ENTREVISTA A ROBERTO P?REZ TOLEDO

Hace tiempo que quería pedirle a Roberto Pérez Toledo que nos concediera una entrevista, especialmente ahora que ha culminado el rodaje de su primera película, «Seis Puntos sobre Emma«. Conozco a Roberto hace muchos años, admiro su forma de hacer cine y sus estupendos cortos, y su paso al largo me parece una buenísima noticia. Aunque todo eso ya es más que suficiente, una última hora «marcada por la actualidad» como suelen decir los presentadores de tele, le ha añadido aún más contenido a nuestra conversación: Roberto dice que le han plagiado su corto premiado en el Notodo Film Fest llamado «Los Gritones», aquí podéis verlo:

Y este es el anuncio de la marca Kia que se está emitiendo actualmente en Canarias:

Roberto, vamos a despachar primero este asunto tan desagradable, si te parece. ¿Quienes son los «autores» de esta fusilada tan sonrojante? ¿Qué sabes de ellos? ¿Han contactado contigo para disculparse o compensarte de alguna manera? ¿Qué sensación te provoca ver esto?

-En primer lugar, se me quedó cara de tonto. Aluciné. Luego sentí indefensión… ¿De verdad los que hacen algo así se creen que no nos vamos a enterar? A mí me filtraron hace un par de semanas que esto se estaba gestando. Convocaron un casting para elegir al chico y a la chica del anuncio y directamente les pusieron «Los gritones» en un televisor diciéndoles: «Esto es lo que vamos a hacer». La productora detrás del asunto responde al nombre de Imagia, que se escuda en que el guión del espot viene de una agencia de publicidad llamada Oportunidades. De ambas empresas me están llegando estos días las peores referencias.

En las redes sociales hay mucha gente expresando su solidaridad y denunciando esta situación. ¿Crees que la publicidad, la televisión o el cine se aprovechan de las fuentes de creación independiente? ¿Es un fenómeno extendido? Ahora mismo me acuerdo de un caso no tan evidente pero muy similar; el parecido entre el cortometraje «Phobia» de Ciro Altabás y este anuncio.

-Es un fenómeno complicado de analizar. Lo grande de este momento que estamos viviendo es que todo el mundo puede mostrar en la red sus pajas mentales o sus ideas maravillosas. A lo largo del día, estamos más expuestos que nunca a mil impactos visuales de cualquier índole. Vemos esto o lo otro y saltamos de un clic a otro a velocidad de vértigo. Ese material esta al alcance de todos, tanto si entras a YouTube desde casa como si lo haces desde tu mesa en una agencia de publicidad en la que trabajas como creativo. ¿Que ocurre entonces? Que las ideas son peligrosamente intangibles. Pero, aún así, creo que sí existen unas fronteras claras y que todos somos capaces de reconocer a la legua cuando se traspasan. Me encanta que Internet sea un hervidero de estímulos que inspiran, de ideas que generan otras ideas, de semillas que te llevan a crear… Pero una cosa es esto y otra lo que han hecho con «Los gritones», que clama al cielo porque ni siquiera se han esforzado por «disfrazar» un poco el plagio que estaban llevando a cabo.

¿Planeas tomar algún tipo de acción legal o… de otra clase?

-Te cuento como están las cosas ahora mismo, jueves por la noche. Tras un día de llamadas, dimes y diretes, el director de Kia Motors Canarias, José Manuel Garaña, me ha pedido disculpas personalmente y me ha prometido que en dos días la campaña estará retirada de televisión (estaba previsto que se emitiera hasta el 20 de mayo). Le he pedido también que Kia Motors Canarias haga un comunicado público reconociendo el error y anunciando la retirada de la campaña. Espero que la productora y la agencia de publicidad también se disculpen públicamente.

Y ahora vamos a hablar de ti, y de tu carrera, si te parece. Para los que no le conozcáis todavía, Roberto ha hecho un montón de cortos buenísimos. En este canal de Youtube podéis verlos. Si queréis conocer su vida, él la cuenta aquí, Es un texto tan emocionante como estremecedor que además muestra un sentido del humor y una forma valiente y admirable de entender el mundo. En su perfil biográfico habla de su atrofia espinal congénita y de su amor por el cine; a priori podría parecer que se trata de un idilio complicado, pero a tenor de su carrera y de la calidad de su obra está claro que Roberto lo ha conseguido: a pesar de las dificultades, el cine es su vida.

