Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

¿Escribir o regoldar?

Puede que el verano se acabe, pero es más dudoso que acabe yo de leer El hombre sin atributos, de Robert Musil.

No porque no me guste, al contrario, disfruto como un enano; pero leo muy despacio, tomando anotaciones, montando en cólera por las ideas que me ha robado el austriaco, volviendo atrás porque no me acuerdo de qué pintaba un personaje en la novela, a ver si resulta que luego va a ser fundamental y me he perdido lo mejor.

En una escena dos personajes están cotilleando, porque todas las grandes novelas no son más que cotilleo, desde Tolstói a Proust. El amigo Ulrich, sin sus atributos; y el jefe de sección Tuzzi, con todos los suyos;  se sondean, a ver a quién le irrita más el insufrible Arnheim, aunque en apariencia sólo intentan responder a una espinosa pregunta: si el tipo es tan millonario, tan guapo, tan listo, tan poderoso… ¿por qué narices necesita además tener aficiones literarias y hasta publicar libros?

Entonces Ulrich le pregunta a Tuzzi si se ha dado cuenta de la cantidad de chiflados que van por la calle hablando solos o consigo mismos, en voz alta.

Tuzzi, como es diplomático, se encoge de hombros, para que Ulrich se explique, a ver por dónde sale.

«Algo no funciona en ellas. Al parecer, no pueden vivir completamente sus experiencias o les es imposible asimilarlas, y por eso tienen que expulsar lo que les sobra. Y de ahí creo yo que surge una exagerada necesidad de escribir«.

¿Tú qué piensas? ¿Se escribe como regüeldo, para librarse de lo que uno no es capaz de digerir, para expulsar los residuos de la vida que no sabe vivir y le estorban como gases en el estómago?

A veces, ante la flatulencia de lo que se lee, no queda más remedio que darle la razón a Ulrich: escribir es regoldar.

La acidez de la experiencia no asimilada exige expeler el sobrante, lo no comprendido o no llegado a vivir del todo.  O como pregunta con tacto diplomático Tuzzi: «¿Usted cree, entonces, que en la vida de Arnheim hay algo que no funciona?»

Y añade que, «por pura curiosidad», él ha leído sus libro y: «Confieso que yo no veo ni su necesidad ni su fin«.

Con los mejores modales, todo lo que tú quieras, pero ¡bonito traje le están haciendo a a Arnheim!

Pero, claro, si hay que cotillear, no vamos a ponernos mojigatos, ¿no?

Además, quizá eso que llaman «aliento poético» no sea más que halitosis, igual que el «aliento narrativo» no es otra cosa que la segunda masticación de un rumiante, hecha en público, como el chiflado que va hablando solo por la calle.

Así no hay quien lea, porque hay que parar, beberse un whisky y pensar un rato, a ser posible tumbado, para que las ideas fluyan con más facilidad de su fuente (el cuerpo) a la cabeza.

Aquí estamos Violeta y yo comentando a Musil en esas tardes de esplendor en la hierba.

Y lo peor es que habrá que comprar más libros, porque vino de visita Lucía Cobos, mi pastora en Sevilla (aunque ella siempre ha preferido pastorear a Luis Landero, n0  me explico por qué) y nos contó que ya ha empezado a trabajar en Madrid, en la nueva librería La Central, que se abrirá en septiembre en Callao.

Dice que tendrá bar en el sótano y un restaurante.

 

 

Aquí está Lucía con mi amigo Eduardo Gómez de Enterría: los dos libreros cotilleando, como en las grandes novelas.

Aunque también las chicas cotillean entre ellas.

¿De qué?

De qué va a ser, hablan de nosotros.

¿Cómo lo sé, cómo sé que cotilleaban sobre nosotros?

Ni que fuera nuevo: en cuanto entré se callaron y compusieron estos espectaculares y tan espontáneos gestos de inocencia:

 

Como si en su vida hubieran roto un plato, el par de dos.

No quiero ni pensar qué estaría saliendo por aquellas boquitas.

Entonces, si se escribe para regoldar el excedente de experiencia que no sabemos vivir o asimilar, ¿para qué diablos se lee?

No tendrá atributos, pero el amigo Ulrich teorías tiene cinco a elegir para cada asunto:

«Hoy día casi nadie lee; todos se sirven del escritor únicamente para descargar en él, de un modo perverso, los propios excedentes bajo forma de aceptación o repudio«.

