Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Una novela impresentable

Hay lectores que por lo visto no quieren tratos con libros que no les hayan sido presentados.

Esto ha creado una de las liturgias más huecas, pero imprescindibles, del mundo de las letras.

Si una presentación está llena, apuesto doble contra sencillo a que se trata de la primera novela del autor.

Cuando uno publica su primera novela, avisa a todos los amigos del colegio, a las antiguas novias, a los vecinos y al sursuncorda, que es, según la Academia, un «supuesto personaje anónimo de mucha importancia«.

Tras la publicación de una primera novela, lo normal es que no pase nada.

Nada de nada.

Ni las top-models ni las más low-models se rinden a tus pies, no te cubren de honores, medallas y agasajos, no te reconoce por la calle ni el del kiosco y jamás encuentras en el metro a una mujer misteriosa y atractiva embebida en tu magna obra. Qué va: todas las mujeres, bajo tierra, leen a Ken Follet como un solo hombre; o a María Dueñas, como una sola mujer o como descosidas.

Ya nos advertía Cervantes:

Bien sé lo que son las tentaciones del demonio, y que una de las mayores es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer e imprimir un libro, con que gane tanta fama como dinero, y tantos dineros cuanta fama.

A diferencia del cartero, el demonio nunca llama dos veces (al menos con el mismo envío), así que cuando publicas la segunda novela ya estás escarmentado, curado de espanto y resignado a la escasa y opaca realidad: no avisas ni al gato.

A veces, sin embargo, la sala se llena, porque a cierta edad uno ya ha contraído amigos crónicos, inquebrantables, de los que se apuntan a un bombardeo.

O quizá por el atractivo de los presentadores.

Eso fue lo que me pasó a mí el viernes en Fnac Castellana, que estaba bastante lleno, sin duda para ver a Marta Sanz y a Luis Landero.

 

 

Aquí, un público.

Distingo a esos amigos incurables: Miguel Roig, cerca de la salida y mirando hacia fuera, calculando las posibilidades de escapar sin ser visto en el momento menos pensado. Edu Becerra a su izquierda. Un poco más cerca del escenario están Rafa Escudero y Mariluz Rodríguez, y veo también la coleta de Arturo Revuelta, y creo distinguir el perfume de Annie Bonmartel, mi antigua profesora de francés, y la chaqueta de Chavi Azpeitia (con los bolsillos llenos de cordeles, libros, hilo de cobre y tarjetas de visita con versos anotados al dorso).

¿Reconoces entre el público al sursuncorda, el supuesto personaje anónimo de tanta importancia? ¿A que sí? ¿A que no tiene pérdida, con su cara de vaqueta, su mirada inquisitiva y esa media sonrisa condescendiente?

Aquí, unos presentadores.

 

Un servidor muy bien acompañado: entre Marta Sanz y Luis Landero, que eran a quienes todos habían venido a oír.

Había bajado temprano de Cercedilla, con Violeta, porque antes tenía que contestar a un chat en la Fnac,  y al llegar nos encontramos con mi editor, Juan Cerezo, y el amigo Antonio Orejudo. En el bar ya estaba Luis Landero, sentado solo, con la espalda muy derecha,  un whisky en la mano y ese aspecto que a veces se le pone de niño travieso que hace un esfuerzo conmovedor por parecer formalito.

Marina Sanmartín me ayudó a contestar las preguntas:

Aquí estoy, contestando a los lectores, mientras Marta Sanz se parte de risa.

Luego fuimos al lío.

Suspiré de alivio al ver que no decían ditirambos de la novela.

Que no estaba mal, decían. Marta Sanz leyó una de las páginas guarrillas (una mujer masturbándose), mientras Luis Landero pedía a gritos que lo escenificara. Una gran parte del público secundaba a Luis.

-Leído pierde mucho, deberías escenificarlo -corroboré yo.

Luego Luis habló un poco del juego de simetrías y contraposiciones en la novela, sobre todo la central: dentro y fuera.

Después explicamos cómo funciona lo de las novelas: Marta Sanz escribe una novela en la que aparece el Scrabble y voy yo y pongo crucigramas. Yo escribo una novela que se titula Todo está perdonado y va Luis y titula la suya Absolución, así que le preguntamos a Luisgé Martín de dónde había copiado él su excelente novela.  Y así todo.

-Mi novela trata en el fondo de esa desolación que se apodera de los más pequeños cuando descubren que el sexo son los padres -resumí en telegrama mi novela.

Así que salió muy bien y nos reímos bastante.

Y menos mal que no hubo ditirambo.

Con las novelas a mí me pasa lo mismo que me pasaba de joven con las chicas.

Si aparecía un amigo de mis padres, hombre respetable, o su señora, tan buena persona, y me decían que me iban a presentar a una chica, por  nada del mundo quería conocerla.

Sobre todo si me aseguraban que me iba a encantar y que me convenía mucho.

A mí no me gustaba ninguna chica que pudiera presentarme alguien: lo que yo quería era salir con chicas impresentables, de las que nadie tuviera una buena palabra que decir, al contrario, que si salía su nombre en una conversación todos torcieran el gesto, o se sonrojaran; esas chicas que echaban a perder las biografías más rectilíneas y desbarataban todos los planes que uno hubiera concebido.

¿Quién quería salir un sábado por la noche con una chica que le convenía, encantadora y a la que las personas mayores presentaban con tanto entusiasmo?