Cualquiera que haya rodado un corto sabe lo difícil que es; muchos, con menos obstáculos que tú, han tirado la toalla, se han rendido, han dejado que el fracaso o el cansancio les apartara de su vocación. Por esto yo no me resisto a preguntarte: ¿Cómo lo has hecho?

-¡No sé! Creo que mi discapacidad me complica la vida a muchos niveles, pero no precisamente a la hora de escribir o dirigir. Siempre digo que todo irá bien mientras no ambiente un guion en el Amazonas o en el desierto de Sáhara. Ahí tendría problemas porque mis ruedas se enterrarían, pero si puedo seguir contando historias en terreno sólido y lugares más o menos amplio, no habrá demasiado problema. Y creo que, de cara a perseverar en este frustrante camino, me ha venido muy bien ser ambicioso, tener una meta clara desde muy joven y saber con certeza que cualquier angustia que esta profesión me genere es más llevadera que la infelicidad que sentiría si no me dedicara a esto o si no lo intentara al menos con todas mis fuerzas.

Vuelco fue tu primer corto en 35 mm. ¿Qué recuerdas de aquel rodaje?

-Lo recuerdo como un paso esencial y una bestial lección de aprendizaje. El hecho de querer rodar en 35 me obligó a enfrentarme al mundo burocrático durante un año y pico, pidiendo subvenciones, rellenando esas plantillas horribles de presupuestos, lidiando con funcionarios majos y otros no tanto… Yo conseguí parte del dinero como autónomo y luego me asocié con La Mirada y El Cielo Digital, que buscó lo que faltaba, con Ana Sánchez-Gijón como productora ejecutiva. Y, conseguida la financiación, fue una gozada rodar por primera vez con una cámara de cine de verdad y latas de celuloide que se iban agotando en una excitante cuenta atrás, con un equipo grande y en condiciones, con todos los cargos cubiertos por profesionales que me daban mil vueltas en experiencia… Recuerdo con especial alivio además que fue la primera vez en que no me tenía que preocupar de lo que comía la gente. ¡Bendito catering contratado!

Parece que tu tema predilecto es el amor, las relaciones de pareja, a veces desde un ángulo muy romántico («Vuelco») y otras veces desde un lado más amargo y descreído, teñido de ironía («Los Gritones», «Nuestro Propio Cielo».) ¿Es una evolución de tu discurso o ambos son compatibles? Utilizando como excusa las relaciones de pareja, ¿de qué otros temas gusta hablar?

-Son discursos compatibles, creo que dependen de la época de mi vida o de mi relación de amor-odio hacia el propio amor y los sentimientos. En cualquier caso, creo que sí que me tendría que empezar a renovar un poco temáticamente, pero así de pronto me nace menos ponerme con un thriller, una de terror o una comedia pura. Hay mucha chicha en el espectro sentimental y a mí me perturba demasiado todo lo que tiene que ver con vínculos confusos, amores y desamores, y me reconforta cuando los espectadores empatizan tanto con mis tormentos, jeje. De todas formas, temas como los que planteo en «Nuestro propio cielo» a mí me parecen más de peli de terror que una niña asiática con el pelo sobre la cara.

¿De qué va tu nueva película, «Seis puntos sobre Emma?»

-Es una prologanción extendida de muchos de estos temas que me apasionan. Una historia sobre la ceguera sentimental, sobre los palos de ciego que damos hasta descubrir lo que de verdad queremos, que no necesariamente es lo que creemos que queremos. Tras este trabalenguas, está la aventura de Emma, una joven ciega obsesionada con la idea de ser madre a toda costa. La peli cuenta la relación que entabla con dos posibles candidatos y lo que descubre de sí misma durante el camino. Pero sin ponernos trascendentales. He intentado hacer una peli muy accesible y disfrutable para un público amplio, nada plúmbea y hasta muy interactiva en la dosificación de la información. Divertida, luminosa y carismática: esos eran mis tres adjetivos favoritos durante el rodaje. Y para ello he tenido a mis actores como perfectos aliados.

¿Cuál es la mayor diferencia que has notado entre el mundo del corto y el largo?

