Cuarenta años después
Volví a Cali cuarenta años después.
Mi padre era ingeniero. Conoció a mi madre (que era licenciada en Derecho) en la obra de La Jocica. Vivimos en Beteta, Cuenca, con la obra de La Tosca. Luego nos fuimos todos a Cali, hacia el año 1968 (esta vez era una depuradora).
Antes de coger el avión, se hicieron esta foto Polaroid al facturar el equipaje. Mi madre tendría ahí unos 28. Mi padre, menos de cuarenta, mucho más joven de lo que yo soy ahora. Esas maletas las recuerdo, las he usado muchas veces; y el maletín rojo, como de médico rural, todavía lo tiene mi hermano.
Nos fuimos los (entonces) cuatro hermanos.
Aquí estamos en la casa del parque Miraflores. Arriba Columna y yo; en el otro escalón Maite y Benito.
En mi infancia, debí de ser tan feliz, que casi no tengo recuerdos.
De Cali recuerdo el colegio, la casa, la colección de sombreros de mamá, una vez que jugaba en un parque, un libro de aventuras que leí una noche.
Me recordaba a mí mismo leyéndolo al lado de una ventana, pero hace unos años encontré el libro y me di cuenta de que ésa era una ilustración del propio libro (un niño leyendo bajo la ventana). Me había convertido en personaje de cuento.
-Cuando yo leía de niño libros ni se me pasaba por la cabeza hacerme escritor -explicaba el otro día Orejudo en la universidad de los Andes-. Lo que yo quería era ser personaje. Yo quería ser Julián o Dick, tener mi perro Tim, y un viejo cobertizo, y merendar pastel de carne y cerveza de jengibre, pero mi madre no me la daba. En los años sesenta, en la calle Sáinz de Baranda, no se conseguía con tanta facilidad cerveza de jengibre. Un niño que lee quiere ser un personaje, es que ni se le pasa por la cabeza identificarse con el autor. ¡Cómo iba yo a identificarme con Enid Blyton, coño, tendría que haber sido un pervertido!
Sólo con los años uno se resigna a ser el autor, qué remedio, cuando comprueba que es imposible vivir aventuras con viejo cobertizo y cerveza de jengibre (que no es más que ginger ale, según deduje hace poco).
Uno se vuelve un pervertido, claro. Se tiene que inventar las cosas, en lugar de protagonizarlas.
Aquí estoy en Cali sintiéndome personaje.Por lo menos Huck Finn:
Cuarenta años después, por fin tenía la oportunidad de volver a Cali, igual de feliz.
En el aeropuerto de Bogotá se dispersó el Trío Calavera: Eduardo Becerra se fue a dar un concierto a Medellín; Antonio Orejudo, a Cartagena de Indias; yo, a Cali.
Me tocaba actuar con una tal Pilar Quintana, de la que nada sabía, salvo lo que pudiera deducir de su novela.
La novela que leí de Pilar se titula Coleccionistas de polvos raros.
Lo primero que pensé fue: ¿es que acaso hay otros? ¿Hay polvos normales y corrientes?
Luego me pregunté: ¿y eso, al fin y al cabo, no lo somos todos? ¿Quién no tiene su álbum repleto de polvos disparatados, truculentos, patéticos, tramposos, sublimes y sórdidos?
Luego vi la foto. Estaba buena. Y salía fumando. Prometedor.
Luego leí la contraportada. «Nació en Cali en 1972«. Eché la cuenta con los dedos, sonreí (sibilino, sería) y seguí leyendo: «Trabajó como libretista de televisión y creativa de publicidad. En el 2000 renunció a la vida de oficina y viajó por Suramérica, los Estados Unidos, India, Nepal y Australia«.
¡Atiza! Una cosmopolita. Eso me asustó un poco, te lo digo de verdad. Una mochilera con inquietudes espirituales. Lo mismo no se depilaba, pero entraba en contacto con su propio karma. Capaz de practicar el sexo tántrico y comer sólo verduras.
Seguí leyendo: «Fue desde terapeuta para jaguares hasta empacadora de mangos«.
Pensé: ¡Que Dios me ampare! ¿Qué narices les hacía a los pobres jaguares? ¿Los psicoanalizaba? ¿Intentaba resolver las inquietudes psíquicas de un jaguar?
Una tía que les hace terapia a los jaguares acojona un poco, no me digas que no.
Total, que iba un poco intimidado, como te imaginarás.
