Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

La muerte peatonal

El otro día me comentaba mi amigo Antonio Álvarez-Barthe, que vive en Marruecos, que iban a organizar un homenaje clandestino al capitán Aldana.

-¿Clandestino?
-Bueno, arbitrario. Como nadie sabe con exactitud dónde murió en Alcazarquivir, lo haremos en cualquier parte, da un poco lo mismo, ¿no?

Yo creo que sí. El capitán Aldana murió en la legendaria batalla de Alcazarquivir. Aldana fue allí como consejero mlitar del rey Sebastián de Portugal. Cuando llegó, el rey le hizo maestre de campo general. El 4 de agosto de 1578 entablaron batalla. A la primera salva de artillería, los portugueses salieron corriendo, de estampía.La matanza fue colosal y el formidable proyecto portugués de conquistar África se tambaleó bastante. El rey Sebastián se perdió, desapareció, se desvaneció en la niebla o en el humo de la pólvora, y nunca más se supo. Así surgió ese culto o superstición portuguesa llamada «sebastianismo» (que infectó incluso a Pessoa, que creía que volvería cualquier día para mayor gloria de Portugal). ¿Qué pasó con Aldana? Según Diego de Torres, que hizo el informe oficial:

El día de la batalla, andando Aldana a pie por le haber muerto el caballo, le encontró el rey y le dijo: -Capitán, ¿por qué no tomáis caballo?- Y él dcicen que le respondió: -Señor, ya no es tiempo sino de morir, aunque sea a pie.- Y con la espada en la mano tinta en sangre, se metió entre los enemigos.

Francisco de Aldana tenía 41 años. Así murió, a pie, uno de los grandes poetas españoles.

-Ya nadie lee a Aldana -se quejaba Álvarez-Barthe.
-Yo sí.
-No se puede leer, no se encuentra, no hay ediciones, la juventud no tiene acceso a Aldana. ¡No hay derecho!
-Domínate, tranquilo, tranquilo.
?se, con el de la vivienda, es quizá el más grave problema de la juventud.

Yo releo a Aldana en la edición de don Elías L. Rivers, en los Clásicos Castellanos de Espasa-Calpe. La compré en 1982, cuando yo mismo era joven.

Al día siguiente cené con Orejudo y le pregunté por Elías. Me dijo que no andaba muy bien. Un abrazo, Elías.

Aquí estamos tomando la copa en el Parnasillo, después de cenar; Orejudo, mi novia, Helena (Mrs. Orejudo) y yo. Hablábamos de Aldana y de Elías Rivers.

Tuve la suerte de conocer a Elías y a Georgina en Nueva York y en Madrid, donde tenían una casa por la calle Cardenal Cisneros. Yo había oído hablar de los caballeros sureños, pero nunca había visto a ninguno de cerca hasta que me presentaron a Elías. Tenía ojos azules y una barba aurisecular (bigote y perilla) ya cana. Vestía impecablemente, con un terno gris, corbata y zapatillas deportivas (unas Nike negras, creo recordar). Por raro que parezca, le quedaban bien las deportivas con traje.

Una vez me encontré a Elías en Madrid. Me contó que se estaba haciendo una casa en Chinchón, pero que las obras iban muy despacio. No lo entendía.

-No lo entiendo, Reig. Trabajan sin ganas, a pesar de que siempre les ofrezco refrescos.
-¿Refrescos? Elías, dales unas copas de coñac, ya verás.
-¿Tú crees?
-Te lo garantizo.

Cuando le volví a ver le pregunté por la casa.

-Ha quedado estupenda. Tenías razón -me dijo.

Se suele decir que la primera obligación de un caballero es no provocar molestias a los demás. Elías llevaba la cortesía mucho más lejos: lograba que a su lado todo el mundo se sintiera más cómodo. Como no podía ser de otra forma, su edición de Aldana es un ejemplo de cortesía hacia el lector: información precisa, rigor filológico, inteligencia sin envanecimiento y elegancia en la prosa. ¡Y pensar que los jóvenes ya no pueden leer a Aldana! No interesa, sin duda, a los poderes fácticos, agentes sociales y creadores de riqueza; no interesa que la juventud lea a Aldana. Si pudieran leer la epístola que le envió a Benito Arias Montano, ¡otro gallo nos cantara! Por mucho que, como a mí, les siguiera alcanzando a veces «de lujuria el rayo encontradizo«, se harían propósito, como el capitán, de «caminar derecho / jornada de mi patria verdadera«.