-¡La cantidad de días de rodaje! Nunca había rodado más de cuatro días seguidos, y la idea de hacerlo durante cinco semanas en principio me asustaba un poco. Pero el sofoco se me pasó al tercer día y fue muy gratificante ir armando el puzzle jornada a jornada. Un puzzle con muchas más piezas que en un corto pero puzzle al fin y al cabo. Y con un equipo como el que tuve… ¡como para quejarme! En nuestro último día de rodaje, el 30 de diciembre, me sentía inevitablemente cansado pero te juro que habría rodado otra peli del tirón. Así de yonki te vuelve esto del cine.

¿Cuál ha sido la mayor dificultad que has tenido que encarar en el proceso?

-Como siempre, LA FINANCIACI?N. Las pelas, las pelas y las pelas. Que el proyecto se abra camino, que sea tenido en cuenta por las televisiones, que te reciban y te escuchen en esos despachos… Y en la lucha estamos aún.

Tienes un reparto sensacional. ¿Cómo ha sido el trabajo de dirección de actores?

-Una pasada. Para mí esta peli ha sido como un máster en dirección de actores. Nunca había dirigido a tantos juntos, hay secuencias donde hay hasta diez personajes interviniendo al mismo tiempo… Pero he tenido repartazo de lujo y ha sido muy fácil. Con muchos de los actores (Verónica, Álex, Mariam, Nacho…) ya había trabajado antes en cortos y la sensación de conocimiento mutuo estaba muy presente. Son unos frikis de la interpretación, apasionados, siempre aportando ideas enriquecedoras… Estoy enamorado del trabajo de los actores en «Seis puntos sobre Emma», y a todos les tengo que agradecer su entrega y generosidad. Hemos afrontado el trabajo desde la visceralidad, desde las tripas, arriesgando y evitando los caminos fáciles.

¿Qué nos puedes contar del proceso de escritura del guión?

-Empecé escribiendo a solas una primera versión. De 140 páginas nada menos. Aquello era imposible de rodar, así que La Mirada me puso en manos de un editor de guión, Peter Andermatt, con el que establecí una calendario de reuniones y objetivos. Al principio, cierto es que yo mismo era muy escéptico con la figura de Peter como editor. Un día hasta recuerdo que cuestioné sus consejos y él me respondió: «Escribir es como estar perdido en medio de una jungla repleta de peligros, yo sólo intento darte herramientas para que mueras más tarde». El símil me encantó y desde entonces idolatré a Peter como si fuera mi señor Miyagi particular. Su aportación al proceso de escritura ha sido extensa y rica, convirtiéndose finalmente en coguionista. Y juntos habremos perpetrado seis o siete reescrituras del guión hasta el momento del rodaje.

Por último, me gustaría que dieras algún consejo a los aspirantes a guionistas o a directores de cine sobre cómo asomar la cabeza en el mundillo.

– Cuando me preguntan algo así, siempre digo más o menos lo mismo, que no puedo concebir el cine como un capricho, como algo que a uno se le pase por la cabeza un día cuando se levante en plan ??pues voy a ser guionista o director de cine?. En esta carrera, normalmente y a menos que tengas una estrella en el culo o unos cuantos ??padrinos?, todo cuesta mucho y es muy lento y frustrante, así que mi consejo sería: si eres capaz de ser feliz dedicándote a cualquier otra cosa, dedícate a cualquier otra cosa. Y si finalmente sientes que solo puedes dedicarte a esto, pues escribe y rueda, todo el rato, como sea, donde sea, con la cámara que sea, con tu móvil si hace falta… Ten siempre cinco proyectos a la vez y no te eternices preparándolos. Lo importante es hacer cosas, acumular experiencia, aprender para lo siguiente, sumar y seguir… A mí me ha venido bien primar el qué sobre el cómo. Claro que muchos de mis corticos podrían estar mejor rodados y más perfectos técnicamente, pero si hubiera esperado a contar con el equipo y el dinero necesario, probablemente no habría hecho muchos de ellos. Así que viva la inconsciencia, coge la cámara, a actores que te inspiren y rueda con lo puesto. Que si te sale un truño, nadie habrá perdido nada, pero si te sale algo chulo, mira qué bien.

«Seis puntos sobre Emma» se estrenará, previsiblemente, en octubre.

GRACE KELLY, POR DONALD SPOTO

(Aviso: esta entrada contiene espoilers para aquellos interesados en leer la biografía de Grace Kelly.)

