Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Llueve sobre mi huerto

El otro día estuve con jóvenes. Fui a la (excelente) librería Tres Rosas Amarillas, en San Vicente Ferrer, a la presentación de La edad del óxido.

Es una «Antología de jóvenes narradores asturianos«, que acaba de publicar Laria.

Me vi rodeado de jóvenes (y encima paisanos), mientras me iba diciendo: «J’ai plus de souvenirs que si j’avais mille ans», como si me dijera: tengo más recuerdos que si cumpliera siglos.

Aquí están Héctor Tuya, Sofía Castañón, Laura Casielles, Sibisse Rodríguez, Natalia Calvo Torel y yo.

Te recomiendo el libro y no porque sea parte interesada: yo no conocía de nada a los autores y sólo los he leído y he hecho un prólogo (que te recomiendo que te saltes).

A ratos me recitaba también ese otro poema de Baudelaire que empieza:

Ma jeunesse ne fut qu’un ténébreux orage,

traversé çá et là par de brillants soleils…

(Mi juventud no fue más que una tormenta tenebrosa,

atravesada de vez en cuando por soles brillantes…)

Y sigue comparando su juventud con un huerto destruido por la tormenta (hay un poema de Lope de Vega que siempre recita Chavi Azpeitia sobre el mismo asunto: yo nunca lo encuentro en Lope, sólo se lo oigo a Chavi -no siempre sobrio- y empiezo a sospechar que se lo ha inventado él). Ahora, cuando ya es adulto, el huerto está hecho un erial y tiene que que coger el rastrillo y la pala y reparar «les terres inondées»

Oú l’eau creuse des trous grands comme des tombeaux.

(Donde el agua cava hoyos grandes como tumbas)

Esto, a mi modo de ver (de leer), caracteriza Baudelaire. Es como una jam-session de jazz, en la que están tocando un tema . El contrabajo acompaña, por detrás, en un segundo plano. Sin embargo, de pronto, te das cuenta de que ya sólo estás escuchando el contrabajo: el apoyo de fondo se ha convertido en el motivo principal, obsesivo, le ha dado la vuelta como un calcetín a toda la composición.

Algo así me pasa con Baudelaire: cuando vas leyendo un poema, te lleva por un carril ya conocido, un paisaje admirable, aunque previsible. Y aparece sin aviso ni trueno esa lluvia, esa tormenta de tinieblas, el agua que abre en el huerto agujeros tan grandes como tumbas, donde caben nuestros cuerpos. ¿Tumbas? Miras alrededor y, de pronto, no reconoces nada. ¿Dónde estás? ¿En otro poema? ¿Has tomado un desvío sin darte cuenta? ¿El huerto ahora es un cementerio? ¿Qué lluvia es ésta que ha cavado sepulturas? ¿De quién, de quiénes, son todas esas tumbas? ¿En qué curva te has salido del camino para acabar en un paisaje hostil, feroz, desconocido? ¿Cómo vas a volver ahora atrás, a desandar lo andado, a encontrar al camino que te lleva a casa?

Son las putas tumbas, esa comparación de aspecto inofensivo, tres inocentes notas musicales: comme des tombeaux, las que te han hecho perderte y acabar en paradero desconocido, las que te obligan a leer el poema desde otro lugar.

Siendo viejo, el más viejo en aquella reunión, recordé el poema de Jaime Gil de Biedma «No volveré a ser joven» y recordé también otro poema de Baudelaire.

SIempre he pensado que ese poema de JGB es un solo de clarinete a partir de un motivo del acompañamiento de un soneto de Ch.B.

Vamos a oír, como si fuera un disco, primero a Ch.B. Suena LE R?VE D’UN CURIEUX

 

Connais-tu, comme moi, la douleur savoureuse,

Et de toi fais-tu dire: «Oh! l’homme singulier!».

-J’allais mourir. C’était dans mon âme amoureuse,

Désir mêlé d’horreur, un mal particulier;

 

Angoisse et vif espoir, sans humeur factieuse.

Plus allait se vidant le fatal sablier,

Plues ma torture était âpre et délicieuse;

Tout mon coeur s’arrachait au monde familier.

 

J’étais comme l’enfant avide du spectacle,

Haïssant le rideau comme on hait un obstacle…

Enfin la vérité froide se révéla:

 

J’étais mort sans surprise, et la terrible aurore

M’enveloppait. -Eh quoi! N’est-ce donc que cela?

La toile était levée et j’attendais encore.

Nos vendría siendo, sobre poco más o menos:

Conoces, como yo, el dolor agradable,

y has logrado que digan de ti: «¡Qué tipo tan especial!»

