AÑOS DE WOODY ALLEN


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La anterior entrada de este blog fue escrita el 3 de Noviembre de 2014, hace casi dos años. El 5 de diciembre de ese año se estrenó «Magia a la luz de la luna». Después de la soberbia «Blue Jasmine», parecía una película aún más intrascendente. Ni siquiera el encanto de la época recreada, de Emma Stone y de Colin Firth la convirtió, a mi entender, en una película interesante. Pero por supuesto un mal Woody Allen siempre es mejor que muchas otras cosas. Como siempre, cada vez que Allen estrena una película, no faltaron quienes se quejaron de que haga una al año, como si fuera una abuela tediosa que nos obliga a ir a su casa a merendar aunque tengamos otras actividades mucho más urgentes. Para mí, lo más sorprendente de la película, aparte del fastuoso vestuario de Sonia Grande, fue ver por primera vez a Colin Firth como un hombre atractivo y no como un señor. Prueba evidente de que me estoy haciendo mayor y de que, estando embarazada como estaba en aquel entonces, ya me gustaban más los tipos con pinta de padre.

Del estreno de Irrational Man, el 25 de Septiembre de 2015, no me enteré. De hecho, descubrí su existencia varios meses más tarde, porque en aquel momento teníamos un bebé de pocas semanas en casa. La vi ayer y solo ahora, para escribir este post después de tanto tiempo, he buscado su fecha de estreno. Utiliza a un brillante y torturado profesor universitario, Abe Lucas, interpretado por Joaquin Phoenix, para navegar la genuina angustia del sentido de la vida a través de un acto radical. Sin ser ni de lejos tan buena como «Delitos y Faltas», mi favorita del director, me gustó bastante. Tiene un diálogo que retrata a Woody Allen: «Es aterrador cuando te quedas sin distracciones». Se entiende que lo de rodar una peli al año no lo hace por dinero… sino por miedo al vacío. Como dice el propio Lucas, «La ansiedad es el vértigo de la libertad.»

Menos de un año después se estrenó «Cafe Society». Dejé al padre en casa con el nene y me fui al cine, hábito que después de los primeros meses he logrado recuperar, aunque casi siempre sola y a horas en las que suelo estar prácticamente sola en la sala.  Disfruté mucho de la película, a pesar de un guión un tanto evanescente (especialmente en sus subtramas), que funcionaba como un gancho para hablar de la nostalgia y del sentido de la vida. Estéticamente maravillosa, y con una bellísima Kristen Stewart (que nunca me lo había parecido, todo el mundo gana con un vestuario estilo Hollywood clásico, supongo), la peli es una evocación del amor perdido que brilla en su sencillez, y que hace rememorar los momentos bellos de la vida que ya no van a volver; la juventud, una cierta ingenuidad a la hora de afrontar las relaciones. Sea por lo que fuere, en mi barrio, en un cine frecuentado en su mayoría por gente de la tercera edad, estuvo hasta hace poco en dos salas a cuatro sesiones al día por sala. ¿Es la nostalgia el gran tema de la gente mayor?

Y ahora, según imdb, Allen está filmando su próxima película, tras haber completado su serie para Amazon, «Crisis in six scenes», este es el trailer (sí, es Miley Cyrus):

En este tiempo, que a Woody Allen desde luego le ha cundido mucho (y digo lo mismo de mí, porque ahora solo me falta plantar un árbol), los blogs han perdido bastante fuelle. Aunque he seguido publicando en Bloguionistas, el microblogging, el opinamiento compulsivo en twitter y Facebook han matado el gusanillo de muchos por bloguear. Pero aquí estoy. Creo que es bueno tener un lugar que no sea binario, ni blanco ni negro, porque aborrezco la pose radical que levanta las reputaciones en twitter, porque me gusta sentarme a escribir y tardar más de dos minutos, y porque lo echaba de menos.