Hace un par de semanas vi esta foto en un blog:

Confieso que me quedé hipnotizada por la belleza y por la expresión de esa instantánea de Grace Kelly, tomada en el día de su boda con el príncipe de Mónaco. Aparte de lo obvio (lo hermosa que es, el precioso vestido que lleva, al parecer obra de Helen Rose, una figurinista de su confianza que trabajaba en la MGM) me intrigaba mucho la vida que podría haber detrás de esa perfección, de esa serenidad y de esa aureola casi de santidad que emana.

La biografía de Donald Spoto revela bastante, aunque no ha colmado del todo mi curiosidad. Probablemente porque es un relato autorizado, o porque quizá no haya nada más que contar. En cualquier caso, la vida de Grace me ha hecho sentir empatía por ella. Grace Kelly fue una chica de buena familia bastante introvertida y desconocida para los suyos que, como una Betty Draper, comenzó a trabajar de modelo a los 18 años en Nueva York, lugar al que llegó sola desde su Filadelfia natal.

Su primera oportunidad importante la logró en «Solo Ante el Peligro» donde hacía de esposa de un maduro Gary Cooper, en 1951. Su carrera en el cine y el teatro se desarrolló entre ese momento y 1956; en esos seis años completó once películas. Trabajó con John Ford («Mogambo»), Zinnemann y por supuesto con Alfred Hitchcock en «La Ventana Indiscreta», «Crimen Perfecto» y «Atrapa un ladrón». Ganó un ?scar por su papel en «La Angustia de Vivir» en 1955. Su última película fue «Alta Sociedad» (1956). Su popularidad llegó a ser inmensa y se retiró en la cumbre de su éxito.

Grace amaba el teatro y la interpretación, pero a pesar de ser muy joven y prometedora, con 25 años se sentía muy sola y anhelaba formar una familia y tener hijos. Hollywood le parecía un lugar terrible y lleno de gente desdichada, pero por otro lado ella se sentía privilegiada por poder trabajar con los mejores. Era enamoradiza y aunque tenía imagen de formal, tuvo varios amoríos (algunos más oficiales que otros) con William Holden, Clark Gable y otros tantos; estuvo enamorada del diseñador europeo Oleg Cassini, con quien quiso casarse. Finalmente conoció al príncipe de Mónaco en unas fotos promocionales que se hizo (gracias a la idea que tuvo un periodista) en su gira europea para promocionar «Atrapa a un Ladrón». Ambos sintieron una atracción mutua que derivó en una relación epistolar que acabó en boda, principado y el nacimiento de tres hijos cuyas caras todos conocemos.

Sin embargo, Grace era una fuente de contradicciones perpetua, una mujer trabajadora y apasionada con una incapacidad casi patológica para ser feliz. A pesar de amar su profesión, así se sentía la noche en la que logró el ?scar, el mayor reconocimiento que puede lograr un intérprete:

«Horas después (de la entrega) regresó a su suite del Hotel Bel Air. «Solos ?scar y yo. Fue el momento más solitario de mi vida».

Poco después, se casó aparentemente muy enamorada de Rainiero y logró su sueño de formar una familia. Sin embargo, según su biográfo, siempre echó de menos la interpretación y quiso retomar su carrera. Su marido se opuso, el tiempo pasó, y Grace se convirtió en una princesa cuyo pasado en el cine parecía una anécdota.

Cuando actuaba, anhelaba una familia. Y cuando tuvo una familia, quiso volver a actuar. Parece imposible que una actriz tan hermosa y con tanto talento, que alcanzó el éxito con tanta rapidez, y que se casó con un príncipe, no pudiera encontrar esa serenidad que su rostro parece encerrar.

Al final de su vida (truncada en un accidente automovilístico cuando tenía poco más de cincuenta años) pareció conciliar sus dos identidades, la de princesa y la de actriz en un largometraje titulado «Rearranged», que filmó con unos amigos para la televisión, en la que se interpretaba a sí misma. La trama giraba en torno a un científico que era confundido por un periodista por la princesa; era una especie de alta comedia rodada en el principado, con Grace riéndose de sí misma y actuando 27 años después de su retirada.

Sin embargo, la película jamás vio la luz. La muerte sobrevino pocos meses después y a los familiares de la princesa les pareció que su existencia era demasiado dolorosa. De ese modo, parecía que la princesa logró imponerse a la actriz, pero no es a su alteza serenísima Gracia Patricia de Mónaco a quien todos recordamos.


