Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Etimología popular

Siempre he sentido entusiasmo ante lo que se llama etimología popular. O sea, la atribución etimológica (más falsa que un duro de madera) que uno hace cuando, por falta de información, algo no le resulta comprensible. Es un intento de explicar lo que no se entiende bien. Me encanta porque la solución acaba siendo mucho más misteriosa que el problema que quería resolver.

Por ejemplo, un nombre corriente como Conchita. Cuando uno no sabe que viene de Concepta (o sea, Concebida, como en María de la Concepción, y sin pecado concebida, claro está) y le parece muy enigmático lo de Conchita, pues tira por el camino de en medio: diminutivo de Concha.

A grandes males, grandes remedios, lo que pasa es que esto resulta todavía más raro: ¿de la concha de un galápago? ¿De una pequeña concha de las que recogemos en la playa? ¿De esas conchas que tanto entusiasman a los argentinos? ¿Y entonces por qué no llamar a la niña Caracola?

Otro ejemplo: el texto que dice,

Mira Nero de Tarpeya a Roma cómo se ardía…

Se trata de Nerón contemplando el incendio de Roma desde la roca Tarpeya (otra columpiada, por cierto, porque esa roca estaba en Esparta, pero en fin).

Cuando a uno Nero de Tarpeya no le dice nada, en lugar de quedarse in albis, intenta solucionar por sus propios medios el problema, lo que dio origen al romance:

Marinero de Tarpeya a Roma cómos se ardía…

¡Formidable, ¿verdad?! Tiene incluso muchísimo menos sentido. Porque la solución no resuelve nada, pero a mí me parece que le da mucho más espesor poético al texto original.

Cuando estudiaba gramática y lingüística, ya digo, me fascinaba la etimología popular. Me parecía ejemplar: las soluciones que encontramos para lo que no entendemos, no sólo nada resuelven, sino que crean un problema aún mayor.

En cierto sentido, la religión no es más que etimología popular.

(También me gustaba mucho la hipercorrección, pero eso te lo cuento otro día).

El caso es que de un tiempo a esta parte no hago más que leer el lema Et in Arcadia ego usado de una forma que, creo yo, no es más que etimología popular.

Por ejemplo, el ótro día leí en El País un artículo que hablaba de las virtudes de la inactividad y decía:

Porque cuando me siento exclamo: «Et in Arcadia ego» y me figuro que pocos son los males que hay que temer estando en esa deliciosa posición.

Quizá me equivoque, en cuyo caso agradeceré que alguien me lo explique, pero siempre he creído que ese lema (famoso por un cuadro de Poussin) significa todo lo contrario. Y no dudo, porque conozco al autor, que lo usa irónicamente, tomando su sentido literal (yo también estoy en el paraíso) y jugando con el sentido figurado.

Et in Arcadia ego: incluso (o también) en el paraíso estoy yo.

¿Quién es yo? La muerte, claro está.

No tiene nada que ver (insisto, creo) con: y yo tan feliz, tan pancho, me sentía en el paraíso, estaba en la gloria.

Es un memento mori de lo más clásico. En Brideshead Rivisited, Evelyn Waugh lo saca en una calavera, por supuesto, que es su sitio.

Hasta en el paraíso hay peligro, hasta en la fuente de la vida está la semilla de la destrucción, hasta en el bien supremo hay la amenaza del mal (quizá por eso se suele decir que no hay buena acción que quede sin castigo).

¿Quién es «ego»? ¿Quién afirma que también está en el paraíso, que hasta en el paraíso anda escondido o escondida?

Escondida.

La serpiente, coño, quién va a ser.

Siempre he leído eso como dicho por la serpiente: et in Arcadia ego.

Así, el lema se relaciona con otros famosísimos que apuntan hacia la misma gama de significados.

Por ejemplo, el latet anguis in herba (la serpiente late en la hierba, o sea, está escondida en la hierba… del paraíso, claro, de la Arcadia, de dónde iba a ser la hierba, si no es del paraíso terrenal: toda la carne es hierba… y también paraíso, con o sin serpiente, qué más da).

Eso es de la tercera égloga de Virgilio:

Qui legitis flores et humi nascentia fraga,

frigidus, o pueri, fugite hinc: latet anguis in herba.

Más o menos, por el poco latín que aprendí en el bachillerato:

Los que buscáis flores y fresas que nacen en el suelo,

chavales, huid de aquí, la helada serpiente se esconde en la hierba.

Traduzco frigidus como helada, porque la serpiente es fría,cierto,  pero sólo la muerte es helada.

Hay que ver, hay que imaginar a estos chicos y chicas en la hierba, buscando flores (o retozando, es decir follando, que los poetas son muy simbólicos ellos) y el tipo que les advierte, salid de aquí echando viruta, no sabéis que, oculta entre la hierba, late la serpiente, el dolor, la muerte, el mal.

O pongamos:

Quoniam medio de fonte leporum

surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus angat.

Como dice Lucrecio, en De rerum natura.

O sea, digo yo que será sobre poco más o menos algo así:

Puesto que de la misma fuente de los placeres

mana algo amargo que atormenta a las propias flores

O en la versión de Byron:

Still from the fount of joy??s delicious springs

Some bitter o??er the flowers its bubbling venom flings

Así que, para mí, et in Arcadia ego viene de aquí. Tal vez me equivoque.