Hay ciertas rutinas que hacen que nuestra vida sea mejor. Escribir, leer, ver series, tomar un café con amigos… Y por supuesto, ver la última de Woody Allen. Anoche, después de ver «Irrational Man», me di cuenta de que mi hijo, si sale cinéfilo que espero que así sea, no podrá ver pasar el tiempo en películas de Woody Allen como lo hemos hecho nosotros toda nuestra vida; que será como el abuelo que alguna vez nos dio pereza visitar pero que forma parte, por suerte, de nuestros recuerdos y de nuestro amor por las películas.

THE KILLING Y BROADCHURCH

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No me interesan los procedimentales puros, al estilo CSI, porque no me enganchan y de alguna manera creo que banalizan algo que dramáticamente es muy poderoso: la muerte, especialmente si es violenta. Sin embargo, «The Killing» y «Broadchurch» me han encantado. Por sus personajes, porque huyen de los clichés, y por qué no convierten la intriga en el corazón de la serie, sino que van más allá.

The Killing acaba de concluir su tercera temporada (no haré espoilers), y aunque no es mi preferida (a pesar de sus truquetes, me lo pasé mejor con las dos anteriores), igualmente la he disfrutado muchísimo.

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Trata de la desaparición de una chica en un submundo de pobreza, drogadicción y prostitución juvenil en Seattle, y se adentra en un mundo realmente sorprendente, pero también creíble y poblado de personajes muy «de verdad», como Bullet y Lyryc… Y con mención especial a Ray Seward, un sospechoso encarcelado en el corredor de la muerte, un papel que Peter Sarsgaard hace inolvidable.

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El contexto es uno de los grandes atractivos, pero lo mejor de la tercera es, (sigue siendo), la pareja de detectives formada por Linden y Holder.

Dos personajes solitarios, fascinantes, muy suyos, tremendamente imperfectos, pero que resultan muy empáticos y a mi casi me hipnotizan. Los silencios de ella, las guasas de él, la lucha contra la injusticia de ambos. Dos almas perdidas consagradas al trabajo policial. Me encanta Linden porque a pesar de que es uno de esos personajes «para dentro» consigue transmitir todo lo que piensa y siente, con acciones, miradas y pocas palabras. Me gusta también porque huye de todos los clichés de las mujeres que se suelen ver en la tele. Ni es una madraza, ni es guapísima ni dulce, de hecho se pasa tres temporadas con dos jerseys y la misma goma de pelo y le importa menos que cero. Aunque es una mujer dura, es por su lado vulnerable por lo que acaba seduciendo tanto. Y Holder, aparte de porque es un tiarrón, pues también es una mezcla de pasota cool, niño perdido y poli idealista que se pelea con sus propias debilidades. Y también tiene una sudadera gris bastante gastada.

Esta vulnerabilidad, esta vida desastrosa también la comparten con Alec Hardy, el detective protagonista de Broadchurch, lastrado por sus propios traumas para solucionar el asesinato de Danny Latimer en Broadchurch. En este caso le acompaña una policía nativa del pueblo, Ellie Miller, que es una mujer que siempre ha vivido allí y cuyo hijo es amigo del fallecido, una madre cariñosa, transparente y sencilla que no quiere nada más que reestablecer la normalidad en su vida y en su pueblo.

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Pero donde realmente sobresalen «The Killing» y «Broadchurch» es que, si bien responden a un esquema clásico de «whodunit» y acaban por revelar la identidad del asesino, lo que cuentan en realidad es cómo el dolor, el miedo y la violencia afectan a todos los personajes que tocan, desde las víctimas, sus familiares, los policías que investigan e incluso el pueblo o lugar donde sucede la tragedia.

¿Me recomendáis alguna serie como estas?

LA SEMANA

Hemos encontrado estos butacones en la calle.

LUNES: Empecé la semana constatando lo buena que es la serie Isabel en televisión española. Es muy difícil armonizar contenido e historia, es decir, construir tramas y personajes atractivos y que sean, al tiempo, respetuosos y coherentes con la realidad. Además la producción acompaña y los actores están francamente bien. Hay alguno que no me convence pero Michelle Jenner y Ginés García Millán están realmente bien. Un estupendo referente para las series históricas españolas. Espero que siga así de bien.