-Iba a morir. En mi alma enamorada había,

deseo mezclado con horror, una enfermedad particular;

angustia y una viva esperanza, sin deseo de rebelión.

Cuanta menos arena quedaba en el reloj,

más áspero y delicioso era mi suplicio;

todo mi corazón se desgajaba del mundo familiar.

Era como el niño ávido de espectáculo,

que odia el telón como quien odia un obstáculo…

Por fin la fría verdad se reveló:

Había muerto, sin la sorpresa, y la terrible aurora

me envolvía. -¿Qué más? ¿Esto era todo?

Se había alzado el telón y yo aún seguía esperando.  

¿Lo oyes, verdad? Es como si alguien estuviera tocando un soneto al piano y, de pronto, la mano izquierda cogiera impulso y convirtiera el acompañamiento en un motivo independiente: como ese contrabajo que adquiere vida propia. Cuando empiezan a sonar los cuartetos, está claro que la melodia es la concupiscencia hacia la muerte y la nada. Vale, oquéis. Uno pone grandes esperanzas en el atractivo espectáculo de la defunción y luego, se abre el telón y… ¡no pasa nada! ¿Qué coño es esto, si no se ve nada? ¡Si está vacía la muerte!

De pronto, en los tercetos, aparece un motivo que crece como un tumor en el interior del poema, como amotinadas células cancerosas en el órgano vital del soneto, que se propagan por metástasis hasta crear otro poema.

Cuando oyes ese acompañamiento te das cuenta de que es otro poema, ¿verdad? Ya no trata de la muerte, sino de la vida. Uno tiene grandes esperanzas puesta en el espectáculo de la vida y luego… ¡sólo consistía en morirse uno! ¡Pues pa’ eso! ¡Pa’l chasco!, como diría Fortunata.

De joven, dice el poema tumoroso,  yo estaba decidido a salir a escena, como un niño ávido de espectáculo (¡que empieze ya, que el público se va!), esperando a que se abriera el telón. Al final la fría verdad se reveló: estaba muerto (¡El público se había ido! ¡Me han dejado solo!), casi sin darme cuenta, sin la sorpresa que esperaba. El telón se había alzado, pero yo seguía aún esperando (solo en el teatro vacío). ¿Esto era todo? Al final la vida ¿sólo consiste en esto: en morirse uno? ¡Pues menudo viaje!

O sea: te cambio muerte por vida y luego te haré otro juego de manos y te vuelvo a cambiar vida por muerte. La mano es más rápida que la vista. Ya no estás oyendo lo mismo que sigues tarareando. 

Es otro poema, claro está. En el poema que interpreta el solista, lo que está vacío es la muerte: no hay nada cuando se abre el telón. En el poema del contrabajo es la vida la que, al final, nos deja esperando a que empieze de una vez: nos morimos pensando que ahora, por fin, va a empezar todo. Nos morimos siempre antes de que empieze esa película que estamos deseando protagonizar.

A mí (a mí oído silvestre) me parece evidente que JGB recreó las notas solemnes y sombrías de esos tercetos de Ch. B.. Si lees sólo los tercetos, como si escuchas sólo la base para contrabajo, a lo mejor oyes lo mismo que yo: el poema de JGB. Quiero decir: el punto desde el que cogió carrerilla.

Vamos a poner el CD de JGB, escucha:

 

Que la vida iba en serio

uno lo empieza a comprender más tarde

-como todos los jóvenes yo vine

a llevarme la vida por delante.

 

Dejar huella quería

y marcharme entre aplausos

-envejecer, morir, eran tan sólo

las dimensiones del teatro.

 

Pero ha pasado el tiempo

y la verdad desagradable asoma

-envejecer, morir,

es el único argumento de la obra.

 

¿Lo oyes? ¿A ti también te parece que está tarareando las mismas notas?

Lo que siempre me sorprende de Baudelaire es cómo planta en un huerto unos tomates, pongamos. Tomates más o menos consabidos: la muerte maravillosa, el dulce tormento,  el deseo y el horror… en fin, son tomates gordos, jugosos, de buen color, pero al fin y al cabo, seamos serios: no son más que los puñeteros tomates de ensalada que hay en todos los huertos desde el Romanticismo.

Mientras la mano derecha planta tomates, con la otra mano, como los pianistas, entierra la semilla de una flor carnívora que crece por su cuenta y adquiere vida propia, en mitad del enfático y gesticulante huerto de tomates poéticos, a veces casi tomatitos-cherry un poco cursis y para esos paladares que saborean lo sublime.

