Mientras leo me sobrevuelan además otros muchos fantasmas, algunos de extensión superlativa como la Rama dorada, otros claramente ramplones (aquellas antologías del disparate escolar). Por lo demás, qué gozada hubiera sido juntar en una misma mesa a don Gonzalo y al venerable Juan Filloy, ya saben el maestro secreto (pero menos) de Cortázar que se murió con 104 años, agotado de sonetos y tratando de encontrarle a la Parca el palíndromo neutralizador. Lo de los tratos entre la realidad y el lenguaje es una perspectiva bien enfocada, pero obvia. Algo que se precie ¿puede ser otra cosa? En fin, tengo una ventaja sobre usted: aún me queda una buena sobredosis de placer. Atenta Mente.

Pasaba por acájunio 17th, 2009 at 18:56

[Se fue el post sin revisón. Corrigo la sintaxis]

Buena reseña, con pasión lectora. Aunque lo de Nobokov no lo veo del todo claro (quizás la ninfa de la foto es la que me lo oculta: sueño abierto). Yo creo (provisionalmente) que la novela está más la línea de Espinosa (sustituyendo teodicea por teodisea, a la manera púnica, y añadiendo humor menos cáustico) y no es del todo ajena (aunque esto tampoco está aún del todo claro) a la Larva del Ríos, sólo que en las aguas de este último las palabras tienden a ser más promiscuas y no evitan ninguna ocasión de cópula, tengan o no descendencia en los reinos visibles del sentido. Pero sólo he leído aún dos centenares de páginas. En cuanto a lo del ??espíritu áspero? (supongo que otro opción podría haber sido la preciosa polifonía de «Beatus Ivre», pero suena más difícil y además está el título de la primera novela de MMolina), sin despreciar la sugerencia griega, sino adaptándola, me parece que es la seña de identidad del habla recreada, creada y vuelta a recrear: cante jondo de tierra extrema. Mientras leo me sobrevuelan además otros muchos fantasmas, algunos de extensión superlativa como la «Rama dorada», otros claramente ramplones (aquellas antologías del disparate escolar). Por lo demás, qué gozada hubiera sido juntar en una misma mesa a don Gonzalo y al venerable Juan Filloy, ya saben el maestro secreto (pero menos) de Cortázar que se murió con 104 años, agotado de sonetos y tratando de encontrarle a la Parca el palíndromo neutralizador. Lo de los tratos entre la realidad y el lenguaje es una perspectiva bien enfocada, pero obvia. Algo que se precie ¿puede ser otra cosa? En fin, tengo una ventaja sobre usted: aún me queda una buena sobredosis de placer. Atenta Mente.

Pasaba por acájunio 17th, 2009 at 19:01

(Definitivamente mi miopía no tiene corrección. Asín que ya ni coligo.)

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