Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Rodolfo Walsh: un hombre que se animó

Hoy mismo he vuelto a leer Esa mujer. Lo puedes leer aquí.

Es, sigue siendo, uno de los mejores cuentos que he leído nunca. Estremecedor. Si por casualidad no lo has leído, no pierdas más tiempo leyendo esto.

Hablé con Constantino Bértolo de ese cuento, porque yo acababa de leer Operación Masacre, que él por supuesto ya había leído.

Rodolfo Walsh desapareció el 25 de marzo de 1977.

Tenía cincuenta años. Según él cuenta:

«Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba»

¿Criptógrafo en Cuba?

Pues sí, cuando trabajaba en Prensa Latina, Walsh fue el hombre que descubrió el plan de invasión de Playa Girón (o Bahía de Cochinos). Lo cuenta García Márquez en «Rodolfo Walsh, el hombre que se adelantó a la CIA«.

«Jorge Masetti, había instalado en la agencia una sala especial de teletipos para captar y luego analizar en junta de redacción el material informativo de las agencias rivales. Una noche, por un accidente mecánico, Masetti se encontró en su oficina con un rollo de teletipo que no tenía noticias sino un mensaje muy largo en clave intrincada. Era en realidad un despacho de tráfico comercial de la «Tropical Cable» de Guatemala. Rodolfo Walsh, que por cierto repudiaba en secreto sus antiguos cuentos policiales, se empeñó en descifrar el mensaje con ayuda de unos manuales de criptografía recreativa que compró en una librería de lance de La Habana. Lo consiguió al cabo de muchas horas insomnes, sin haberlo hecho nunca y sin ningún entrenamiento en la materia, y lo que encontró dentro no solo fue una noticia sensacional para un periodista militante, sino una información providencial para el gobierno revolucionario de Cuba. El cable estaba dirigido a Washington por el jefe de la CIA en Guatemala, adscripto al personal de la embajada de Estados Unidos en ese país, y era un informe minucioso de los preparativos de un desembarco en Cuba por cuenta del gobierno norteamericano. Se revelaba, inclusive, el lugar donde empezaban a prepararse los reclutas: la hacienda Retalhuleu, un antiguo cafetal al norte de Guatemala».

Walsh escribía cuentos policiales y amaba el ajedrez. Y hubiera seguido escribiendo cuentos policiales y jugando al ajedrez. Si hubiera podido.

En 1956 tuvo lugar un levantamiento contra la dictadura (o Revolución Libertadora, por otro nombre) de Aramburu. El golpe era un movimiento civil y militar, a cuya cabeza estaba el general Juan José Valle.

Walsh se enteró en el cafe de La Plata donde solía jugar al ajedrez. En Operación Masacre recuerda Walsh cómo vivió aquellos días:

«Tampoco olvido que, pegado a la persiana, oí morir a un conscripto en la calle y ese hombre no dijo: «Viva la patria», sino que dijo: «No me dejen solo, hijos de puta».

Hasta ese momento, la postura de Walsh era clara y no muy incómoda:

«Tengo demasiado para una sola noche. Valle no me interesa. Perón no me interesa, la revolución no me interesa. ¿Puedo volver al ajedrez?

Puedo. Al ajedrez y a la literatura fantástica que leo, a los cuantos policiales que escribo, a la novela «seria» que planeo para dentro de algunos años».

Ha visto cosas, por supuesto, un hombre tiroteado, sangre en las ventanas,soldados con fusiles en las azoteas, pero aún puede mirar para otro lado, volver al ajedrez, como si no hubiera visto nada, porque todo eso en realidad no le concierne tanto, ya que:

«Pudo ocurrir a cien kilómetros, pudo ocurrir cuando yo no estaba».

Seis meses después un hombre le dice, tomando una cerveza:

-Hay un fusilado que vive.

Walsh va a ver a ese superviviente de un fusilamiento, un tal Livraga.

«Livraga me cuenta su historia increíble; la creo en el acto».