Nada más llegar a Cali, Rodrigo y Héctor, del Banco de la República, con gran generosidad, decidieron perder toda la mañana para que yo pudiera visitar mi antiguo barrio y recorrer Cali.
Me emocioné, pero no logré encontrar mi casa. Quizá ya no exista.
Llegó la hora de la comida y apareció la terapéuta de jaguares.
Pidió cerveza, filete con patatas, fumó, contó chistes y cotilleos. Con decirte que hasta llevaba las uñas pintadas…
Me tranquilizé.
¡Cuánto daño hacen sin saberlo los redactores de contraportadas!
Nos reímos mucho comentando los polvos en diferentes novelas españolas y colombianas.
-¿Cómo tiran en las novelas de Javier Marías? -me preguntaba, por ejemplo.
-No te lo podrías creer -le dije, y le conté un polvo que echa el protagonista con una mujer de espaldas, dormida de medio lado, sin usar ninguno de los dos las manos.
También citamos alguna de las legendarias felaciones del académico, como ésta, de Todas las almas.
«Tengo la polla en su boca o ella tiene su boca en ella, puesto que ha sido su boca la que ha venido a encontrarla».
Se partía de risa.
Hicimos listas (secretas) de novelas «bien tiradas» y novelas «mal tiradas».
Terminé de tranquilizarme del todo cuando quedamos para tomar un whisky después de la siesta.
-A estas cosas conviene ir ya un poco aturdido -estuvimos los dos de acuerdo.
Aquí estamos en el bar del hotel Obelisco, antes de irnos a dar el concierto:
Por no sé qué razón, como se ve, allí a los vasos de whisky les pegan una servilleta de papel. Lo que hay sobre la mesa es el libro de Pilar, que me leí ese mismo día.
Me encantó. Es la historia de la Flaca, una niña de origen humilde, arribista, que quiere triunfar, y también la historia del extraño triángulo de sexo, violencia y venganza. Y sobre todo es la crónica de Cali durante los años de esplendor narcótico. Una ciudad cuyo único pegamento social es el dinero de los narcos, para quienes trabajan desde el alcalde a la puta más arrastrada, desde el banquero hasta el ladrón. Una ciudad tan podrida que adquiere, contado por Pilar, una dimensión shakesperiana, de tragedia inevitable y prismática, vista a la vez desde ángulos contradictorios.
Y está bastante «bien tirado».
Te lo recomiendo mucho.
Dimos el concierto y luego nos fuimos a cenar al lado del río y de copas toda la noche por Cali, a ver si nos daban burundanga.
Que no nos dieron.
Sin embargo, estoy deseando volver a Cali y marcharme otra vez feliz, como si no tuviera recuerdos.
Que no pasen otros cuarenta años…
Al volver a Bogotá, nos reencontramos los Tres Tenores con nuestro amigo Pablo.
Sólo había sido un día, pero ya nos echábamos de menos todos:
De la foto de sus hermanos, el de abajo a la derecha, el de la cara de cabroncete, ¿es usted?
¡Vaya!, me equivoqué. No había leido el texto subyacente. Mis disculpas.
Puede borrar mis dos comentarios si lo estima oportuno.
No hay foto, querido Rafael, en que ud. no sonría. Y eso le da valor a todo lo que escribe. La realidad es muy canalla, pero da gusto ver que detrás, a ras de letra, hay alguien con la sonrisa siempre puesta, comod ecía Tequila. Abrazos.
Me parece que es «tranquilicé», no «zé».
Tú escribes este blog para ligarte a las mozas. Sin que se entere tu novia por supuesto.
Un abrazo, granuja.
Yo me leí la colección completa de Los Cinco y cogí una depre rayante en el vacío cuando me quedaban tan sólo tres ejemplares de los 21.
Los leía por los banquetes que se daban a todas horas, las aventuras me importaban un rábano -hoy me sucede lo mismo con Pepe Carvalho-.
Me quedo con Dick, yo quería ser él, que era un guasoncete, pero al que no soportaba era al insoportable Julián. Y estaba enamorado de Anita y Georgina, aunque esta hiciera oposiciones a bollera.
Sin embargo no ha podido ser, me he tenido que conformar con ser Guillermo Brown.
O el gato de Cheshire, con mi sonrisa más felina le saludo, Don Rafael.
Ya que habla de polvos literarios, a mí me encantó el polvo de pie entre el boxeador y la gitana en Niños de tiza.
