Vida Inteligente en televisión

Normalmente, yo misma torcería la cara ante un titular de ese pelaje. Porque indica un prejuicio hacia todo lo que produce la televisión, y yo trabajo para ese medio, y eso querría decir que yo trabajo construyendo basura, y probablemente que soy tonta, o vaga, o un montón de cosas más, una aprovechada, un parásito o una parásita.

Sí, yo creo en la televisión. Eso no quiero decir necesariamente que crea en lo que yo hago. Ni que me parezca esto o lo otro. Pero llevaba un fin de semana pensando «No echan nada en la televisión», hasta que en el momento más arrastrado de la semana, el domingo noche, me encuentro con la estupenda entrevista que Andreu Buenafuente le hizo a Pepe Rubianes en Barcelona, en Julio de 2007. Este es Rubianes, hablando de que el trabajo dignifica.

La entrevista era una conversación franca, entre amigos, fumando al fresco, mezclando las boutades con las procacidades, las reflexiones sobre la vida con anécdotas mucho más prosaicas. Ha sido como una sobredosis de contenido frente a lo que suelo ver, que es bastante. La vida contra la nada. La realidad contra el artificio. La sencillez contra la banalidad. Os hacéis a la idea.

Casi nunca veo la tele como actividad única. Soy más de multitasking, y la tele, cuando está, casi siempre ocupa un lugar secundario. Pero esta noche he prestado mucha atención a esa entrevista, ofrecida a modo de homenaje al fallecido Pepe Rubianes.

Rubianes, a quien tuve ocasión de ver en el teatro en Barcelona, fue un hombre muy radical. Polémico, en los últimos meses de su vida tuvo que luchar contra la enfermedad y contra los que intentaban hacerle pagar por sus declaraciones en el programa de Albert Om. Rubianes siempre hizo lo que le dio la gana, dijo lo que le dio la gana, no se sometió a convencionalismos ni le hizo la rosca a nadie, y aún así se pasó diez años en el teatro Capitol de Barcelona con su espectáculo «Rubianes solamente». No tuvo familia porque no se sentía preparado. No tuvo pareja estable porque le encantaba la vida libertina. No le gustaba la tele ni las obras de teatro de compañía porque no quería tener jefes. Le encantaba, según decía en la entrevista, salir, reírse, follar, comer con los amigos y ponerse hasta el culo de copas. Preguntado por su epitafio, dijo que sería «Iros todos a tomar por culo.» Rubianes no sólo te hacía reír, sino que también te hacía pensar. No sé a vosotros, pero a mi la gente que vive como le da la gana siempre me provoca mucha admiración. Y si encima son capaces de provocar la risa se convierten en ídolos absolutos.

Buenafuente también ha estado muy bien. ?l ha replicado el contundente epitafio de Rubianes diciendo que el suyo sería «Ahora una breve pausa para la eternidad y volvemos enseguida.» Se nota que había preparado la conversación, y la entrevista no era el clásico esquema de pregunta-respuesta, sino una conversación abierta entre dos amigos y profesionales del humor. Tanto Rubianes como Buenafuente han soltado una gran cantidad de perlas que me han hecho darme cuenta de que llevaba varios días sin ver nada en la tele.

Tanto desfile de políticos, reinas de la mañana, reyes de la noche, periodistas solemnes, tanto imbécil subido a un atril, jurados de OT, presidentes de clubes de fútbol, opinadores con dorsal y bebida isotónica, redactores de sucesos con ganas de contar chistes, para que vengan dos payasos y resulte que son los únicos que tienen algo que decir.

Buenafuente ha dicho que él no cree tanto en países y en nacionalidades sino en un país de la risa, en un mismo modo de ver las cosas. Por mucho que suene bastante ingenuo, aunque yo no sé dónde está la frontera del país de la risa (igual hay que fumar mucho de algo o ver muchas veces el sketch de Paca Carmona de Martes y 13) ni qué impuestos se pagan allí, yo creo que los países (los emocionales, que son los que para mí cuentan más, si bien respeto y casi hasta envidido el sentimiento de pertenencia a una nación o comunidad) los hacemos las personas.