Ya no puede volver al ajedrez. Abandona su casa, su nombre, empieza a ir armado y se dedica a demostrar la verdad: Operación Masacre, la crónica de los fusilamientos en el basural de José León Suárez.

Busca testigos y los encuentra.

El primero es un hombre que por fin se anima.

Se anima a hablar, a dar testimonio, a contar la verdad.

«Temblando y sudando, porque él tampoco es un héroe de película, sino simplemente un hombre que se anima, y eso es más que un héroe de pelicula».

Como el propio Walsh, que era un tipo delgado y que, según García Márquez, tenía pinta de vendedor de Biblias, pero que se animó. Fue simplemente ese hombre que se anima: más que un héroe, sin ser un héroe.

No sé si entiendo bien a Walsh, pero creo que sí: creo entender por qué son más importantes los tipos que se animan que los héroes de película.

El resultado es Operación Masacre, una historia real, como la de Truman Capote en A sangre fría.

Aunque Walsh la escribió tres años antes que Capote.

A partir de ahí, sin embargo, a Walsh ya no le resulta posible volver al ajedrez ni mirar para otro lado.

Comienza la militancia y llega un momento en que se considera un combatiente revolucionario antes que un escritor. Y así lo dice.

Era partidario de la lucha armada. Y así lo dice.

Y luchó.

Murieron compañeros (muchos con su propia cápsula de cianuro, porque, como solían decir: lo malo no es cantar, lo malo es caer)y murió su propia hija, a la que rodearon con tanques y hasta un helicóptero.

Ella salió al balcón con una ametralladora y, cuando no pudo más, en camisón, gritándoles que no la iban a matar, se disparó un tiro en la cabeza.

La muerte de su hija la cuenta Walsh en esta hermosa Carta a mis amigos de diciembre de 1976.

Finalmente, le tocó a él.

Walsh era un objetivo importante para los militares de la dictadura. No sólo por su obra literaria y periodística, no sólo por ser el jefe de inteligencia de los montoneros, no sólo por su agencia clandestina de noticias ANCLA; quizá, más que nada, porque ellos pensaban que precisamente él no debería haberlo sido, no tenía derecho a animarse.

Rodolfo Walsh quiso ser aviador, ya nos lo ha dicho él más arriba, pero el que de verdad se hizo aviador fue su hermano: piloto naval, ya retirado cuando asesinaron a Walsh, pero que en el 55 había participado en bombardeos para intentar derrocar a Perón.

Era un compañero de armas de los que perseguían a su hermano Rodolfo.

Así que Rodolfo Walsh, para los militares, era un traidor, alguien que había cambiado de bando, alguien que tenía que haber sido uno de ellos, no un enemigo, alguien que no tenía ninguna razón para animarse.

El 24 de marzo, Rodolfo Walsh redacta su impecable Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. Hace varias copias con papel carbón.

Las lleva consigo al día siguiente, con sobres y franqueo, además de su Walter PPK del 22.

Tiene que acudir a una cita, pero antes consigue echar las copias de la carta al correo, dirigidas a periodistas y organismos extranj
eros.

Según Miguel Bonasso, Walsh acudía a la llamada de un compañero. Lo que no sabía es que el compañero ya había sido capturado por el Grupo de Tareas 33/2 de la Escuela de Mecánica de la Armada.

Le han torturado hasta conseguir que pida auxilio a Walsh y acuerde una cita con él: es una trampa, una auténtica ratonera.

La cita es a las dos de la tarde: desde mediodía le están esperando.

Intentan atraparle, pero Walsh abre fuego de inmediato con su 22.

Si has leído la carta sobre la muerte de su hija, entenderás por qué.

Le disparan y se lo llevan moribundo.

Uno de los asesinos, Weber, lo contó más tarde con cierta jactancia:

«Lo bajamos a Walsh. El hijo de puta se parapetó detrás de un árbol y se defendía con una 22. Lo cagamos a tiros y no se caía el hijo de puta».