MI?RCOLES: Pensando que sólo vería «La Voz» cinco minutos, me lo tragué entero. Es un programa muy divertido. Admito que empecé a verlo con la única intención de reírme y de ver, como decía oyejuan en facebook, esto:

Pero ver a cuatro artistas consagrados peleándose por los favores de un desconocido o desconocida me gustó mucho. Es una especie de zoco donde los «couches» se venden y se «pisotean» con bastante gracia, y donde la realidad del formato (las audiciones y actuaciones son a ciegas) admite concursantes con peor pinta de lo que solemos ver en televisión. Y aunque siempre me ha caído como un trueno Melendi, de repente me pareció encantador, con su pelo de pin y pon todo.  ¿Lo vistéis? ¿Qué os pareció? (El programa. Melendi. Lo que sea.)

JUEVES: Vi «Imperium», que me gusta mucho, y el documental «Se busca cómico para película», y me lo pasé muy bien con los dos. Siempre me gusta escuchar a los actores de comedia, especialmente los que vienen de programas de sketches, porque su forma de ver el mundo es muy lúcida, peculiar y no se toman tan en serio a sí mismos (en general) como los actores más serios.

FIN DE SEMANA: Lo único que he hecho hasta el momento ha sido comer como si no hubiera mañana. Os recomiendo el japonés Miyama, en Paseo de la Castellana, 45, (Madrid). Lo mejor, aparte de la comida el sumiller. «Pues sí que tomaron, eh», nos dijo. Viva el sake y viva España, y viva el Rey. Y Honduras también.


LO MEJOR DE 2011


Es de buen bloguero y de buena bloguera hacer una recopilación de lo más interesante del año que acaba. Bueno, no sé si es bueno, en mi caso es una especie de tradición y pienso cumplir otro año más. Sirva como aviso que en estos últimos doce meses no he ido mucho al cine y aunque sí he leído mucho y visto muchas series, las he consumido de forma desordenada y anárquica, y desde luego ni he visto todo lo que «había que ver» ni leído todo lo que «había que leer». Habrá, por tanto, omisiones importantes de las que me gustaría ser avisada en los comentarios.

TV

2011 ha sido, sin lugar a dudas, el año de Entourage, sobre todo para mí, que me he visto las ocho temporadas casi del tirón. No es una serie brillantísima pero si se es un poco mitómano y aficionado al cine dentro del cine, como lo soy yo, Entourage es una adicción absoluta; sus personajes, sin ser muy profundos, sí logran que les tengas cariño y que empatices con sus absurdos problemas de niños ricos en Hollywood. Algunos capítulos, como el de Cannes, Sundance o el de Vinnie Chase en el Pressing Catch son míticos.

He seguido viendo Big Bang Theory, y The Good Wife. La segunda temporada era mejor que la primera, y ésta también es mejor que la anterior. A Julianna Margulies se le reprocha su hieratismo pero yo creo que es un modelo bastante cool de mujer, sobre todo ahora, que hace casi todo lo que le viene en gana. También ha sido el año de despedirme de Jack Bauer: la octava temporada no es nada especial, pero como siempre, se deja ver, y tiene un final bastante emocionante.

La cuarta de Mad Men es simplemente sublime, de lo mejor que he visto nunca. La quinta de Dexter está muy bien, pero estoy a punto de terminar la sexta y me está decepcionando. Ayer terminé la primera temporada de American Horror Story, y aunque no me enloquece, sí salvaría al personaje que interpreta Jessica Lange, es fantástico y ella está enorme. Entre los descubrimientos, «The Killing» y «Downton Abbey«. Y no, no he sucumbido a Juego de Tronos. Lo siento, me quedé en el cuatro. (Aquí una entrada que escribí sobre series.)

CINE

CISNE NEGRO, de Darren Aronofsky, me encantó. Me parece una de las películas más hermosas y perturbadoras que haya visto jamás.