Y yo, después de haber visto esta entrevista, me he reconciliado con el país de la tele, y con la misión de los trabajadores del espectáculo: hacer la vida más soportable a los demás. Puede que no sea un doble by pass coronario, pero cuando los cómicos son buenos… es lo mejor que hay.

14 thoughts on “Vida Inteligente en televisión

  1. Rubianes era un grande. Yo lo vi una vez en el teatro que hacía improvisaciones y me tronché brutalmente.

    La puta vergüenza es que esas polémicas declaraciones que hizo, las hizo en referencia una España caduca que fue la que le saltó a joderle. A los inútiles de los políticos y los «megustaríapintaralgo» siempre les han jodido los payasos y los humoristas: tienen pensamiento, tienen voz y saben cómo decir las cosas para que lleguen.

    Descanse en paz. O no, en juerga continua, ¿quién coño quiere paz?

  2. Pingback: Mi televisión y otros animales » Buenafuente, Follonero y Rubianes me joden

  3. Larga vida para los humoristas en el país del mal humor, ¿que es la amistad sino esa relación con gente con la que te lo pasas bien? para pasarlo mal siempre hay tiempo, pero pasarlo bien hay que currarse lo humorístico de la vida. La risa tiene orígen divino y ya los dioses paganos en el Olimpo se partían la caja a carcajadas.

  4. Pingback: Buenafuente, Follonero y Rubianes me joden | Gremlins

  5. Buenafuente es un cansino. No sabe hacer entrevistas. No escucha. Sólo le preocupa soltar las gracietas que lleva preparadas y que cada vez le funcionan peor.

  6. El problema de tener los cojones para ser libre (que hay que currárselo, ojo) fue que siempre habrá cuatro imbéciles dispuestos a remover Roma con Santiago para intentar joderte la vida. Como dice el estimado Galahan, tener pensamiento y voz son dos de las cosas más peligrosas de esta sociedad – peligrosas para quien pretende controlar a todo el mundo, claro – y el amigo Pepe, el actor galaico-catalán, disfrutaba de ambas y en buena cantidad.

    Recuerdo que mi rubianofilia nació en Madrid en 1.991 cuando fui al Teatro «Infanta Isabel» a ver en compañía de mí mismo la obra «Por amor de Dios». Creo que la experiencia de ir al teatro solo – el cine es otra historia – es bastante triste; por eso nunca le estaré lo suficientemente agradecido a Pepe por haberme hecho olvidar durante hora y media que tuviera los dos reposabrazos para mi uso personal.

    Si bien «Una conversación solamente» es un gran homenaje, se han quedado cortos: Rubianes se merecía eso y mucho más.

    Afectadísimos y paypayeros saludos.

  7. Pues yo la empecé a ver con muchas ganas porque me interesaban ambos personajes, pero me decepcionó bastante. Me resultó obvia y autocomplaciente. Buenafuente no es especialmente bueno haciendo entrevistas, eso también.

  8. A mí Rubianes siempre me ha parecido un cómico de tercera, basto, grosero y muy políticamente correcto, aunque no lo parezca. Todo lo contrario de Gila o de Tip y Coll, por ejemplo. En cuanto a la entrevista, la vi a ratos y lo que oí me pareció mucho más cómico que muchos de sus supuestos numeritos y chistes, por ejemplo, sus viajes, el modo en el que vio cómo iba a empezar la Tercera Guerra Mundial por culpa de esos pobres desposeídos a los que sólo les queda la desesperación, bla, bla, bla… El discursito de un pijoprogre subvencionado por el Estado (en su caso, dos comunidades autónomas) que ejerce de conciencia social a falta de auténtico talento. Más o menos, igual que su entrevistador, Buenafuente, aunque a éste sí que no le veo ni puta gracia.
    Descanse en paz.

  9. Estimado Davidtorres, dicho sea con todos los respetos, no sé de dónde se saca Vd. algunas de las afirmaciones que hace: vaya por delante decir que el sentido de humor es como los culo (cada uno tiene el suyo propio) y, claro está, nada hay que decir si a Vd. el Sr. Rubianes no le provocaba ni media sonrisa; su estilo era directo, provocador y, porqué no decirlo, extremedamente soez, pero también, y en mi opinión, lanzaba verdades como puños bajo una retranquera ironía que no todos los «implicados» eran capaces de asumir con elegancia – más que nada, supongo, porque los «implicados» solían, y suelen, ser unos gilipollas de marca mayor…

    Ahora bien, no comparto en absoluto con Vd. el calificar a Rubianes de «cómico de tercera» – cuando era uno de los profesionales más valorados y admirados de la profesión (repito, cosa diferente es que Vd. enganchara o no con sus espectáculos) -, decir que era «políticamente correcto» – extraña manera de serlo cuando sus hilarantes procacidades irritaban a más de uno, fuera de la orientación política que fuera – o que realizara «el discursito de un pijoprogre subvencionado por el Estado (en su caso, dos comunidades autónomas)». Si no estoy equivocado, Pepe Rubianes no recibía subvención alguna por sus espectáculos – ni siquiera por el tristemente polémico «Lorca eran todos»; es más, el propio actor galaico-catalán (supongo que por eso comenta Vd. que dos CCAA le concedían ayudas) se jactaba de ello. Le puedo asegurar como habitante de Terra Meiga que soy (también conocida como Galicia) nunca he oído que nuestro gobierno autónomico le hubiera soltado euro alguno a su «mediopaisano»; y por cómo hablaba Rubianes de la Generalitat dudo mucho que se hiciera lo mismo en Cataluña… aunque bueno, hay estarán las cifras oficiales para confirmarlo o no.

    Siento la contrachapa que he soltado, estimada Ángela, pero es que Rubianes, para mí, tenía mucho, muchísimo talento. Reciba los afectadísimos saludos habituales.

  10. Estimado, Grom, siento haberle molestado, pero ya puse al frente de mi post la frase «siempre me ha parecido». A mí. Es mi opinión y las opiniones, en efecto, son como los culos: todo el mundo cree que el suyo es el único que no huele.

    «Lorca eran todos», el espectáculo que montó después de su numerito antiespañol, sí estaba subvencionado, no sé si por la Comunidad Autónoma o el Ayuntamiento, y por eso mismo se montó una polémica de cojones. De todas formas, no creo que este detalle sea el quid de la cuestión. A mí, Rubianes, le repito, no me hacía gracia ni me escandalizaba lo más mínimo. Para mí era un provocador que no me provocaba nada, más que aburrimiento y un poco de lástima. Era un «quiero y no puedo». No le llegaba a los talones ni a George Carlin, ni a Andy Kauffman, por ejemplo. Por eso le califico de «cómico de tercera». En mi ranking particular, se entiende.
    Saludos.

  11. Estimado Davidtorres, no se preocupe pues en ningún momento me he sentido molesto por su opinión que, por supuestísimo, es tan respetable como la de cualquiera. Obviamente, puede Vd. poner a Rubianes a parir sin que nadie pueda rebatirle – que «para gustos, colores», dicen -.

    Ahora bien, una mínima puntualización: «Lorca eran todos» no fue subvencionado en absoluto. La polémica sí engloba el concepto «subvención» desde el momento en que personas de bien y recta moral, verdaderos adalides de lo que es ser un patriota, consideraron que la obra de Rubianes nunca podría ser estrenada en el «Teatro Español» (también vaya coincidencia con el nombrecito…) al tratarse de una sala municipal, esto es, financiada con dinero público. Tras escuchar las declaraciones antifachespañolas – que no «antiespaña», como Vd, dice – que Rubianes hizo en el programa de TV3, una parte (mínima) del pueblo madrileño consideró que la libertad de expresión es digna de respeto siempre que lo expresado coincida con lo que piensan – es un decir – ellos. Y de ahí la polémica.

    Espero que esto no se convierta en un toma y daca sobre la figura de Rubianes; repito lo dicho tanto en este comentario como en el anterior: el trabajo de Rubianes puede gustar o no; que cada uno opte por lo que más le apetezca.

    Fíjese que en una cosa Vd. y yo sí coincidimos: a los dos nos gusta más Carlin.

    Afectadísimos saludos.

  12. Buenísimo el vídeo de Carlin. Gracias a todos por opinar. Buenafuente quizá no sea el mejor entrevistando, pero él en sí mismo es interesante, ergo, todo lo que hace tiene su qué. Ese es mi silogismo del lunes por la tarde. Besos a todos.

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