FICCI?N

«Let me get this straight», one student said. «You’re telling me that if I say something out loud, it’s me saying it, but if I write the exact same thing on paper, it’s somebody else, right?»
«Yes», I said. «And we’re calling it fiction.»
The student pulled out his notebook, wrote something down, and handed me a sheet of paper that read, «That’s the stupidest fucking thing I ever heard in my life.»
They were a smart group.

«A ver si lo entiendo», dijo un estudiante. «Me estás diciendo que si digo algo en voz alta, soy yo diciéndolo, pero que si escribo la misma cosa en papel, es otra persona quien lo dice, no?»

«Sí», dije, «Y lo llamamos ficción.»

El estudiante sacó su cuaderno, escribió algo y me mostró una hoja en la que había escrito, «Esa es la cosa más estúpida que he oído en mi puta vida».

Eran un grupo muy espabilado.

David Sedaris.
The Learning Curve, Me talk Pretty one day. Back Bay Books, 2001, N.Y.

EL TRIUNFO DE «RESPIRA, PERRITO»

Sí, amigos. Ha llegado la hora: la hora de tirarme el pisto. Por fin. Estoy singulamente contenta de anunciar que Respira Perrito, el corto de Marcus Carús y Enrique Andrés ha ganado el premio del jurado a la mejor película de ficción en el Notodo Film Fest. Y el pisto viene porque estos dos figuras fueron alumnos de mi curso de Guión para T.V. Yo les enseñé todo lo que saben, claro.

Bueno, es evidente que no, que el mérito es enteramente suyo, pero me alegro muchísimo de su éxito y de que este corto, que me encantó desde la primera vez que lo ví, tenga su merecido reconocimiento. Enhorabuena a Enrique y a Marcus y ojalá que este premio sirva para que sigan haciendo muchas más obras tan geniales como ésta.

ESCRIBIR, DIRIGIR, TOCAR EL PIANO (HOMENAJE A SIDNEY LUMET)

por Ángela Armero

Debido a la triste noticia del fallecimiento del enorme Sidney Lumet, aprovecho para recuperar un texto que escribí después de leer su fantástico libro sobre hacer películas.

Mucha gente cree que las disciplinas creativas no se pueden enseñar o aprender. Los hay que opinan que los talleres de escritura creativa o de guiones no sirven para nada, ni los manuales. El talento no se puede enseñar, en eso les doy la razón, pero creo que sí se puede transmitir una forma común de hacer las cosas. Debido a mis planes, ando leyendo varios libros sobre dirigir y estoy disfrutando mucho.

Al hablar de dirigir hablan también de la importancia de la historia y de cómo ir a favor siempre de lo que se cuenta. Por mucho que se empeñen los directores que no tienen talento para construir historias, el guión es el alfa y el omega del buen cine. Puedo afirmar y afirmo que el sentido visual no sirve para nada si no está al servicio de la narrativa; como decía el anuncio de neumáticos, la potencia sin control no sirve de nada. En vez de seguir atacando a los directores que creen que pueden pasar sin un buen guionista, hablaré un poco más de estos libros.

«Así se hacen las películas», de Sidney Lumet, y «Dirigir cine», de David Mamet. (Ya sé, este segundo es un poco trampa ya que Mamet es antes guionista de director. ¿Pero quién mejor?)

Creo que el libro de Sydney Lumet debería leerselo cualquiera que sienta interés por el cine, y no sólo por el cómo se hace. Contiene reflexiones teóricas, pero también pensamientos muy brillantes y un sinfín de anécdotas que le han pasado rodando las innumerables pelis que ha hecho: con actores, con guionistas, con técnicos y productores.

Lo que más me gusta es que Lumet no ve el trabajo del resto de especialidades como compartimentos estancos. Parece una obviedad, pero todos los elementos de una película tienen que reforzar el tema, apuntar en la misma dirección. Un director no puede hacer la fotografía virada al violeta porque ser el más moderno ni un músico puede imponer una partitura jazzística por las buenas. Lumet explica cómo sintonizar el criterio de todas esas sensibilidades.