SUPER 8, aunque está lejos de ser una peli perfecta, me gustó mucho y me trajo bonitos recuerdos de otra época. (Aquí lo que escribí en su día.)

MIDNIGHT IN PARIS. La vi dos veces en el cine: tiene mucho encanto.

LA BODA DE MI MEJOR AMIGA: Excesiva en muchos sentidos, pero una gran comedia con sentimientos.

MARGIN CALL. La mejor peli sobre la crisis que he visto hasta el momento.

LA RED SOCIAL, de David Fincher y con guión de Aaron Sorkin, una maravilla. (Aquí mi análisis.)

MIENTRAS DUERMES, mi peli española favorita del año.

TOSTONAZOS INSUFRIBLES: La última de los piratas del Caribbean. Pequeñas Mentiras Sin Importancia. Resacón 2.

LIBROS

De lo que he leído este año me quedaría con «Corazón tan Blanco» de Javier Marías, «El Final del Amor», de Marcos Giralt, «Un momento de descanso» de Antonio Orejudo, «Todo está perdonado», de Rafael Reig, «Réquiem Alemán» de Philip Kerr, «Sin Destino» de Imre Kertesz y sobre todo, con «HHhH», de Laurent Binet y «Crímenes» de Ferdinand Von Schirach.

Por último os confieso mi última afición, que es algo tan simple como hacer fotos con el Iphone. Incluso me he abierto un blog en el que las voy colgando. Es éste.

Ah, y por supuesto, os deseo un ESPL?NDIDO 2012 a todos.

MI ANÁLISIS DE AMERICAN HORROR STORY

por Ángela Armero

He visto algunos capítulos, cinco o seis, de American Horror Story, serie que rápidamente se ha convertido en una de las sorpresas de la temporada. En una noche singularmente aburrida, llegué a verme hasta tres, así que puede decirse que me he asomado al terreno de la compulsión en lo que a este serie se refiere.

Y lo más intrigante, o terrorífico de todo, es que ni siquiera sé si me parece buena o me parece un despropósito total.

Sé que me atrae, pero no sé si a la manera de un buen libro de cuentos de terror, como los de Poe, Maupassant o Stephen King, o si la considero el equivalente audiovisual a la comida rápida, una especie de corrupción agradable de disfrutar y fácil de olvidar.

«American Horror Story» es un pastiche de varias referencias en lo que lo único que resulta rompedor o nunca visto es la propia mezcla en sí.

Es una amalgama perturbadora de personajes, géneros y subgéneros del terror, pero también contiene elementos melodramáticos (la propia relación del matrimonio protagonista es bastante culebronera), una carga sexual importante y una buena dosis de narrativa metalingüística apoyada tanto en las películas de terror de todos los tiempos, los clásicos literarios, las leyendas urbanas, como en las tragedias de todos los tiempos de la sociedad de Estados Unidos, en las matanzas en los institutos, en crímenes «históricos» como el de la Dalia Negra o en la figura de los asesinos en serie que siembran sus jardines de cadáveres.

Creo que desde el propio título, «American Horror Story» ya se anuncia esa intención de englobar todo aquello que da miedo a ese país, cuya cultura audiovisual y social el resto del planeta tenemos tan asimilada. Me imagino que la autoironía del planteamiento disculpa lo evidente de la mezcla, de la capacidad de ser bastante burdo y arriesgado, incluso ridículo en ocasiones. Me resultan bastante chocantes los guiños a Scream (la gran casa, la adolescente sola, las llamadas de teléfono, el asesino que se mete por arte de magia) porque se percibe la parodia u homenaje a la peli pionera en el tema de comentar la narrativa y la mecánica del slasher; la parodia de la parodia. Por lo tanto, se podría pensar que AHS una muñeca rusa tan irónica como enfermiza.

Si nos gusta esa serie (o si nos parece bizarra y burda, pero no podemos dejar de verla) es porque quizá hayamos establecido una complicidad a través de la repetición de las mismas imágenes, los mismos códigos, los mismos símbolos que son nuestra historia de terrores personales.