Su cadáver no apareció jamás.

Y esta es parte (una mínima parte) de la historia de un hombre que un día ya no pudo volver a seguir jugando al ajedrez.

Un hombre que se animó.

Simplemente.

Un escritor que no creía en convertirse en autor, pero que hizo realidad uno de los mayores logros posible para quien escribe. Consiguió lo más difícil: como dijo de él David Viñas, «su palabra llegó a valer más que su firma».

Mi gran amigo Chavi Azpeitia ha reeditado ahora Operación Masacre en 451.

Te la recomiendo.

Leela, anímate.

Simplemente.

Otro rato te cuento mi viaje a Oviedo, que acabo de llegar.

Comments (23)

Anonymousseptiembre 29th, 2008 at 14:25

QU? BUENO. ME GUSTA MUCHÍSIMO TODO LO DE RODOLFO WALSH, NO LO CONOCÍA PERO EN EL BLOG DE LA FNAC DE JULIÁN RODRÍGUEZ LEÍ HACE BASTANTE TIEMPO ESTE PERFIL DE WALSH, ACOMPA?ADO DE LA CARTA DE LA QUE T? HABLAS, Y TODO ELLO ME INTRIG? MUCHO Y ME LLEV? A LEER AL ESCRITOR ARAGENTINO. BUENÍSIMO ME PARECI?. PERO QUE MUY BUENO.

JUANCHU.

ESTO DECÍA ALLÍ JULIÁN RODRÍGUEZ:

«Rodolfo Walsh» 03/03/2005 por Julián Rodríguez

Muchos de estos últimos días los he dedicado a una novela autobiográfica de Miguel Cané que sirve como anticipo, según escribió David Viñas, de algunos textos de Rodolfo Walsh. La infancia y la autobiografía, los colegios y los niños internos. De «Juvenilia» al ciclo, imprescindible, de «los irlandeses» de Walsh: tres de los mejores relatos de la literatura en castellano de todos los tiempos («Irlandeses detrás de un gato», «Los oficios terrestres» y «Un oscuro día de justicia»).

Muchos días de estos últimos años los he dedicado a los libros de Rodolfo Walsh, a su vida. A pensar en Walsh, en aquel tiempo, su tiempo: cinco décadas con un tercio de pobreza, uno de vida feliz y otro de sinrazón política. He dedicado mi tiempo a pensar en otros hombres como él.

Rodolfo Walsh. El año que viene se cumplirán treinta de su muerte. Fue en 1977. Había nacido cincuenta años antes. En Lamarque, que entonces se llamaba Choele-Choel. Los militares lo mataron y también «lo desaparecieron»: nunca se encontró su cadáver.

De vez en cuando se reedita en España algún libro suyo, no los suficentes, no siempre los mejores. Dicen de él que era el ejemplo perfecto de «intelectual popular»: le gustaban las novelas negras y era un revolucionario. Era descendiente de irlandeses.

Fue obrero, camarero, vendedor de antigüedades, limpiador. Ejerció como traductor de relatos de ladrones y policías. Luego, los cuentos y las novelas los escribió él mismo. De 1957 es «Operación Masacre», su particular «A sangre fría», pero tres años antes de Capote. Y a la altura de éste.

«¿Quién mató a Rosendo?» y «El caso Satanowsky», de entre 1968 y 1973, son también muy Capote. Con unas gotas de Andrés Rivera.

En la década de los 60 viajó a Cuba, protagonizó algunos sucesos, enredos de espías y periodistas, que darían para diez libros. Fundó la agencia Prensa Latina con García Lupo, Masetti y García Márquez. Fue peronista «de base», luego montonero. Más tarde se arrepintió en parte de la deriva social y política de los montoneros, trabajó en aldeas y en ciudades, siempre clandestino. En 1976 creó la Agencia de Noticias Clandestina, ANCLA. Ese mismo año, su hija Victoria (la Vicky de las cartas), que también era montonera, murió en un enfrentamiento con el ejército.