¡Oh si los jóvenes pudieran leer algún soneto de Aldana! Hay uno que yo me recito muy a menudo, en mañanas de resaca:

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto varïar vida y destino,
tras tanto de uno en otro desatino
pensar todo apretar, nada cogiendo,

Termina con el deseo de apartarse del mundo «y en un rincón vivir con la victoria de sí«.

O aquellos sonetos dialogados, en los que se intercambian frases los amantes (con los fingidos nombres habituales en la época: Damón, Filis, Galatea, etc.). Como éste:

¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
en la lucha de amor, juntos trabados
con lenguas, brazos, pies y encadenados
cual vid que entre el jazmín se va enredando

y que el vital aliento ambos tomando
en nuestros labios, de chupar cansados,
en medio a tanto bien somos forzados
llorar y suspirar de cuando en cuando?

Amor, mi Filis bella, que allá dentro
nuestra almas juntó, quiere en su fragua
los cuerpos ajuntar también tan fuerte

que no pudiendo, como esponja al agua,
pasar del alma al dulce amado centro,
llora el velo mortal su avara suerte.

Inmejorable. ¿Por qué gemimos en la cama, cuando estamos tan a gusto? Hay teorías: hay quien dice que por placer (lo dudo). Otros que para provocar placer en la pareja (no sé, no sé). Otros que para excitarse uno mismo (y funciona, lo sé). Eso le pregunta la Filis de turno. Y Damón (qué viejo zorro debía de ser) le responde: en la cama, abrazados, nuestros cuerpos gimen y suspiran porque no consiguen que al follar el alma se traspase de uno a otro, son como una bisagra, que chirría porque no abre la puerta. ¿Lo intentamos de nuevo, Filis, pero en otra postura? Anda, mira, ponte así, a ver si ahora…

Como Aldana, cuando haya que morir, moriremos, aunque sea a pie, moriremos como peatones, qué remedio, y si hubiera otra vida (y lo dudo tanto como él, si no más):

iríame por el cielo en compañía
del alma de algún caro y dulce amigo
con quien hice común acá mi suerte:
¡Oh qué montón de cosas le diría,
cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

¿Tú lees a Aldana? ¿Tú crees que la juventud se droga y se desespera, y le salen caries, y se siente desdichada, sólo porque no puede leer a Aldana?

Comments (24)

Anonymousenero 8th, 2008 at 19:14

Hay una edición de su poesía completa en Cátedra más o menos reciente como para que no esté descatalogada. Y no sé si los jóvenes se drogan porque no leen a Aldana, pero desde luego le venía bien su lectura a más de un poeta (y poeto).

hormigaenero 8th, 2008 at 20:42

Yo nunca lo he leído pero tomo nota para hacerlo, a ver si mi desesperación va a venir de ese desconocimiento. Ah, tampoco nadie me lo había recomendado antes.

hanksioliticoenero 8th, 2008 at 20:45

No me paré a leer el post, lo haré otro día ¿vale?, me vengo directo al comentario sin demasiado respecto, lo asumo, pero ss que hoy estoy todo emocionado porque al fin he tenido en una entrada de mi blog tantos comentarios como los que habitualmente tiene nuestro buen procer y hacedor de literatura con mayúsculas. ¡¡qué contento entoy!!
En fin, Rafa, sólo quería festejarlo en los aledaños de tu mesa camilla. Este es el asunto en sí mismo El ombú equivocado
Felices se las deseo.

Zenenero 8th, 2008 at 20:55

La juventud, satánico tesoro, no lo lee pero

«brama con boca de bramido»

javier eenero 9th, 2008 at 0:56

Por ser jóvenes, precisamente, aún no hemos leído todo lo que teníamos que leer, porque cuando hayamos leído un poco de lo que se supone «debemos» ya no criaremos nietos, sino malvas.