Estas son algunas piezas «repetidas», algunas presentadas de forma obvia y otras con mayor sutileza: (en las fotos, hay espoilers de los capítulos 1-6 de la primera temporada.)

-La cabecera remite de forma bastante directa a la de Seven, la música también es de Nine Inch Nails.

-La casa es la clásica «Casa Encantada» de toda la vida. (Otra vuelta de tuerca, Los Otros, House on Haunted Hill, Al final de la escalera, El Resplandor.)

-Las gemelas y los gemelos.

-La semilla del diablo / La Sra. Harmon embarazada.

-Elephant, de Gus Van Sant. / Tragedia en el Instituto.

-Frankenstein

-Scream.

-Candyman / Piggy, piggy, piggy. (Capítulo 6.)

Y por supuesto habrá muchas más que no habré cazado o/y que estarán en los siguientes capítulos. AHS es un producto típico de su época. Un momento en el que los remakes, las sagas, las precuelas inundan las salas; un tiempo en el que ni siquiera lo nuevo es realmente nuevo. Por eso los elementos que utilizan para construir la ficción no son nuevos personajes o situaciones, sino retazos de otras historias que la cultura popular ha convertido en «clásicas» cuyo mosaico ofrece un producto paradójicamente muy novedoso.

Pese a todo sigo sin saber si me gusta o me parece un collage hueco. A lo mejor lo que más me seduce de AHS es que, de forma vanidosa y algo enfermiza es que veo al espectador consciente y educado dentro de cada capítulo.

Ese espectador soy yo. Y, al igual que un montón de personajes de la serie, entro en esa casa como si fuera al chino a comprar el pan.

ENTREVISTA A IGNACIO DEL MORAL

Ignacio del Moral es uno de los guionistas más respetados y admirados de España. Además es autor teatral, docente y ha escrito tanto para televisión (series tan emblemáticas como Farmacia de Guardia, El Comisario o El Síndrome de Ulises) como para cine («Los Lunes al Sol», «Lope», o «La Voz Dormida», la última película de Benito Zambrano, de próximo estreno.)

Ignacio acudió, hace muchos años, a la ECAM cuando yo era una alumna de guión y mis compañeros y yo nos quedamos impresionados con su despliegue de talento, humildad y pasión por la escritura. Diez años después, Ignacio impartirá una clase magistral en Hotel Kafka, desgranando los secretos de la escritura de «Los Lunes al sol», con Fernando León de Aranoa, su director. Su charla abrirá el nuevo ciclo del Club de Guión. Aprovecho la ocasión para hacerle algunas preguntas.
 

1. Ignacio, vas a diseccionar el guión de «Los Lunes al Sol» en tu clase. Igual nos podrías ofrecer un tráiler, ¿cuál es el recuerdo más significativo de aquella experiencia?

Simpre recuerdo la escritura de aquel guión como una larga conversación con Fernando, con muchas risas y sin ningún estrés. Las cosas iban surgiendo, y la mayoría de las ideas que teníamos para la película (el argumento, para empezar) fueron cambiando sobre la marcha… nunca supimos que la película iba a tener tanta trascendencia. Menos mal, porque así pudimos trabajar con total irresponsabilidad.

2. Algunos años después, en España por desgracia el desempleo sigue siendo un tema muy vigente. ¿Crees que nuestro trabajo puede ayudar en algo? Es decir, ¿el cine sirve a la sociedad? ¿De qué manera?

Sin duda, y por desgracia, las circunstancias actuales ponen la película de actualidad. Nuestro trabajo, el de la ficción dramática, sirve sobre todo para hacernos vivir, a través de personajes, experiencias que tal vez -y por suerte, en la mayoría de los casos- no nos tocará nunca vivir personalmente, ayudándonos a comprender mejor la realidad que nos rodea y sobre todo a conocer y empatizar mejor con los seres humanos. Este conocimiento puede ayudarnos a pensar y sacar conclusiones, y puede ser útil para prevenir prejuicios o para comprender mejor muchas cosas.