Por eso no me fío de que presenten mis novelas, preferiría que el lector las considerara  impresentables, como esas chicas que te van a hacer mucho daño; que se viera con mi libro a escondidas, sin decírselo a nadie, con corazón sobresaltado y culpable, convencido de que ninguna persona sensata daría su aprobación y de que está  leyendo lo que menos le conviene.

Y tampoco querría yo poner a Marta y a Luis en la deslucida tesitura de hacer de sensatas personas mayores que recomiendan lecturas provechosas.

Eso no se le hace a los amigos.

Así que a mí me pareció un éxito porque, en realidad, vinieron a decir que la novela era impresentable, pero lo dijeron con la sonrisa con la que le dices a los amigos: no te conviene esa chica, hazme caso, te va a hacer sufrir mucho.

Si te dicen eso, ¿qué haces tú?

Llamarla de inmediato, ¿verdad?

Esa misma noche, si puede ser.

Salimos de allí muy contentos y además, nos hicieron un regalo.

Parece que va cundiendo el «conceto» de que para los novelistas es muy triste pedir, pero es mejor que robar.

Me regalaron el libro de Marina Sanmartín, La clave está en Turgueniev, que ya he empezado a leer, un disco de Art Tatum y Ben Webster y la película Dersu Uzala.

Aquí está Marina presentando su libro impresentable (es decir, que dan ganas de leerlo).

Después nos fuimos a la copa de vino español, como está mandado.

Y más tarde a cenar.

Como vinieron Laure Merle D’Aubigné (mi agente literaria favorita total) y Antonio Orejudo, la conversación discurrió por senderos no aptos para menores.

Sólo te digo que, para ilustrarla, hubo que buscar en un móvil, por internet, una foto del pene de Rasputín conservado en formol, imagen indispensable para que Orejudo y Landero pudieran debatir sobre cierto asunto.

Comments (9)

Microalgooctubre 22nd, 2012 at 9:51

Pues me alegro de allí y me avergüenzo de acá. Si Usted em entiende.

rafaelreigoctubre 22nd, 2012 at 10:22

todo lo contrario, amigo, yo presumo de allá (bebiendo a sorbos la estupenda cachaça). Un abrazo

helenaoctubre 22nd, 2012 at 11:38

Gracias por el libro y la dedicatoria!

rafaelreigoctubre 22nd, 2012 at 13:04

Gracias a ti, que fue un placer. Besos

El Pobrecito Hablador del Siglo XXIoctubre 22nd, 2012 at 15:09

Eres demasiado modesto; imagino que lo haces para parecer educado, aunque después de pedirle a Marta que se masturbase en público, bajo el logo de la FNAC, y a unos pocos metros del autor de «Juegos de la edad y tardía», no sé si la modestia tiene mucho sentido.

Álvaro Bernal Quevedooctubre 22nd, 2012 at 20:23

Hola Señor Reig, acabo de rascarme el bolsillo y he comprado su impresentable novela, la última claro, espero que no me decepcione usted y que sea igual de impresentable que Todo está perdonado, Manual de literatura para caníbales y Sangre a borbotones, ya le contaré. Un saludo.

rafaelreigoctubre 22nd, 2012 at 21:12

Bueno, amigo, muchas gracias, que en estos tiempos rascarse el bolsillo es una heroicidad. Por eso mismo me siento más responsable y espero que no se sienta defraudado. Ya me dirá si le debo unas cañas o estamos en paz y pagamos a medias. Un abrazo

Maribel Cerezuelaoctubre 23rd, 2012 at 22:28

No es cierto. Ni todas las mujeres leen, ya quisieran algunas haber leído, al menos, las novelas de Corin Tellado; ni todos los chicos saben quién es Marcial Lafuente Estefanía ni, por supuesto, han leído «Los pilares de la Tierra» ni nada de nada que no sea las portadas de revistas, como kiss, ya desaparecida, penthouse y playboy. Salvo que se apueste uno algo, claro está. Cubata o cervecita incluida. Resumiendo, desde mi modestia como lectora de toda su obra publicada, de todas ellas digo, es la que me ha parecido, digámoslo así, la menos «imprensentable». Eso sí, está perfectamente construida- tampoco voy a hacerle un comentario de texto- , es amena, rápida de leer, no pierdes el hilo de los personajes y todo está entramado sin prisas ni sorpresas. Pero es que a usted hay que pedirle sorpresas. No sabe cómo disfrutamos con sus libros, cómo nos sorprende cada página; nos tiene muy mal acostumbrados… Ahora me ha quedado cierta resaca, y sin saber muy bien qué es lo que he bebido…, me ha dado la sensación, unas veces de demasiado «realista» y otras de jugar a ser El Padrino. Por supuesto, consulta al psicólogo, al modo de Woody Allen y pedagogo incluidos… Las personalidades, sobre todo la edad de ese hijo con 14 años son como poco, acertadas y difíciles de encontrar.
A ver si la leen pronto sus amigos que hagamos un extenso debate. Incluido uno de los viajes en tren que, parada incluida, me ha encantado ¿A cuál me refiero? Lean, lean, y hablamos xddddddddd

rafaelreigoctubre 25th, 2012 at 9:11

Ja, ja, creo que adivino quién es el viajero en tren… Gracias por todo y un beso grande

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