Pues si se preocupa por las inquietudes psicológicas del jaguar, me interesa.
Yo estoy haciendo las prácticas con gatos (y con escritores). Después vendrá la mochila, las uñas y los conciertos. Mira la Tina.
Pues nada, Rafael, voy a continuar con el ensayo: ??Simply the best??
Dos besos
Maribel
Aquí, por obra de «San Internet», la primera edición de Huck Finn:
http://www.archive.org/stream/adventureshuckle00twaiiala
A mí con las fotos de la infancia me pasa lo mismo, he acabado reconstruyendo o inventando recuerdos alrededor de unas imágenes, y lo peor es que me creo que son reales. Qué tramposilla es la memoria.
Aún me estoy riendo con la cita a ciegas de la polla y la boca de Marías (perdón, de sus personajes).
Hola, Rafael. Me han encantado las crónicas éstas. Además, después de leerte a ti, estoy leyendo «Fabulosas narraciones…», y me hace ilusión ver a Orejudo vivo y coleando (por cierto, su libro me está gustando mucho).
Oye, pero sí que es verdad que uno de esos psicólogos que tú abominas diría que tienes algún problemilla: ¿por qué no dejas a Marías en paz?
Un saludo.
Marías es un escritor formidable. Mucho mejor que usted. Pero usted es mejor persona. Ánimo.
Marías es un coñazo de tamaño «King Size», un pedante sin tema, sin historias que contar, que necesita oscurecer y enturbiar sus artificiosas narraciones (por llamarlas algo) para que al lector no se le caiga el libro de las manos y le dañe un pie (como buen ladrillo).
Por mí, Rafa, sigue dándole caña, por muermo y por insufrible.
no sé que hago aquí, cuando acabo de celebrar contigo el fin de año del 2007; estoy leyendo seguido todo esto, después de haber leído (¡ay, cuanto leído y lectura y leyendo!)como un canibal, tu manual.
tú sabes que la memoria es una ficción, ¿verdad?, pues también yo leí todos los de los cinco y también como casi todos era Dick, porque era el más anodino y así asignaba los demás papeles, según las manías del momento. Aunque en realidad yo quien quería ser era Jorge. Vaya.
enhorabuena por tus libros y por tu blog. En estos días me leeré el 2008, a ver si me pongo al día. ¡Te confieso el disgusto de que Orejudo te siga en tus farras con chicas desde casi siempre!. Por mi parte podría convertirse en un mito gay, si sólo un gay fuese un lobby (no sé si me explico). Ejem, tú también estás guapo, a veces.
Un saludo.
Las niñas muy atentas a la lectura. Los niños a los focos.
quise decir icono; mito el de Marías, ese pequeño gran escritor
¡Terapeuta de jaguares y fumadora!
Joer.
Leeré el libro, si lo encuentro. Dime la editorial, Rafael, anda.
A ver si nos vemos. Un abrazo
Javier
Dice Sabina en una canción algo así como que al lugar donde has sido feliz no debieras volver, pero yo no estoy de acuerdo.
Encontrarse con la infancia, con los recuerdo, con las calles, las casas, el pasado…moviliza íntimamente. nos enfrenta, desde luego a recuerdos un poco distorsionados, vemos una realidad diferente de la recordada, pero nos reencuentra con el pasado y nos reconstruye.
Me encanta leerte
A mí, sin embargo, me parece ospechoso que siempre sonría. ¿Sólo las elige con sorisa, o sonrìe siempre? ¿Le gusta que lo quieran? le aseguro que no siempre lo consigue, porque se ve más falso que un duro de chocolate (opiniòn de un amigo y colega suyo, hasta no hace mucho íntimo, que usted debe de saber quién es). Y por cierto. Marías en un pedazo de escritor. Usted sólo es un advenedizo mediocre, que pretende hacerse notar dando puntapies en las espinillas, Haga usted una obra literaria propia y deje de jugar a que juega, cuando en realidad es incapaz de hacer otra cosa. Mientras tanto, reconozco que es instructivo verlo a usted cocerse en su propia frustración y mala baba. Saludos y a fastidiarse, Reig.
Elke, tás pasaó!
De mala baba no deberías hablar mucho, se te nota la pericia.
Y Marías es: en sus libros un onanista, y en sus artículos un moralista cascarrabias, vamos, que no hay por dónde cogerlo.