El problema del paro, lamentablemente, tiene unas raíces estructurales complejas, y su solución está fuera del alcance de la inmensa mayoría de nosotros. La visión de la película tal vez pueda animarnos a mantener una actitud de dignidad y esperanza, y a evitar algunos diagnósticos apresurados.

3. Pronto se estrena «La Voz Dormida», un guión escrito por ti y basado en la novela homónima de Dulce Chacón. ¿Qué perspectiva interesante aporta? Muchos de los sectores más críticos con el cine español siempre se quejan de que haya tantas películas con ese tema.

 

Empiezo por la segunda parte de la pregunta: desde luego, es un lugar común decir «otra sobre la Guerra Civil». En realidad, no hay tantas, aunque tal vez haya a quien fatigue el asunto. Yo creo que si las películas son buenas, pueden hacerse todas las que se quieran. Lo malo es que no lo sean. Creo que la idea de que se hacen demasiadas películas sobre ese periodo es difundida a veces de forma interesada por quienes se sienten muy incómodos cada vez que el tema se revisa, y aún hay muchos de esos; ellos sabrán por qué.

Y también hay sectores de público joven que pueden encontrar monótono el tono, la estética, los latiguillos y clichés que inevitablemente se reiteran en ese tipo de películas, y que, aunque no lo han vivido, no están tan lejanas en el tiempo como para resultar exóticas, sino que simplemente les suenan a viejo.
 

 

La Voz Dormida pretende incidir sobre un tema algo menos conocido, que es el de las muchas mujeres que, durante la guerra y al final de la misma, fueron encarceladas y muchas de ellas torturadas y ejecutadas, en muchas ocasiones sólo por ser mujeres, hermanas, hijas… de comunistas o «rojos» en general. Formalmente no presenta grandes novedades, es una película muy académica, y en cuanto al relato, se le ha reprochado su caracter militante y en algunos aspectos maniqueo, así como un cierto tremendismo. Puedo asegurar que la realidad fue mucho más tremenda que lo que se muestra en la película; y en todo caso, Benito tenía muy claro lo que quería contar y cómo, y la película responde muy fielmente a su postura personal.
 

4. ¿Cómo fue la experiencia de poner palabras en la boca de un genio de las letras como Lope de Vega en la película «Lope»?

Siempre es complicado abordar personajes sobre los cuales cada uno tiene una idea preconcebida y que además son objeto de estudio y reverencia por parte de sectores académicos. Para mi la clave fue pensar que el Lope de la palícula es un Lope que aún no sabe que es Lope, que no actúa para la posteridad, que se busca la vida sin ningún tipo de responabilidad histórica, improvisando, como hacemos todos día a día. Yo lo abordé como un personaje de ficción y, aunque a grandes rasgos se sigue la historia real, las escenas, las reacciones, las situaciones, son, lógicamente, todas inventadas.

Cuando se me reprocha falta de fidelidad a la verdad histórica, respondo que el propio Lope escribió obras sobre personajes históricos y naturalmente hizo de su capa un sayo, como siempre se hizo, desde Shakespeare hasta Schiller o Buero Vallejo. La Historia, con mayúscula, nos sirve de inspiración, no se trata de dar una clase. Yo disfruté mucho con la escritura de esa película, porque obligaba a un registro verbal diferente, que tuviera una cierta música de lenguaje de otros tiempos, pero siendo actual.

5. Hablemos de tu faceta televisiva. Eres un guionista veterano, ¿cómo valoras la evolución de las series en España?

Yo llegué a la TV en los últimos años 80, y me tocó asistir a la puesta en marcha de una industria que apenas existía. En estos ya más de 20 años, la ficción televisiva nacional ha pasado por diferentes ciclos, pero en general se puede hablar de una evolución sostenida, y de una mejora, especialmente en lo que se refiere a la producción y calidad de la puesta en escena.