Se comenta, se rumora que somos grandes incultos, que leemos poco y que solemos escribir «haber» sin hache y con uve. Yo pregunto, ¿en algún tiempo no fue así? Y lo digo porque hace a penas una hora he estado estudiando por el manual de Derecho Civil IV del profesor Díez-Picazo (reconocido civilista; uno de los catedráticos más importantes en tal ámbito, sino el más) en el cual se aprecian sus dudas en cuanto al uso de «deber» y «deber + de». Sin embargo, como soy joven y cometo alguna que otra vez faltas de ortografía, a mi pesar, intento ser humilde y no se me ocurre llamar a nadie analfabeto por tal error, que además es reiterado. Lo que sí hago cuando dudo es consultar un diccionario, un manual de gramática o de ortografía e intentar solventarla; sin embargo, muchos eruditos (Díez-Picazo en lo que atañe a leyes lo es) creen no tropezar nunca, pero, sintiéndolo mucho, se tuercen el tobillo tanto como nosotros (además de vendernos por cincuenta talegos libros editados con prisa y con los consecuentes gazapos). Y no son jóvenes.

No lo digo por usted, Don Rafael, que ya en otros artículos he observado que no comparte el actual y generalizado pesimismo hacia nosotros, la juventud.

Rick Deckardenero 9th, 2008 at 1:29

Yo me pregunto si pudiera ser que en Rafael Reig se encerrara un poeta. Quiero decir que si además de tener buen gusto en cuanto a lo que se refiere a la poesía, al menos en la aquí citada y en las referencias que toca en su «manual», le ha dado o le da por trazar versos, evidentemente inéditos.

Anonymousenero 9th, 2008 at 6:33

Qué pedazo ensayo sobre Aldana te ha salido, Rafa. Yo sí leo o leí a Aldana en su día, cuando iba a la UAM, pero no te valgo para la estadística porque no soy joven y cada año lo soy menos, como todo el mundo. Me emocioné con la historia del capitán que muere a pie y pensé en escribir un ensayo sobre nuestros tres grandes soldados muertos en batalla (Manrique, Garcilaso, Aldana), un requiem por esos tiempos donde los héroes eran hombres de verdad y no corresponsales de guerra con chalecos de pescar truchas.Luego pensé en escribir una novela con Aldana, don Sebastián, Pessoa, etc. pero se quedó en el cajón como tantas otras cosas.

«En fin, en fin, tras tanto andar muriendo…» Uno de los más grandes endecasílabos que jamás se hayan escrito. Recuerdo una noche que pasé al fresco, bajo las bóvedas universitarias, recordando un amor que perdí y una novia que no tuve. Oh Perla de la UAM.

Un abrazo

David Torres

minimonoenero 9th, 2008 at 6:58

Miedo da leer a Aldana si entonces dejo de drogarme y desesperarme, pero lo buscaré por la biblioteca.

Thiborenero 9th, 2008 at 7:36

Redescubrir lo casi olvidado y comprobar que su profundidad fue la tuya… que bueno!! Yo leí algo de Aldana en casa de mi abuelo, pero ese libro suyo, como otros muchos, no volvieron a aparecer nunca. Pero has despertado a Moyano y su mal y buscaré la edición de Cátedra que comenta otro bloguero. Gracias Rafa.

lenitaenero 9th, 2008 at 9:11

No conozco a Aldana, nunca había oído hablar de él, ni siquiera sabía de su existencia. Pero me ha convencido su post y ha despertado mi curiosidad. Buscaré en la biblioteca esa edición, o entre los libros viejos del retiro, tiene que haber alguna. Gran poeta debió ser a la vista de los textos que ha escogido.

Probablemente si la juventud leyera, no solo a Aldana, sino a cualquier otro autor no comercial, el mundo andaría mejor. Y quizá algunos, veinte años después, conseguirán mantener viva su memoria transmitiéndola a la juventud.

Me inclino ante su estudio sobre los gemidos durante el acto sexual. Nunca me lo había preguntado, le doy toda la razón. Su explicación me ha llegado dentro.

Besos¡

Danenero 9th, 2008 at 9:11

«…pensé en escribir un ensayo sobre nuestros tres grandes soldados muertos en batalla…»

¿Nuestros? Seran suyos, cada cual, digo yo. Espero no ser de nadie en el futuro (aunque haga algo memorable, que no va a ser)

«…un requiem por esos tiempos donde los héroes eran hombres de verdad y no corresponsales de guerra con chalecos de pescar truchas…»

Ja, ja. Esta imagen de los chalecos trucheros está muy bien. Creo que coincide perfectamente con la percepción general. Recuerdo a Pérez-Reverte con uno de ésos.