Entonces desencadena esa tormenta que destruye su propio huerto, el plantado de su mano, y lo anega hasta que el agua va abriendo tumbas.

La flor carnívora (la fleur du mal) de Ch. B. parece silvestre precisamente porque te sale al paso en medio de los tomates de ensalada que miras casi sin verlos. Te has perdido, has acabado siguiendo con el pie el acompañamiento de fondo, mientras aún silbas sin prestar atención la melodía.

La flor carnívora de JGB, en cambio, parece cultivada, de invernadero o de estufa, porque crece sola, en maceta, y regada por el poeta todos los días a la misma hora.

La de Ch. B., en cambio, sólo aparece después de la tomenta: al borde la tumba abierta por los charcos de agua, esa sepultura en la que tan fácil es caer sin darse cuenta, porque parece un charco poco profundo, pero luego no haces pie. 

No sé si me explico.

En resumen: que me divertí mucho con la juventud ociosa (otro día te cuento cómo perdí mi vida, par délicatesse y hablamos de Rimbaud, si Patty Smith nos da permiso).

Comments (14)

Marmayo 12th, 2009 at 22:11

Llevo mas de un año siguiendo este blog y hasta ahora no había escrito nada, pero ese poema de Gil de Biedma siempre me ha encantado, a pesar de que casi nunca leo poesía. Solo queria decir que da gusto lerte, ahora es como si te conociese de toda la vida.

La próxima vez que te vea por San Bernardo, ¿puedo invitarte a una caña?

Mar

Maria Doloresmayo 12th, 2009 at 22:32

Rafael tu huerto esta bien cuidado y con flores y frutos en abundancia .Que los dioses te lo protejan de la tormenta de la envidia.BESOS

Davidmayo 13th, 2009 at 8:21

Yo también llevo -aunque menos- un tiempo leyendo tu blog. Lo descubrí vía blog de A. Olmos, etc. A lo que iba: muy interesante tu manera de explicar el poema de Baudelaire y la relación con el de Gil de Biedma, la metáfora musical muy apropiada, aunque debería volver a leerlo todo para entenderte del todo. Sin embargo, Baudelaire es sin duda uno de mis poetas y de mis escritores de cabecera. A Gil de Biedma no le le leído excepto por algunos poemas sueltos. Pero desde luego, tomados estos dos poemas como poemas que hablan de lo mismo, y aún si no lo hacemos estrictamente así, es muy evidente la superioridad del primero sobre el segundo. El segundo, francamente, en mi opiníón, a duras penas se puede considerar un poema, y podría estar escrito en prosa en cualquier novela, por ejemplo. Es decir, es prosaico, escrito con una disposición hacia la amplitud, no hacia la profundidad, no condensa, no superpone, no juega, carece de magia.
En fin, que muy mal.
No sé si pretendías de algún modo poner el acento precisamente en eso y en la herencia que eso (poesía de la experiencia, creo) ha legado a muchos poetas jóvenes de hoy que parecen creer que cualquier pensamiento medio certero es una revelación y sobre todo, lamentablemente, una revelación que, puesta en verso de la manera más prosaica y lineal, es un poema.

gonzalomayo 13th, 2009 at 9:10

No sólo llueve sobre el huerte; ahora también, al fin manan las fuentes RSS.

gonzalomayo 13th, 2009 at 9:12

Perdón: el huerto.

Carlosmayo 13th, 2009 at 10:19

Rafa,
«Huerto deshecho», de Lope. Una obra maestra.

http://www.analitica.com/Bitblio/lope/huerto.asp

Más claro, aguamayo 13th, 2009 at 13:23

Sr. Reig, me ha encantado recibir esta clase magistral. Voy cogiendo sitio para escuchar la de Rimbaud y Patty Smith 😉

John Holmesmayo 13th, 2009 at 13:30

Esperamos, ansiosos, el lírico vómito, la enésima deposición de Elke. No nos defraudes, cerda inmunda.

Maribelmayo 13th, 2009 at 17:34

Tomates poéticos y flores carnívoras de invernadero.
Me suena a cultivo hidropónico y lágrimas negras.

Cuidado con los charcos, Rafael.

Besos.