Yo tengo unas ganas de ir a Colombia increíbles, es un país que me ha llamado siempre. Por lo pronto esta semana vuelvo a la India, como tu colega, por motivos de trabajo, sin ningún tipo de pretensión tántrica. Pero lo de Colombia lo haré, mucho antes de 40 años lo haré, ha de ser la leche. Abrazo.
interesante. No sabía que habías vivido en Cali. La verdad sólo me acuerdo de los polvos de Henry Miller que creo son los polvos mejor contados que haya leído.
Los polvos de Javier María deben ser tan sosos…
una diatriba: serán los polvos contados iguales a los polvos de sus actores?
Digo, volviendo a la analogía personaje , autor.
De acuerdo totalmente con elke: Marías es sólo «un pedazo» de escritor, y no el mejor de los pedazos. Diría más: es incluso un añico de escritor.
Para ser escritor completo, y no pedazo, le falta espontaneidad, frescura, naturalidad y vida vivida. No hay escribidor al que se le note más el esfuerzo (el sudor) por decir algo que interese, por oscurecer lo anodino para agrandarlo, por ser novedoso y «modelno». Un coñazo.
Le reconozco, con todo, un gran mérito: ser MENOS coñazo que su padre, aquel pelmazo adherido o soldado a Ortega. (Aunque este mérito estaba al alcance de cualquiera).
Gracias por descifrar una duda que me atormentaba desde pequeño: ¡la cerveza de jengibre es «ginger ale»! Qué bueno…
Jo, yo también quiero conocer a una terapeuta de jaguares. Me apunto el libro.
Y qué mas da, si era la polla o la boca la que llegó primero? Lo importante es que se unieran, digo yo… Un polvo no es una carrera, aunque las dos cosas van de correr(se).
Una abraçada.
Usted y JMarías siempre a la gresca. No sé si ha escuchado una conferencia de la fundación Juan March en la que, según mi parecer, Javier Marías se refiere a usted -o, quizá, a alguno de sus amigos de Hotel Kafka- cuando dice : «por supuesto, nunca se me ocurriría enseñar literatura en un taller literario». Algo por el estilo.
Don Rafael, ¿por qué en la voz de JMarías las palabras suenan huecas?
En Borges, por ejemplo, parecen adquirir una gran sonoridad. Creo que se debe a la propiedad con que cada cual utiliza el lenguaje.
Tienes una cara de pillín… Igualita que la de ahora: no has cambiado ni un poquito (bueno, te ha crecido bigote…). A ver si se invita usted a un café, caballero, que me lo debe desde su cumpleaños (que no pasen otros 40…). ¡Besos!
Magnífico post, Rafael. Qué buenas fotos.
Un abrazo. Román.
sr. reig, mójese con lo que le ha pasado a Garcia Montero.
joder que país de pandereta
Que bueno, Don Rafael, viaje a Colombia y dentro de nada a La Habana. Espero que nos lo cuente también, lo que se pueda.
Siga usted disfrutando de todo lo que pueda y bastante.
Bien elegido el nick de «Observador», eh?
Pues sí, Emilio, si me hacen una foto, sonrío. Es mínima cortesía, creo yo.
¿Usted cree, Alberto? Antes de escribir en un blog, también ligaba, no se crea…
Un saludo, Arroyoluche.
Sí, buen polvo y buena novela, de acuerdo.
Otros dos a ti, Maribel.
Pues lo lamento (lo de no ser gay, ni Orejudo ni yo), pero le agradezco que lea, amigo.
Un beso, Bárbara.
Sí, don Luis, es la diferencia entre chicos y chicas….
Me alegro que le guste el libro de Orejudo, Portorosa.
Me voy corriendo, lo siento, otro rato sigo.
Ah, Elke, ¿por qué no vuelve al patio del colegio y deja de dar la lata a los mayores?
Besos y abrazos
Reig
me gusto el post! muy bueno, Cali es uno de los principales centros turísticos de Colombia, es bella.
Saludos-Hoteles en Cali
Buscaba información sobre Pilar Quintana, la foto con el Wisky me trajo a su blog. No se imagina usted la cantidad de trabajo que tengo, sin embargo, hice una pausa en el camino para leer. He sonreído con sus notas, por un momento salí de la rutina y pude disfrutar de esa sonrisa suya. Mil gracias.
Gracias a ti, de verdad, un placer enorme que haya alguien al otro lado de la página. Un beso