En cuanto a los contenidos, siguen siendo algo primarios en ocasiones, muy dependientes del criterio de los ejecutivos de cadena, siempre pendientes de lo que creen que el público va a demandar y poco receptivos ante la novedad o lo que ellos consideran riesgo. De esa manera se producen vaivenes bruscos, las cadenas se imitan unas a otras, y aparecen los formatos y géneros por avalanchas: familares, profesionales, época…

Lo más estimulante es que en los últimos años parece que se ha abierto paso el género más depurado, con apuestas más claras, alejándose de aquella época en que una serie tenía que aspirar a gustar a todo el mundo, con lo que se mezclaba drama y comedia, tramas de adultos con tramas de niños… Aunque aún quedan resabios de aquello, creo que ahora las propuestas son más nítidas.

6. ¿Cómo recuerdas tu primer trabajo como guionista?

Mi primer trabajo para la Tv fue la serie «Eva y Adán, agencia matrimonial», que le encargaron a Alonso de Santos, un conocido dramaturgo, muy amigo mío, que me pidió que colaborara con él. También trabajaron en ella Eduardo Ladrón de Guevara y Yolanda García Serrano, ambos guionistas muy conocidos hoy en día. Yo no tenía ningún conocimiento del medio, ya que mi experiencia era teatral. El género, sit com (más o menos) resultaba accesible para un autor teatral. Poco después un humorista amigo, Pedro Reyes, me propuso para escribir los guiones de continuidad de un programa de variedades, «Pero ¿esto qué es?». Eso suspuso una experiencia más complicada y una inmersión más profunda en el medio. Allí conocí a Fernando León, que por entonces era jovencísimo, y escribía sketches para aquel programa.

7. ¿Qué te aporta el teatro que no te proporcionen el cine o la televisión?

Aparte del concepto de autoría, el teatro, que yo considero una faceta más del mismo oficio de dramaturgo, permite por un lado mucha más libertad en cuanto a estructura y lenguaje. En cine y Tv el formato es casi siempre realista: incluso en las tramas más aprentemente fantásticas, el desarrollo es básicamente realista, y la narración casi siempre lineal: es decir, se trata de producir impresión de realidad. El teatro hace tiempo que se libró de esa servidumbre, precisamente porque la aparición de cine y la Tv le ayudaron y obligaron a evolucionar.

Hay mucho teatro realista, desde luego, pero incluso en el teatro más realista es fácil encontrar licencias. En el teatro no hay limitación de espacios, el tiempo se puede tratar de otra manera… y sobre todo, es menos dependiente de la trama. Por lo general, en el teatro moderno la trama es mucho más escueta que en una película o que en una obra antigua: se cuentan pocas cosas, no se acumulan los lances; pero se puede profundizar mucho en el análisis de las situaciones, de las relaciones, de los personajes… y sobre todo, se hace a través de la palabra: los personajes se relacionan básicamente a través del lenguaje; todo lo demás es secundario.

Hay muchas obras que son una sola secuencia, en la que los personajes se limitan a hablar y, sin embargo, son apasionantes. Y además, en el teatro, a diferencia del cine, me apasionan los procesos y trabajos previos que conlleva un estreno. También tiene que ver el hecho de que la consideración que se tiene por el autor en el teatro es muy diferente de la que obtiene el guionista en el cine.

8. El de guionista es un oficio que puede ser muy frustrante. ¿Cómo se sobrevive al desgaste de que muchos proyectos no salgan? ¿Cómo es posible «conservar la llama» encendida muchos años?

En efecto, puede ser muy frustrante, por cuanto se trata de elaborar, dedicándole mucho tiempo y trabajo, un material que en el mismo momento en que sale de tus manos es sometido a relecturas y reinterpretaciones, sobre el que todo el mundo parece tener la capacidad de opinar… y casi siempre, o al menos eso es lo que uno piensa, para estropearlo.

En fin, todos hemos vivido esta sensación. Es la razón por la que muchos guionistas se deciden a dirigir, o al menos desean hacerlo. Para mí es más desgastante esa sensación que el hecho de que los proyectos no salgan, a lo que tú aludes en la pregunta. Con respecto a lo primero, a la impotencia que produce ver cómo tu texto es manipulado y deformado por las diferentes manos por las que pasan, supongo que uno simplemente se acostumbra.