Yo también leí a Aldana en la universidad, en la UIB y en la UB, concretamente. Lamentablemente, creo que no presté mucha atención y, por lo visto, me perdí algo interesante. Siempre estamos a tiempo de rectificar. Recuerdo que el profesor de la UIB también hablaba de «nuestros» poetas y yo miraba al resto de la clase pensando que tal vez formábamos una cooperativa y que yo andaba sin saberlo…

Saludos

Chitaenero 9th, 2008 at 9:29

Rafael, disfruto a diario con lo que escribes. Hoy me has descubierto un poeta del que no tenía noticia. Buscando sobre él, encontré en la wikipedia algo de su poesía. Así los jóvenes y los menos jóvenes podremos leer la carta para Arias Montano. Aquí dejo el enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Aldana.
Un beso

Opción Cenero 9th, 2008 at 11:16

No lo creo, Rafael. Y el tema de la lectura y los jóvenes, tela marinera. Si yo te contara? pero no puedo: secreto de sumario. De momento te diré que, entre tanta teoría literaria y tanto discurso rimbombante (además de los informes correspondientes), a veces tengo la sensación de estar en una nube. Y como no me veo tan cerquito del cielo doy un salto, me bajo de la nube y pongo los pies en el suelo. ¿Sabes para qué? Para leer lo que escuchan los jóvenes: Iván Ferreiro, Quique González, Diego Martín y muchos más. Ayer, por ejemplo, Antonio Orozco y ??La cuestión?:

Porque si de amar se trata,
hay que amar sufriendo,
valga lo que valga,
jugar la esperanza,
recoger las alas,
y esperar que el miedo
de perder se vaya.

Miedo de perder tu cama,
de perder mi alma,
de empezar de nuevo,
de apagar las llamas,
de esperar un sueño,
y que nunca llegara.
Si es cuestión…

Si es cuestión de insistir,
robaré las palabras,
y así comprendas que dejarte,
era el indulto que yo esperaba.

Y es que no tengo remedio: me gusta estar ahí, a pie de obra. Pero, como soy prudente, me tomo en serio las medidas de PRL y siempre llevo el casco puesto. De todas maneras pondré a Aldana en la lista, por si acaso.
Ah! La caries me temo que es por el exceso de chuches (en general). Las drogas, la desesperación y la desdicha (en jóvenes y mayores)? otro día.

Besos.

Anonymousenero 9th, 2008 at 11:34

Hombre, Dan, digo nuestros no sólo por decir, sino porque la lengua española es la única patria que me va quedando.

Abrazo

David

Marenero 9th, 2008 at 11:35

Como siempre, ya me has incitado, ahora buscaré los versos de Aldana con la incansable y tozuda desesperación con la que se busca un bar abierto en esas madrugadas atemporales en las que crees que todavía queda mucho por decir y por beber. Es entonces, si al final claudicas y a pie, aunque zigzagueante, vuelves a casa, cuando encuentras el milagro de tu chico dormido y con caricias decides despertarlo para gemir entre sus brazos por sentirte a salvo en ese instante, pero no inmune ante los vientos que puedan soplar en el futuro.

Lucinda Blakeenero 9th, 2008 at 12:49

¿Es que embriagarse con Aldana es necesariamente mejor que colocarse con MDMA? Desde aquí, parto una lanza por aquellos y aquellas que conocemos la experiencia de amarnos unos a otros a base de química y no de hipocresía cristiana. Los borrachines como Reig lo saben bien: exaltación de la amistad, divino tesoro.
Yo sé que usted no cree en las jerarquías.
Un saludo y de nuevo gracias por su constancia.