«Cada elemento es como una pequeña pieza. La coloreas, le das forma, lo pules lo mejor que puedes. Haces quinientas o seiscientas de esas piezas, quizá un millar. (Con facilidad pueden llegar a un millar las piezas que componen una película.) Luego las pegas literalmente unas a otras y esperas que el resultado sea el deseado. Pero si quieres que el mosaico se parezca a alguna cosa, mejor será que sepas qué pretendes cuando trabajas en cada pequeña pieza.»

Extrapolando estas palabras sobre el proceso de creación de una película a la escritura de un guión, esto se podría parecer mucho a la famosa «idea controladora» de Mc Kee. Tanto éste último, gurú de los guionistas, como Lumet, son muy místicos y verborreicos. Mamet se encuentra en en el extremo opuesto. Sus libros, por lo general, son bastante magros y sintéticos. Y desde luego, en cuanto al hecho de dirigir películas, la opinión del director de «House Of Games» no puede ser más desmitificadora:

«No hay magia en ello. Hay gente más dotada para algunas tareas que otra, dependiendo de su grado de manejo de la técnica y su aptitud para la tarea. Es como tocar el piano. Todo el mundo puede aprender a tocar el piano. Para algunos será muy dífícil, pero pueden aprender. Hay un amplio espectro en medio de gente que puede tocarlo según sus diversos niveles de pericia; muy, muy pocos en la parte superior pueden tocar con brillantez y construir sobre una base técnica una creación artística. Lo mismo se puede decir de la edición de sonido y de la cinematografía. Sólo conocimientos técnicos. Dirigir es una habilidad técnica. Haz tu lista de planos.»

Paradójicamente, lo más interesante de este libro es la insistencia de Mamet en la necesidad de contar en imágenes, algo que muchos directores consideran su trabajo (y de nadie más.) Lo cierto es que esa forma de contar debería empezar en el guión. Además, insiste en restarle importancia algo que muchos erróneamente consideran el hacer supremo de los guionistas, el diálogo.

«El conceptó ya lo estableció Hemingway: «Escribe una historia, quita todas las líneas buenas, y mira si sigue funcionando.» (…) Un buen escritor solo mejora cuando sabe qué cortar, cuando sabe quitar lo ornamental, lo descriptivo, lo narrativo y especialmente las partes más emotivas y sentimentales. ¿Qué queda? Queda la historia. ¿Qué es la historia? La historia es la progresión esencial de incidentes que le pasan al héroe persiguiendo su único objetivo.»

Así que por tanto tenemos a Lumet, un director-director, que ve su trabajo como una hazaña monumental que ha de comprender y trascender al resto de los departamentos de la peli, y a Mamet, que cree que dominando la escritura la dirección es una habilidad técnica más. ¿Qué pasa cuando estos dos mundos chocan?

Pasa «Veredicto Final.»

Esto recuerda Lumet:

«Mamet hizo la primera versión de «Veredicto Final». Mamet siempre deja un montón de cosas sin decir. Su idea es que debe ser el actor, con su interpretación, el que dé la información. Así que rehusó alterar el guión. Vino otra escritora. Era muy brillante. Rellenó simplemente lo que estaba sin decir en el guión de Mamet y se llevó un sueldo nada despreciable». El guión, al llegar a mano de una estrella de las gordas, tuvo innumerables versiones y escritores más. «Después de recibir otra versión más, releí la versión de Mamet y dije que haría la película si volvíamos a ese guión. Lo hicimos. Bastó con que lo leyera Paul Newman y ya estábamos en marcha, a toda máquina».

Escribir, dirigir. En la jerarquía cinematográfica, es habitual sentir el desprecio hacia los escritores, y si se tienen dudas sobre esto sólo hay que pensar en la director-cracia que hace que en este país se conozca más el nombre y el rostro de directores de cortos (como Eduardo Chapero-Jackson) que el de guionistas de cine veteranos como Jorge Guerricaechevarría o el difunto Perico Beltrán. No es tan habitual percibir el desdén hacia la dirección que destilan las palabras de Mamet. Probablemente las dos posturas tienen mucho de injusto y subjetivo y hasta de estéril. Me quedo con lo que dice Lumet: lo mejor que se puede hacer, tanto desde la escritura como de la dirección, es pensar en el trabajo de los demás y sobre todo en la historia que se quiere contar; en contribuir al mosaico con dedicación y sinceridad.

Eso sí, como tenga que hacer mil piezas, casi prefiero aprender a tocar el piano.