Yo creo que la clave para no quemarse demasiado es ser muy consciente de cuál es tu papel, es decir, proporcionar un material de base para que otros construyan. Si hay suerte, lo que construyen resulta valioso. Para mí, escribir es una finalidad en sí misma, la obra acabada es el guion, y lo que hagan después procuro que no me afecte demasiado.

Por supuesto, es difícil mantener siempre ese blindaje, y en ocasiones se pasa muy mal. Para mí «Lope», por ejemplo, es una experiencia bastante dolorosa, porque es un guion en el que, aunque me llegó de encargo, puse mucha pasión y trabajo, y la película resultante es bastante fría y sin matices, lejos del humor y la calidez que yo le había puesto.

Conservar la «llama encendida»… Parece que hablamos del matrimonio, y no es mala comparación. Se trata de meterse en cada historia perdiendo de vista todo lo demás, como si fuera la primera. Casi siempre, si nos va bien, vamos a trabajar por encargo. Se trata, entonces, de hacer nuestra esa historia, buscar qué elementos de ella resuenan en nuestro interior, y atender a esa vibración. Es muy dificil que ninguna parte de una historia tenga que ver con nosotros, siempre hay algo que nos apela, si sabemos mantener una actitud abierta, sin ponernos estupendos. Para encontrarlo, hay que enfrentarse a ello sin prejuicios y sin prepotencia.
 

9. Me imagino que habrás escrito con muchos guionistas y directores. ¿Recuerdas algún consejo valioso? ¿Puedes mencionar a alguna persona de la que hayas aprendido mucho?

De todos los compañeros de viaje que uno tiene, y en efecto a estas alturas han sido muchos, los que más te marcan son los primeros, los que adoptas como maestros. Entre otras cosas porque tú eres joven y ellos son más maduros y expertos. Yo he tenido la suerte de tener estupendos maestros, generosos y sabios, que me lo enseñaron todo del oficio, ya que en la época en que yo empecé a escribir tanto teatro como guiones (primero Tv y luego cine) no había escuelas, ni se habían editado los manuales que ahora consideramos clásicos, ni siquiera se estudiaba dramaturgia en las escuales de arte dramático… éramos autodidactas la mayoría de nosotros.

Así, me crié a la sombra de autores como Alonso de Santos, Antonio Mercero, y más tarde Joaquín Oristrell… lo que todos ellos tenían en común es, aparte del talento y la generosidad, una enorme capacidad de trabajo. Muy pronto comprendí que esa era la clave. Más tarde, tuve ocasión de trabajar con los que yo llamo los «jóvenes Maestros», compañeros más jóvenes que yo, de los que aprendí mucho: Fernando León, Verónica Fernández, Daniel Sánchez Arevalo, David Planell, entre otros. Quiero creer que también ellos aprendieron de mí.

10. Por último, te pediría un consejo para aquellas personas que desean convertirse en guionistas.

El dramaturgo, y el guionista lo es, es ante todo un observador del ser humano, empezando por sí mismo. Nosotros contamos historias a través de la conducta de los personajes. Por lo tanto, nuestra herramienta de trabajo es la observación, el afecto y la preocupación por los que nos rodean. Escuchar, observar, no juzgar, aprender a establecer relaciones entre momentos y situaciones que aprentemente no lo tienen.

Una obra dramática nace de una pregunta que nos hacemos: «¿Qué pasaría si…» Una historia es una hipótesis. El principal consejo que yo puedo dar a un guionista es que viva, que obtenga sus experiencias de primera mano: que no sea un ratón de videoteca, sino que lea mucho, converse mucho, pasee mucho, escuche mucho y sienta afecto por los seres humanos que le rodean, porque solo desde ahí pueden salir historias con alma.

Espero que tengamos ocasión de hablar de todo esto cuando nos encontremos.

Ignacio del Moral estará en el Club de Guión del Hotel Kafka el próximo 11 de Octubre. Si necesitas más información, puedes solicitarla aquí.