El día antes de su propia muerte, Walsh envió una «Carta Abierta a la Junta Militar», argumento suficiente («Un extra», dijo alguien) para ser asesinado.

Fue en una emboscada. Se defendió, le dispararon. La leyenda cuenta que pensaba en su hija, o que la nombró en voz alta, y que la pistola con la que mató a alguno de los soldados era de ella.

La Carta se lee hoy como un texto «inigualable». Por lo que dice, por cómo lo dice. Un texto que es para muchos un lema, un listón, una señal, un ejemplo.

http://www.clubcultura.com/diario/dentro.php?entrada=614

Anonymousseptiembre 29th, 2008 at 17:54

He leido el cuento y me ha parecido bestial. No conocia a este escritor de apellido ingles y nombre tierno. Tomare nota.Muchas gracias Rafael.

Jose Manuelseptiembre 29th, 2008 at 22:38

Joer, hay mas comentarios cuando hablas de tias. Gracias por el enlace.

Carlosseptiembre 30th, 2008 at 5:40

«RODOLFO DIJO QUE»

nuestro cementerio es la memoria / allí enterramos a los compañeros queridos / tenían un mar en la frente y les crecían flores con distracción y tibieza / no tenían la alma enferma de tibiezas humanas/

también esta mano que mana por ahí
tiene calor de paco/de la mejilla que le secó una vez
cuando la traición se la llenó con más lágrimas
que magdalena a cristo/me la paso

convirtiendo esa mano en cementerio/ pero esas lágrimas y compañeros esperan el fresco del alba/ no están muriendo porque murieron amando/ preguntan por qué tan dulce sos/

te recuerdan de vestidito blanco/ con tu frente llena de mares con lunas y de mares con sol/ y en cada una un manzano/y a la sombra/ repartís el amor que los compañeros no alzanzaron a dar/

curás a los matados por tanta desolación/ los que tienen la ternura lastimada/quemada/ en las tablas del día clavaron tu candor/ un par de zapatitos camina por tu fuego o hermosísima luz/

el corazón camina aunque no tenga pies/ camina por la enorme tristeza/ ¿no sentís cómo golpia tu boca sin fin?/ en cada mar pasás/para que nadie muera

José Galván/Juan Gelman

Nací un 29 de febrero.septiembre 30th, 2008 at 10:28

es un gran cuento rafa, el problema es que si no se lee desde un contexto determinado posiblemente no lo termines, o lo termines y no sepas qué has leído.
y no sé si a todos les muerda tanto la curiosidad que los obligue a buscar información, pero entonces tendrán que leerlo otra vez y quizás ya no inquiete tanto, no sé.
supongo que si se lo das a un francés o a un español o un chileno o a un nicaragüense de hoy, que no sepa nada de evita y tal, no le parezca gran cosa.

maribelseptiembre 30th, 2008 at 10:50

Quedarse sin vocación. Ufff

Porque si nunca has sentido la llamada (de la selva, claro) que más da. Pero quedarse sin ella de la noche a la mañana? tiene que ser duro, supongo.

Sin duda, mi vocación ha sido (desde muy pequeña) descifrar mensajes. Es lo que más me gusta hacer. Menos mal que no la he perdido?

B-e-s-o-s

Anonymousseptiembre 30th, 2008 at 11:13

A mítodo me parece terrible, Rafael.

Muchachitas idealistas empuñando metralletas, escritores saliendo a la calle con su 22 en la sobaquera… buff, terrible.

Nunca la realidad es tan binaria. ¿Qué es eso de la «lucha armada»? La Argentina en la que murió Vicky, previa al golpe militar, era de una complejidad enorme. ¿Animarse a qué? ¿A morir y a matar? No llego a entender la glorificación del sacrificio. Walsh parece dar por buena la muerte de su hija. ¿Qué consiguió?

Que no cuenten conmigo. Tal vez seamos muy afortunados. Tal vez sea una bendición no vivir tiempos heroicos.