Cuidado: también aquí estoy yo. La serpiente. La muerte. El mal.

Qué curioso que haya pasado a significar todo lo contrario: ahí me las den todas, que estoy como en el paraíso, a mí plin.

Me calenté una pizza, me puse el DVD y… ¡et in Arcadia ego!

En un sentido literal, en el paraíso sólo está uno cuando está con amigos.

Ahí no late la helada serpiente oculta en la hierba.

O no se atreve a asomar la cabeza.

Por eso hay que reunirse y hacer todo el ruido de risas posible: para asustar a la serpiente y que se esconda.

Por ejemplo, en la ya tradicional fiesta de cumpleaños de Eduardo Vilas.

Felicidades por esas cuarenta castañas.

Ahí estamos, celebrando.

Como diría Gil de Biedma:

Mirad, somos nosotros…

Comments (13)

Más claro, aguajulio 26th, 2011 at 12:51

Cuando se junta mucha gente a hacer ruido de risas, lo normal es que la serpiente aparezca más tarde, con el amanecer, en forma de resaca, la muy puñetera…

Mientras tanto, carpe diem! 😉

Jancínjulio 26th, 2011 at 13:41

E-timo logía pop-hular.

un papá del Rufinojulio 26th, 2011 at 17:43

También titula Evelyn Waugh «Et in Arcadia ego» la primera parte de Retorno a Brideshead. Y es la parte de la novela que nos habla de los tiempos felices, de los tiempos de Oxford y de la inocencia. También de la pérdida de la inocencia.

El prota tiene en su cuarto una calavera con este motto. Creo que Waugh quiere decir que todos hemos conocido el paraiso, aunque a todos la vida nos va a expulsar de él. Y el final, como decía Biedma, envejecer, morir, es el único argumento de la obra.

Pero, bueno ¡arriba los corazones, que empiezan las vacaciones! (Patético pareado, por cierto)

un papá del Rufinojulio 26th, 2011 at 17:51

Curioseando por la web descubro que Cormac McCarthy llama Et in Arcadia ego al rifle de uno de sus protagonistas. Una bala certera sí que es la muerte sin conservantes, metáforas y demás aditivos.

Y el ejemplo más claro de que hablamos de un mememto mori, es que los (horteras de) Duran Duran llamaron Arcadia al grupito con el que quisieron mantener sus éxitos comerciales. Thanks, wikipedia.

preocupínjulio 26th, 2011 at 20:59

la morte se sconta vivendo, que decía Ungaretti.

Por cierto, grande la frase:
«En cierto sentido, la religión no es más que etimología popular».

No deje usted nunca este blog, háganos el favor.

Benito Olmojulio 27th, 2011 at 11:10

Siempre hay una serpiente acechando, pero creo que no le gustan los lugares concurridos, prefieren atacar a quien vaga en solitario, y le asustan las multitudes.

Como decía Jose Luis Sanpedro en su formidable «La sonrisa etrusca»: «La bicha no se marcha, sigue ahí, acechante, dándote mordiscos cuando se encuentra de mal humor, y dejándote vivir cuando está adormecida y tranquila…»

El Pobrecito hablador del Siglo XXIjulio 27th, 2011 at 11:38

Qué extraño: celebrando el paso del tiempo y por la vida. Aún así, o quizá por eso, la palabra que más se repite en esta entrada es «muerte», amenazante, acechando, en sus mil formas…

yo mismajulio 27th, 2011 at 20:53

Vaya… coincido plenamente con el comentario de «Más claro agua».

Y vaaaayaa que si salen las serpientes del «próximo día de»… .. Pero nada.. lo que decía mi padre cuando cuenta sus azañas con su moto y lo perseguía la guardia civil.. (y no lo cogían claro.. a él le iban a coger.. jejeje….bueno es..): Que me quiten lo bailao!!! O no??? 😉

Abrazos.

Búfalojulio 28th, 2011 at 18:40

Mi suegro, que mucho antes que suegro fue cura (jesuita) y estudió tres carreras en la Gregoriana de Roma (con notable éxito) traducía «Et in Arcadia ego» por «Entre los importantes también yo» y se refería al uso que hace de la expresión uno de los poetas romanos (no recuerdo cual de ellos) mucho antes de que Poussin la utilizara de manera irónica. En definitiva, asociaba la frasecita más con la vanidad que con la muerte.

Sergio Cossaagosto 17th, 2011 at 20:50

«¿De esas conchas que tanto entusiasman a los argentinos?»
😀
¡Y cómo!

Fernandoseptiembre 7th, 2011 at 20:24

Por favor, Rafael, retorne al blog. Entro cada día y siempre el mismo jabón (buenísmo, por cierto).
Un abrazo

Antonioseptiembre 16th, 2011 at 18:12

Al respecto he de añadir…

http://sydbarrettpinkfloydesp.blogspot.com/2011/09/curiosidades-pinfloy.html

JOANoctubre 23rd, 2011 at 12:11

«Et in Arcadia ego» es la inscripción que lleva el rifle de un personaje de Meridian Blood de McCarthy. Pero no es un personaje cualquiera. Es el rifle del Juez Holden, por el cual no pasan los años y que se mueve por el mundo como Pedro por su casa. Un mundo en guerra, violento y salvaje, parece ser la Arcadia del Juez Holden.

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