Eso decía Ulrich casi un siglo antes de que él o Musil pudieran imaginar internet.

Pero ¿a que suena a internet, a los comentarios en los blogs, a los «me gusta» en Facebook, a las grescas de las redes sociales?

Quizá por las redes sociales y por las aceras de eso que llaman el ciber-espacio también vayan transitando chiflados que hablan solos en voz muy alta, que van soltando los regüeldos de vidas mal vividas, vociferantes, moviendo mucho las manos, esos tipos con los que hay que evitar todo contacto visual, jamás mirarles a los ojos, no sea que la tomen contigo.

Por si acaso, no me mires a los ojos: haz como si no pasara nada y cambia con discreción de acera.

Comments (11)

enteagosto 22nd, 2012 at 23:30

Hola. Yo empecé a escribir porque me gustaba mucho una chica. Pero ya vivía con ella, no fue para conquistarla. Un día me dijo que le gustaban los árboles, ella los abrazaba. Lo decía con una sonrisa en la boca tan bonita, que me lancé a escribí una historia de una niña que amaba los robles, que leía a su sombra y que los abrazaba. Creo que lo hice para decirle que la quería. Además, mientras estuve con ella me daban unas ganas tremendas de escribir, me sentía lleno de historias y tenía que soltarlas. Creo que para volver a escribir algo tendría que estar borracho a lo Edgar Allan Poe. Es tan raro lo de escribir?

maxiagitadoagosto 23rd, 2012 at 2:54

si, es cierto, se parece a internet, a facebook, pero uno empieza a aborrecer de toda esa gente que publica en facebook la foto de la última tortilla que ha hecho o que nos cuenta que dentro de cinco minutos se va a sentar a ver un partido en la tele y comerse una pizza con su amada…Una verdadera peste esta necesidad de vomitarlo todo.

Sebas Martinagosto 23rd, 2012 at 16:27

Feliz casualidad, Rafa. Compartimos lectura de verano, por lo que veo (yo la he acompanhado de las memorias de Koestler y de Chaves Nogales).

Ayer disfruté de veras con la crítica paródica del concepto «espíritu» que hacía el narrador, sobre todo cuando decía eso de que «lo que es distintivo del concepto espíritu es que la juventud no puede pronunciarlo sin reírse». También yo estoy disfrutando como un enano con Ulrich y cia. en Kakania.

Un saludo!
Sebas

rafaelreigagosto 24th, 2012 at 9:48

feliz coincidencia, Sebas, ya charlaremos entonces de ese largo y hondo libro. Abrazo

enteagosto 25th, 2012 at 16:49

¿Tendrá razón Antonio Banderas cuando dice que todo lo que hacemos en la vida es para echar un polvo?
Muchas veces creo que sí.
Saludos a todos.

Microalgoagosto 27th, 2012 at 13:26

Qué va, maese Ente. Sólo el ochenta por ciento.

A lo mejor se escribe porque a) no se puede evitar y b) nos divierte.

Ambas cosas no son excluyentes, de ahí la conjunción copulativa, y con ella volvemos al comentario de Maese Ente.

Álvaro Bernal Quevedoagosto 28th, 2012 at 9:27

«Escribir es regoldar», interesante reflexión…, buena entrada. Un saludo.

rafaelreigagosto 29th, 2012 at 15:11

Un saludo y gracias

El Pobrecito Hablador del Siglo XXIagosto 31st, 2012 at 14:09

Yo escribo porque sí, y quizá por eso rasgo todo lo que escribo
Recuerdo de «El hombre sin atributos» la escena en la que la heroina se adentra en los calabozos para visitar al loco Moosbruguer ( al algo así se llama). Esa escena se la copió literalmente Jonathan Demme para su «Silencio de los corderos» (ya sabes, la de las masturabación entre rejas mientras la poli del FBI se dirige a la celda de Hopkins).
También recuerdo las escenas de amor entre los hermanos, en el mar, de una belleza hipnótica. Hermoso e inquietante mamotreto, sí señor

rafaelreigseptiembre 8th, 2012 at 7:56

de acuerdo, sí. Un abrazo

Mercedes Blanquerseptiembre 10th, 2012 at 16:58

Yo creo que se escribe para digerir lo que nos remueve las tripas.Pero para los que no sabemos hacerlo (como es mi caso ),es esencial leer para no terminar siendo un borrego alienado.

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