Abrazos.

Más claro, aguaseptiembre 30th, 2008 at 11:28

Joder, ¡vaya post!. A ver quién es el guapo ahora que se queda sin leer esa Operación Masacre…

Muchas gracias por la recomendación, amigo Reig, y, en mi caso concreto, por el descubrimiento 😉

strongboliseptiembre 30th, 2008 at 12:05

A mí me ha parecido impresionante, este cuento. Y el post también.
Me pregunto cuántos de nosotros, en esas circunstancias tan trágicas, seríamos capaces de animarnos como Walsh. Y cuántos de nosotros estaríamos al otro lado, asesinando impunemente.
Después de acabar de leer «Las benévolas» de Jonathan Littell, un libro tremendo (lo mejor que he leído sobre el nazismo) seguiré con temas parecidos, a ver hasta dónde es capaz de llegar el ser humano.
Ya tardo en comprarme el libro que dices.
Una abraçada.

Belénseptiembre 30th, 2008 at 13:39

Bueno, pues me he animado a leer a Walsh. También me ha dado mucha pena todo: la muerte de Vicky, la de Rodolfo, la dictadura, el horror, la injusticia, el dolor y la tortura. Me pasa siempre.

Y no me animo, no. No hay manera.

Marluseptiembre 30th, 2008 at 13:49

Gracias por el escrito y la información. Lamento decirlo, pero cada vez me animo menos, supongo que es un signo de vejez y no de madurez, así están las cosas.
Saludos.

fantodaseptiembre 30th, 2008 at 16:32

Esta vez sí, gracias, Rafael. Y, por otra parte, lamento que haya gente que no encuentre la actualidad del relato. España huele a muerto. Y a tortura. Y a humillación. Y a olvido. No hace falta buscar en ninguna enciclopedia. Aquí también los militares robaron cuerpos que siguen perdidos. Aquí también humillaron a los mejores de los nuestros. Aquí también se pagó caro ser una «muchachita idealista» con más apego a la libertad que a su propia vida y aquí, también, el silencio sigue avergonzándonos. Al menos a algunos.

Anonymousseptiembre 30th, 2008 at 16:46

A-co-jo-nan-te post, Rafa.
Me quito el cráneo.
Román P.

disidenteoctubre 1st, 2008 at 1:01

¿A los nuestros, fantoda? ¿Cuántos años tienes, 80, 90? Qué fácil es asimilar lo que no se ha vivido!

Anonymousoctubre 1st, 2008 at 6:33

D. Rafael, impresionante post, perturbador el cuento, se agradece sobremanera el descubrimiento, nada sabia sobre Rodolfo Walsh. En momentos asi me vienen a la mente las palabras del coronel Kurtz. «El horror…el horror».
Complejo asunto, creo que esta noche me acuesto mas tarde de la cuenta.

Abrazo,

Alberto

Pedro de Pazoctubre 1st, 2008 at 6:43

¿Soy el único al que, sin parecerle malo, no le ha gustado el cuento de Walsh? Puede resultar interesante si «conoces» las vicisitudes del asunto que narra, pero es como una private joke. Fuera de su contexto y de un conocimiento previo del asunto, pierde todo interés.

Abrazos,
Pedro de Paz

Anonymousoctubre 1st, 2008 at 8:13

Anónimo de las 13:13. A veces las cosas si son así de binarias, y otras veces no. Contra los nazis del 39, metralleta. contra la junta militar argentina del 77 igual. Hay territorios difusos donde es difícil tomar decisiones drásticas, pero en otros sí está claro quienes son los malos y lo que hay que hacer con ellos.

… tanto pensamiento débil, tanta posmodernidad y tanta leche.

