DE FESTIVALES: CORTOS CON E?E Y PREMIO DEL JURADO EN EL BARB?

 

El viernes pasado «Entrevista» ganó el premio del Jurado en el IV Festival de Cortos del Barbú; «Inmóvil», dirigido por Helio Mira, se hizo con el premio del público. Esta es una foto de la primera proyección a la que asistió el genial Luis Callejo, and friends.

Aprovecho para darle las gracias a todo el equipo que hizo este corto del que creo que todos nos sentimos orgullosos. También es estupendo ver que en el circuito hay muchísimo cortos de gran calidad, como por ejemplo, «Akerbeltz, