LO MEJOR DE MI 2013

The Good Wife

He estado postergando la escritura de esto hasta el último momento, pensando ¿realmente el mundo necesita otro «Lo mejor de mi año»? Pero bueno, como tengo el blog un poco abandonado y me sirve para que no se me olviden las cosas que me gustan, aquí va.

LO MEJOR DE LO QUE HE LEÍDO

Ha sido un año de lecturas eclécticas y desordenadas (como siempre). Los libros que más me han gustado han sido:

«UNA MUJER EN BERLÍN», de Anónima.

«24 HORAS EN LA VIDA DE UNA MUJER», de Stefan Zweig.

«HAMLET», de William Shakespeare.

De no ficción me quedo con

«DEAD MAN DO TELL TALES», de William R. Maples.

LO PEOR:

«Postmortem», de Patricia Cornwell.

«Dejando la estación de Atocha», de Ben Lerner.

«El huevo de oro», de Donna Leon.

Además ha sido el año en que me he comprado un libro electrónico y ahora me encanta leer en él. Casi tanto que me da pereza ahora comprar libros en papel. Pero pagando, eh, ojo, creo que hay que escuchar (como siempre) a Javier Marías.

LAS MEJORES PELIS

Sé que no son de este año, pero

«DANS LA MAISON»

«DE ÓXIDO Y HUESO»

me han parecido una absoluta maravilla.

Tampoco es de este año, pero «BLANCANIEVES» de Pablo Berger me ha parecido genial.

Y del cine español, me quedo con

«ISMAEL», de Marcelo Piñeyro

«ILUSIÓN»,  de Daniel Castro

y «LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI», a pesar de lo misógina que es.

De «GRAVITY» paso bastante porque ya se me ha olvidado, y en cambio me quedo con

«LA CAZA»

«12 AÑOS DE ESCLAVITUD»

«WORLD WAR Z»

«RUSH».

Supongo que debería haber ido más al cine porque me ha parecido un año bastante flojo.

LO MEJOR DE TELEVISIÓN 

He disfrutado enormemente con

«HOUSE OF CARDS»

«THE AMERICANS»

«THE GOOD WIFE» (V)

«BROADCHURCH»

«THE KILLING» (III)

la sexta de Mad Men, que estoy en ello, y la recta final de la tercera de Homeland, que al final me está gustando bastante.

PROGRAMAS DE TV

Por supuesto, ha sido el año de Master chef y Top Chef. Los dos me han gustado mucho, aunque quizá me quedo con el último porque es más reality, en el sentido de que ha puesto al descubierto toda la gama de emociones, las mejores y las peores, que afloran entre los concursantes en un entorno altamente competitivo: la cocina profesional. Larga vida a los realities de cocina, entretenidos como los otros pero protagonizados por gente que además sabe hacer algo.

EN LO PERSONAL

En 2013 he tenido la ocasión de trabajar en dos series estupendas.

Galerías Vélvet. Enero 2014.

Galerías Vélvet. Enero 2014.

El año de ver representada la primera obra de teatro que he escrito «Lola, una comedia de madres e hijas» y en el que he firmado un contrato con una editorial estupenda para publicar mi primera novela en solitario, que saldrá si todo va bien en primavera. Y he tenido la suerte hacer algunos estupendos amigos nuevos y lo más importante, conservar a la familia y amigos que ya tenía, así que creo que ha sido un gran año. Espero que seáis muy felices y que el año próximo se os cumpla algún sueño que otro (creo que todos sería excesivo.)

¡FELIZ 2014! 

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Por cierto, si os apetece aprender a escribir guiones este 2014 os dejo mi curso y el de unos amigos. Luego no digáis que no avisé.

CURSO DE GUIÓN DE TV

CURSO DE STORY EDITOR

CURSO DE GUIÓN DE CINE

 

LA CEJA DE JOAN FONTAINE

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Ayer murió Joan Fontaine, una de las pocas actrices que quedan del Hollywood del esplendoroso blanco y negro. Tenía 96 años, un Óscar por «Sospecha», una hija, cuatro matrimonios y decenas de películas a sus espaldas, entre ellas, dos de mis favoritas de todos los tiempos: «Rebeca» y «Carta a una mujer desconocida.»

En esas dos películas Joan interpretaba a dos mujeres que prácticamente eran la misma: una Joan frágil, delicada, bastante pánfila e ingenua, y que se deja arrollar por dos hombres (guapísimos) que no la convenían. Por amor tenía que endurecerse, y tenía que madurar. Era la típica heroína de melodrama que tenía que pagar peaje por un amor insensato y no correspondido (Carta a una mujer desconocida) o deshonesto (Rebeca, película en la que su personaje ni siquiera tenía nombre). Esta mujer sufridora sufría de forma elegante y empática, y casi siempre lo hacía de la misma manera: levantando la ceja.

No sé si era muy buena actriz o no, porque esto de la ceja lo hacía constantemente. Su hermana mayor, Olivia de Havilland, también era bastante sufrida. Sus caras se parecen, pero son como el reverso positivo y negativo de una misma fisonomía. La Melania de «Lo que el viento se llevó» es angelical pero logra retener algo de dignidad, por eso hay algo en mí que hace que me identifique con la mujer que, cuando se da cuenta del marrón en el que está metida, ahogue un suspiro y levante la ceja.

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Las hermanas se llevaban, desde pequeñas, muy mal. Se apunta que Joan rechazó la felicitación de su hermana cuando ganó el Óscar, y que años después Olivia le negó el saludo por unas supuestas declaraciones que habría hecho Joan sobre su marido. Más tarde, Fontaine se quejó de no haber sido invitada a un servicio religioso por la muerte de la madre de ambas, la también actriz Lily Fontaine, que hizo carrera en su país natal, Gran Bretaña. Menudo triángulo de las Bermudas.

Olivia de Havilland.

Olivia de Havilland.

Lillian Fontaine.

Lillian Fontaine.

Sin embargo, hoy, ahora que Joan ha pasado a mejor vida, descubro que a pesar de su expresión cándida y apocada, Joan era piloto de aviones, de globo aerostático, experta amazona, cocinera, decoradora de interiores y, ojo, cazadora de atunes.

 

 

 

 

EN LLAMAS

El catálogo completo de Almacenes Arias.

El catálogo completo de Almacenes Arias.

El otro día ví «En llamas» en un cine cuyas paredes estaban recubiertas por un papel pintado de peras y manzanas. No sé si lo habría diseñado la ínclita alcaldesa políglota, pero el caso es que todo un reto permanecer atenta a una película de 2 horas y 26 minutos cuando, en la mayoría de las escenas de día, puedes ver frutas enmarcando la acción. No diré eso tan socorrido de «así no se combate la piratería», porque esto va más allá.

AMIGO EMPRESARIO, NO PONGAS PERAS EN LAS PAREDES.

A LOS CINÉFILOS LES DISTRAE Y A LOS AMANTES DE LA FRUTA LES ABRE EL APETITO.

Vi la primera parte de «los Juegos del Hambre» con interés porque me gustaba, a pesar de su largo prólogo, cómo se plantean las reglas de juego de ese mundo distópico y la propia naturaleza de las pruebas, y la mecánica de la competición. Otro tanto a favor es Jennifer Lawrence, que es absolutamente empática y roba la pantalla cada vez que sale.

Pero «En Llamas»… (Espoilers de aquí en adelante.)

En fin, la película tiene un prólogo que dura hora y media en la que básicamente se pone al día, con un tedio expositivo que hace que las peras de repente parezcan la mar de amenas, cómo ha sido la vida de Katniss y Peeta y su obligación de simular su romance de cara a las cámaras en una gira de los ganadores de los últimos juegos. Pero ella tiene un mozo que le gusta, no sé cómo se llama, pero es el cuñado de Elsa Pataky, Chris Hemsworth. Así que se plantea un triángulo desaguado que luego cobra interés. Otras de las tramas que se lanzan es que Katniss está en peligro porque su figura y su carácter alientan la rebelión en los distritos, de forma que las fuerzas siniestras deciden que tendrá que morir en algún momento… pero de una forma vistosa (con lo fácil que sería cargársela de cualquier manera.)

A mitad de la gira (y a mitad de película, cuando mi acompañante ya me estaba diciendo que se quería ir a tomar una copa o una macedonia) se hace saber que habrá otra edición de «Los Juegos del Hambre» y como tribunos del distrito repetirán la pareja ganadora, Peeta y Katniss.

Espera un momento. ¿Lo he entendido bien, van a jugar los mismos que jugaron en la primera parte? ¿Dónde lo he visto esto antes? Ah, sí. En la primera parte, en menos metraje y de forma más amena.

Cuando llegan los juegos no ha pasado gran cosa. Se ha desarrollado algo una incipiente atracción entre Peeta y Katniss, basada en el carácter bondadoso de la chica, y a Lenny Kravitz le han dado una buena zurra (para los que fuimos adolescentes en los 90, siempre es algo curioso). Los juegos traen a la peli lo que prometen: acción, sorpresas, conflicto… y una revelación final que hace que digas, de acuerdo, 140 minutos después, tengo ganas de ver qué pasa.

Y entonces se acaba la película. A mí me parece una lata que las sagas de una trilogía no sean más independientes, porque esto de poner unos cuantos bocatas de exposición, un breve plato principal y un frenazo en seco se parece muy poco a la experiencia clásica de ver una peli (o un flim.)

Por supuesto, luego está el horrendo estilismo de la saga. Ya sé que es deliberado, pero hay ciertas cosas que simplemente no están bien y que empobrecen la experiencia. El vestuario parece que lo ha hecho el estilista de Messi, y con esto está todo dicho. Y es que los modelitos que viste Elizabeth Banks rivalizan en bizarrismo con las peras, recuerdan profundamente a John Waters y a the Rocky Horror Picture Show.

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En conclusión: no digo que sea fácil, pero creo que debería haber una forma de que la entrega de una saga sea una pieza narrativa valiosa e independiente, en la que los personajes idealmente sufran una transformación, que te importe algo lo que les pasa y que el punto y seguido para la siguiente peli no produzca una sensación tan anticlimática. Menos mal que Jennifer Lawrence me sigue pareciendo una buena razón para ver lo que sea.

Hablando de distopías, os comento que estaré el próximo lunes 16 de Diciembre en la Casa del Libro de Gran Vía de Madrid de charleta sobre este tema con Carlos García Miranda y Daniel Ojeda Checa, que saben mucho de distopías, las que van y sobre todo las que vienen.  A eso de las 19:30.

THE BLACKLIST (SPOILERS)

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Como últimamente no hago más que ver «The Good Wife» obsesivamente, de vez en cuando tengo que sacar la cabeza del bucle y darle oportunidades a otras series. Anoche fue el turno de «The Blacklist», una serie de en la que James Spader hace de terrorista buscadísimo que decide, en un momento dado, entregarse y desgranar una lista negra (¿Quién no tiene una?) de terroristas a quien él, como el FBI, quiere ver encerrados. Muy bien, James Spader está feo pero al menos no viejo en plan señora, sino simplemente feo y grimoso, recuerda un poco (de forma totalmente intencionada) al Kevin Spacey de Seven.

Empecé a ver el piloto con interés pero a medida que iban pasando los minutos me empecé a decepcionar. E hicieron falta pocos.

Nada más ver cómo Red Reddington, el megaterrorista se entrega en plan «viva la parafernalia» que tanto les gusta a los americanos, llega el anticlímax en forma de presentación de una joven agente del FBI, personaje femenino que está con su marido insistiendo machaconamente en lo importante que es para ella la familia y adoptar a un niño.

En paralelo, Red dice que solo hablará con esa agente novata y con ninguna otra, porque, ojo, es su hija.

PRIMER DELIRIO

Así que cinco coches y un helicóptero llegan a casa de la chica para llevarla a la celda de Red. ¿No bastaba con el helicóptero?

Bueno, gran shock, poco tarda en revelarse que la chica es su hija. Vale, aceptamos barco, aunque sea el «velero de la pereza». Gran pena marital porque marido llama a esposa para una cita con la gente de la adopción y resulta que ella, en la mega misión, no puede acudir.

Red comienza a hablar sobre cómo la hija de un general será secuestrada en breve. Mandan unos coches del FEBI a por la niña y de camino unos señores que en teoría están manejando «hazardous material» les secuestran, con gran tortazo automovilístico del que la agente cómo-se-llame sale indemne. De alguna forma, esta situación se acaba convirtiendo en que a la susodicha niña le ponen una bomba en la mochila y la dejan sentadita en la entrada del Zoo. Esposa familiar se queda de cháchara con la niña hasta que un conocido de Red desactiva la bomba y se la lleva como comisión por los servicios prestados.

Ya llevamos: una recogida en helicóptero, un secuestro automovilístico, y una bomba en un zoo.

SEGUNDO DELIRIO

No sé en qué momento, la hija le clava un boli o algo así a su padre en la carótida y le dice que tiene un minuto para revelarle alguna información crucial. ¿En serio? ¿A tu padre? ¿A un terrorista buscadísimo cuya vida vale un congo? ¿Es que los responsables de esta serie no vieron 24? Anda que no se pueden hacer cosas.

Pero aún quedan sorpresas.

TERCER DELIRIO

La joven esposa le dice a su jefe que necesita ir a casa a ducharse y a ver a su marido, a mitad del día y porque sí. Llega y ve todo lleno de celebraciones. «¡¡ES UNA NIÑA!!» «FELICIDADES». Su marido ha comprado champán para celebrarlo. Y resulta que mientras esperaba ha llegado el de la bomba en el zoo y ha torturado al marido a base de bien. Y le clava un puñal en plan «quiero trinchar este pavo, he de hacerlo ahora».

Pero lo que me repatea no es eso, sino la alegría con que se planta lo de la adopción. Ella no acude a la cita, y a la vuelta, ya está hecho, y es una niña. ¿Es una niña o un chihuahua sarnoso? Porque ni siquiera un saco de pulgas se entrega con tanta ligereza.

Sigo.

No sé muy bien en qué momento el terrorista que organiza todo esto se deja caer de un campanario sin que esté muy justificado. O igual es que me había ido a por unas patatas. El caso es que al final el terrorista está de charla con San Pedro, la nueva agente del FEBI ha salvado muchas vidas, y su marido está con un ventilación mecánica en el hospital. Ella, sola, en casa, con una copa de vino…

CUARTO DELIRIO

…Se pone a lavar las manchas de sangre de su marido de la alfombra y accidentalmente descubre una caja bajo las tablas del suelo con pasaportes en varios idiomas… ¡Tate! ¡Que su marido es un espía!

Así que, no se puede negar que el piloto de «The Blacklist» sea entretenido, pero es todo tan sumamente increíble, bombástico, forzado y subrayado que me da mucha pereza verla… o quizá se convierta en un guilty pleasure. Lo único que me cautiva es el homenaje que le dan a uno de los personajes del FBI llamándole Ressler.