Rafael Reigoctubre 1st, 2008 at 8:58

No había leído lo de Julián, gracias, es muy interesante.
Gracias por tomar nota.
Sí, eso parece, José Manuel, je, je.
Gracias por el poema, Carlos.
No lo sé, 29 febrero, no lo sé. Yo creo que el cuento se sostiene solo, pero no puedo leerlo como si no supiera, así que igual tienes razón.
Besos, Maribel. Cifrados.
¿Glorificación del sacrificio? Usted me ha leído mal. No, de eso nada. Sería mejor poder seguir jugando al ajedrez, claro, como usted dice. Como dijo Walsh. Hay veces que uno no puede. Eso es todo. SIn heroísmo de película.
Espero que te guste, más claro.
PUes no lo sé, Strongboli, no sé si yo sería capaz. Confío en que sí, pero no tengo ni idea.
Bueno, Belén, por lo menos a leer sí nos animamos, ¿no?
Gracias a ti, Marlu.
Pues de nada, Fantoda.
No es mérito mío, Román, es de Walsh. Yo sólo cito.
Pues me alegro, anónimo, de que, si nada sabías de Walsh, ahora sepas, porque vale la pena. Un abrazo.
No lo sé, Pedro, como ya dije, a mí me resulta imposible leerlo como si ignorara. Abrazo.
Ja, ja… sí, vale, anónimo.

fantodaoctubre 1st, 2008 at 12:55

Con los nuestros me refiero a los españoles, en general. 27, tengo 27 y asimilar es todo, menos fácil.

carlosoctubre 1st, 2008 at 21:22

Qué curioso encontrarme en tu blog con este texto sobre Rodolfo Walsh. Voy a Argentina en diciembre y, entre otras muchas cosas, veré a una amiga, antigua montonera, a la que conocí en Madrid en su día. El otro día busqué los dos libros que me regaló antes de regresar a Argentina. Señaló a su biblioteca y me dijo: elige un par de ellos, porque no voy a poder llevar tantísimos libros en el avión y los estoy repartiendo entre amigos. Elegí «Adan Buenosayres» de Marechal y la Obra Literaria Completa de Rodolfo Walsh. Tanmbién conocí en Madrid -y espero poder volver a verle en Argentina- a un secuestrado y superviviente de la ESMA que declaró en su día haber visto el cadáver de R. Walsh (dicen que este hombre al que conocí es quien inspira el personaje de «Recuerdo de la Muerte» de Bonasso). Vidas truncadas, con creatividad, con proyectos, con ideales…, vidas que es importante recordar. Muertes y horrores que también es importante recordar. Gracias por hacerlo. Un abrazo.

PABLOdiciembre 12th, 2009 at 20:11

LAMENTABLEMENTE LA HISTORIA LA VUELVEN A ESCRIBIR LOS QUE GANAN, ERGO, Y COMO EN MUCHAS LETRAS DE CANCIONES, MIENTEN SEGUN SU SENTIDO INTRINSECO. ESTE SORETE QUE RELATA LA MUERTE DE SU HIJA COMO UN ACTO DE GUERRA AHORA VAYA A SABER PORQUE ES UN HEROE. QUE PAIS NOS MERECIAMOS Y QUE PAIS TENEMOS. ESTOS TIPITOS, AL IGUAL QUE LOS COBARDES QUE HOY NOS GOBIERNAN Y JUNTO CON AQUELLOS QUE LOS ENTREGARON, LOS DUAHLDE, LOS FIRMENICH, LOS VACA NARVAJA, QUE POR ALGO ESTAN VIVOS, SON LA CLASE GOBERNANTE DE HOY. Y ASI NOS VA. POBRE ARGENTINA. QUE CANCER NOS GANAMOS EL DIA QUE NACIERON PERON Y LA YEGUA DE EVA. QUE PENA, POR DIOS, QUE PENA QUE HAYAN NACIDO.

natalianoviembre 15th, 2012 at 14:41

Hola por mi corta edad no puedo entender muy bien lo del relato, me encantaria que me ayudaras a sacar conclusiones, ya que tengo que presentar un trabajo para el colegio. Muchisimas gracias

rafaelreignoviembre 18th, 2012 at 7:39

Ja, ja, cuando quieras, sin problema.

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