Danenero 9th, 2008 at 15:21

Claro, David, por ahí iban los tiros. Aunque es curioso cómo las circunstancias pueden modificar los puntos de vista. Si lo dice alguien como tú suena a descreído de la clase política o algo parecido. Si lo digo yo respecto a mi lengua más cercana (la catalana; la española, en mi caso, viene a ser com un tío cercano al que aprecias), suena a algún remedo de trasnochado nacionalismo con aspiraciones a un nuevo imperio artificial… Ya te digo: no me convencen las patrias: tampoco las idiomáticas. Saludos, por lo demás, y enhorabuena por tus libros(creo haber-te felicitado ya por ellos con anterioridad en este sitio de Reig)

Anonymousenero 9th, 2008 at 18:33

Hola Rafael:
desde la bolsa de pipas encontré un enlace a tu blog y fue un descubrimiento fabuloso. Me gusta tu ironia, tus artículos aunque tengo la pena de no haber leído ninguno de tus libros.
Tienes mucho mérito en no ocultar tus defectos como persona, lo que para mí, es una gran virtud al mostrar en público cómo eres. Yo no sería capaz y por eso te envidio.
No me gusta la poesia, pero los ripios del Aldana este me han gustado porque hablan de un tema que, como me imagino que a ti, a mi también me gusta disfrutar.

Te imagino, sin haber leído tus libros, un escritorsituado entre Carver y Bukowski, dos autores que me gustan mucho, uno por sus historias que te dejan jodido (Carver) y el otro por lo sórdido de sus historias.
Nada más un abrazo y gracias por permitir disfrutar de tus letras. ¿Alguna forma de conseguir tus libros? Yo vivo en tenerife.
Te dejo un enlace a mi blog

http://lacomunidad.elpais.com/machetti/posts

Mariano

Cesar (Lo Pelat)enero 9th, 2008 at 19:48

Hay raíces más profundas para que un chavalote entregue sus antebrazos o pulmones al veneno caquis o blanco brillante Rafael. Es como un vaso el cual llenamos de agua pero que en el fondo tiene algo de zurrapa, es agua sí, pero no sabe a agua porque esta manchada la raíz, yo he leído bajo la desesperación de las drogas y es un mal sitio para esconderse, precisamente porque te escondes y te aislas del mundo y tu opinión es sesgada debido a la depresión consecuencia de tu apuñalamiento personal, por eso para leer hay que tener un mínimo equiibrio mental y así poder no solo hablar con Aldana a través de su escritura sino de gozar con Aldana a través de su lectura. Así que siento decirte que ausencia de lectura no es consecuencia de la ausencia de sueños, que precisamente es donde radica casi todo, matizaría hasta ausencia de ilusiones y que es la lectura previa desde pequeños lo que nos hace estirar los pies al enano de tus miedos personales, yo soy parte responsable de que no lean los mas púberes de hoy día. ¿Y tú lo eres?

César
Un Saludo a mi Trinchera Cósmica
El Pelao

Emmaenero 10th, 2008 at 14:22

Yo creo que si hay otra vida porque no es posible que despues de tantos obstaculos como nos salen al paso, constantemente, uno detras de otro, mas las ambiciones, pasiones, hastios, todas esas cosas que nos matan queramos seguir estando vivos. No es posible tantas alianzas para destruirnos ni tampoco es posible tanto empeño en quedarnos. Ha de haber un motivo. Yo lo comprendo pero no se explicarlo.

Carlosenero 11th, 2008 at 13:17

Ese poema de «en fin» es mi preferido de la poesía española, con otro de Quevedo -«Buscas en Roma….» Mis versos favoritos son los 12, 13: «hallo, en fin, que ser muerto en la memoria / del mundo es lo mejor que en el se asconde».

Anonymousenero 11th, 2008 at 15:37

Existe en una universidad de Francia un despacho «Francisco de Aldana» en homenaje a ese poeta: es el mío. De modo que la juventud francesa que transita por ese despacho (¿unos veinte estudiantes al año?) sí conoce a Francisco de Aldana. Toma ya.

Faienero 13th, 2008 at 12:52

El ímpetu cruel de mi destino,
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!

¡Oh, si tras tanto mal grave y contino,
roto su velo mísero y doliente,
el alma, con un vuelo diligente,
volviese a la región de donde vino!

Iríame por el cielo en compañía
del alma de algún caro y dulce amigo,
con quien hice común acá mi suerte;

¡oh, qué montón de cosas le diría!
¡Cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

Francisco de Aldana

PTjulio 4th, 2009 at 8:40

Hace tiempo que leí un soneto? del capitan Aldana que hacía referencia al poco espíritu de aquellos que viven siempre en la corte, sin tener nunca motivo para arriesgar en la vida («quedaos en la corte»). Ahora no lo encuentro.
Si alguien lo tiene, ¿me lo podría pasar?.
Gracias.

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