Txemamayo 13th, 2009 at 17:48

Rafa: no te conozco, pero tenemos un amigo en común, de Vitoria, de vocación diplomático, que se alegró mucho cuando me vio con tu Manual de literatura para caníbales. Soy de formación filólogo y se agradecen, pasados tantos lustros, estas introducciones a la poesía. Magníficas. Me imagino que habrás pensado en recopilar estas entradas y publicarlas. Con fotos o sin fotos, tú verás. Una cosa, viendo las entradas que ha recibido tu blog, ¿no has pensado en dedicar una a esos lectores únicos de Lituania, Mozambique, Namibia, Nueva Caledonia, Angola, Belize, Nepal, Oman, Macedonia, Pakistan, Gibraltar, Islas Caimán (éste merece un post para el solo, sin duda), Jamaica, Nigeria, La Martinica , Filipinas (¿dónde queda el legado del Imperio español?), Myanmar y Malasia?

Confiamos en tu ingenio. Todos somos contingentes,sólo tú eres necesario (en homenaje a una película hoy más que nunca imprescindible, en su vigésimo aniversario).
Salud

Davidmayo 14th, 2009 at 21:35

Es la primera vez que escribo algo en un blog, pero he decírtelo. Ayer por la noche terminé ‘Visto para sentencia’ y, aún con la tripa dolorida de reírme, hoy me topo con esta entrada que es una clase y un gozo, y que encima habla de dos poetas que me gustan hasta haber alcanzado el frente de la estantería. Así que gracias. Por una cosa y la otra, la risa y los tomates. Y por opinar siempre, como bien defiendes en el prólogo del libro recopilatorio (te pirateé -entrecomillado, claro- un párrafo en un artículo que escribo los domingos en el periódico donde trabajo). Gracias pues.

Juliánmayo 14th, 2009 at 22:03

Me ha encantado, como siempre, la forma de explicar tu visión. Se me antoja que toda la poesía nos hace eso, apuntar en una dirección para que en una imagen, en un verso, nos encontremos en otro lugar que la señal original no hacía esperar.

No termino de ver lo de los tercetos de «El sueño del curioso».De acuerdo en que además del juego del que sueña que muere -que no es muy original- revela algo más, no sólo de la muerte, sino de la vida, pero a mí me parece que habla de la estupidez de una vida que espera algo nuevo de su final. Una vida que pone en la muerte esperanzas de intensidad que le son ajenas: el torturado, el enfermo, el especial, que pone su curiosidad y su expectativa en la negrura, en lo vetado. Llegada la muerte, nada ha cambiado, y no hay sino seguir esperando, ya seguro de que no hay extrañeza y sí una ¡aurora terrible!. En cierta medida, podría ser un asomo de ironía o escepticismo sobre su propio personaje (el que se compara a sí mismo con un albatros, cuyas alas demasiado pesadas -ah, la sensibilidad excesiva, la distinción, el alma torturada, esas cosas…- no le permiten volar), que visto desde hoy redondea y mejora a Baudelaire.

Del poema de Gil de Biedma, yo usaba en clase la versión de Loquillo (no sé si eso me coloca entre los viles profesores partidarios de lo práctico que criticabas en Público: qué pena no conocerte y poder tomar unas cervezas para pelearnos convenientemente, a gritos, respecto al tema de Bolonia, donde no coincido casi en nada contigo) y, la última vez, la de Miguel Poveda . Qué gusto. Me sumo al entusiasmo generalizado ante las últimas entradas. Gracias por darnos de leer. Gracias.

Marlumayo 15th, 2009 at 23:05

Disfruto con este blog, con sus poetas, con las explicaciones, con lo que sugiere, muestra y esconde. Me gusta este blog, aunque usted sabe que soy una lectora estupida y como no he leído a Plotino, y he sobrevivido, creo que me voy a saltar a Ray Loriga.
Me gusta este blog.

rafaelreigmayo 17th, 2009 at 6:42

Invítame, Mar, a una caña, que yo te invito con gusto a la segunda ronda. Gracias.
Un beso, María Dolores.
David, aunque mi opinión sobre JGB en general y este poema en particular no es tan áspera como la tuya, sí puedo estar de acuerdo en parte de lo que dices y, de todas formas, me parece muy interesante. Abrazo.
Gracias por el enlace, Carlos, pero la verdad es que me gusta más la versión etílica de Chavi (a pesar de que ahora compruebo que es totalmente inventada). Un abrazo.
Ja, ja… gracias, más claro.
Lo intentaré, pero yo suelo pisar todos los charcos, Maribel.
Si su amigo es el que yo pienso, que estudió conmigo en Madrid y ahora es periodista, me le da un enorme abrazo cuando le vea, por favor.
Gracias, David, por leer el libro. Un abrazo.
Interesante, Julián. En cuanto a que discutamos, a ver si lo hacemos pronto y con gusto, que al final nos tomaremos algo tan amigos, ya verá. Abrazo.
Gracias Marlu, yo sigo su blog con interés.
Besos y abrazos.

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