Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

De Cercedilla al Gran Ducado

Mañana me voy a Luxemburgo, otro de los muchísimos sitios del mundo en los que nunca he estado.

Voy al Salón del Libro, a propuesta de  IU-PCE, y por eso mismo tengo aún más ganas.

 

Así que pasaré el sábado intentando convencer a quien se deje de las bondades de mi «oeuvre littéraire«.

Me han avisado de que en la capital del Gran Ducado hace frío, pero cómo va asustarme eso, cuando en Cercedilla estamos con la nieve al cuello, de hielo hasta las orejas y de ventisca, y la cellisca y el granizo nos llegan hasta la cintura o hasta la coronilla.

Aún no sé qué abrigo tienen en Luxemburgo, pero aquí combatimos las inclemencias meteorológicas con amistad, vino y el cocido de Pedro, en Peña Pintada, la posada rural de Esther y Pedro.

Tal que así:

 

 

Dando la vuelta en el sentido de las agujas del reloj: Seamus, Jaime, Eduardo, Quique, Violeta, un servidor, Pedro el joven y Pedro, el constructor del cocido, escritor, alpinista, hostelero y buen amigo.

Sí que se entra en calor, lo garantizo.

Sobre todo, de sobremesa, con las copas y las justas deportivas, torneos, paramentos y cimeras; y las damas, por supuesto, sus tocados y vestidos, sus olores.

 

Aquí estamos en singular combate, poniendo la vida al tablero, Jaime y yo, mientras Eduardo espera turno (el que pierde deja la silla vacía). Seamus y Pedro deben de estar manteniendo alguna de sus polémicas bizantinas sobre James Joyce o Samuel Beckett, Esther no aguanta sentada, como de costumbre, y sale movida en la foto de puras ganas de coger puerta y salir a montar en bicicleta, a trepar por paredes verticales o a recorrer media sierra del Guadarrama a pie en veinte minutos.

En esta otra foto ha conseguido, sin duda bajo coacción, sentarse un instante, mientras los combatientes hemos sido abandonados a nuestra suerte, como suele suceder.

 

 

Por lo demás, me dedico a escribir y a leer, mientras la nieve cae en silencio sobre el granito.

Leo algunos clásicos sobre la ternura del pecado y los extraños lugares donde nos persigue el espectro de un amor:

 

 

¿Qué es un espectro o un fantasma? ¿Por qué nos acecha?

Por lo que le oí decir a Seamus y a Pedro, mientras tramaba una Defensa Siciliana, James Joyce lo describía así:

Un fantasma es un hombre que ha desaparecido: por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres.

Todos somos sucesivos fantasmas entonces, ¿no?

O presentes sucesiones de difuntos, como decía Quevedo.

Y también leo algunos recién salidos de la imprenta, como Perdida, de Gillian Flynn.

No te la pierdas.

No es una novela, es casi un secuestro.

No se puede dejar de leer. Te rapta en mitad de tu vida diaria y te mantiene encerrado entre sus páginas, sin ninguna salida, sin saber si podrás volver a tu vida normal, a poner la lavadora, a hacer la compra, a pedir otra cerveza en el bar de la esquina.

Una mujer desaparece. Hay señales de violencia. El principal sospechoso es su marido, ¿quién si no?

El esqueleto del thriller sujeta el músculo de una novela sobre la identidad.

Es decir, otra novela de fantasmas, que trata de la muerte, de la ausencia, del cambio de costumbres.

Quiénes somos. Cómo nos convertimos en otros o en fantasmas.

Y también, de una forma muy bien elaborada, la identidad en un marco social y sexual: qué es ser hombre y marido o mujer y esposa. Qué es pertenecer a una u otra clase social.

Dicen que se parece a Patricia Highsmith. Puede. A mí me recuerda más a una resplandeciente aleación entre Stephen King (o Scott Turow) y John Updike: realismo crítico y terror psicológico.

Tienes que leerla. Rápido. Antes de que la conviertan en una película mediocre.

Comments (13)

pedromarzo 14th, 2013 at 13:19

Espero que en Luxemburgo te lo pases tan bien como en Cercedilla.

rafaelreigmarzo 14th, 2013 at 13:36

eso es dificilísimo, amigo, pero se intentará. Un abrazo

elenamarzo 14th, 2013 at 14:55

Yo viví en Luxemburgo : Ciudad llena de fantasmas. Pero en el mal sentido

lupitamarzo 14th, 2013 at 15:09

Buen viaje, y decirle que está usté muy atractivo fumando en pipa. Saluditos, y

abríguese que no se ponga malo.

Sergiomarzo 14th, 2013 at 15:31

Rafael, estamos deseando recibirte. Mil gracias por venir. Intentaremos que haya algo de diversión.
¡Buen viaje!
Un abrazo.

Benitomarzo 14th, 2013 at 16:05

pues coincidimos en que la novela de Flynn no se puede dejar, menos aun en v.o. (que yo he tenido esa suerte. Por cierto que las dos anteriores son buenas pero no tanto), y creo que esto nos ocurre pocas veces salvo con las obras maestras.Buen viaje brother, a ver si nos vemos.

rafaelreigmarzo 14th, 2013 at 18:58

Coño, Benito, tenías que haberme avisado y pasármela en v.o. de inmediato… pero de acuerdo estamos: gran lectura, para pedir comida china y una botella de whisky. Y eso, a ver si nos vemos.

rafaelreigmarzo 14th, 2013 at 18:59

La habrá seguro, gracias y hasta mañana.

rafaelreigmarzo 14th, 2013 at 18:59

me cuidaré para usted, pierda cuidado, besos

rafaelreigmarzo 14th, 2013 at 19:00

procuraré no toparme con ellos… ¡llevo buenos guías!

Microalgomarzo 15th, 2013 at 13:15

Anoto la reseña… para cuando vuelva de mi viaje de recién casado.

¿Se ha fijado que lo único que se contraen son deudas, enfermedades y el matrimonio?

Ejjem.

Microalgomarzo 15th, 2013 at 13:15

Teclear rápido es una caca.

«Se ha fijado en que lo único…?

Mejor.

rafaelreigmarzo 18th, 2013 at 7:39

no me había fijado, pero ya decía Eluard lo de l’amour dont je souffre est une maladie honteuse…un abrazo

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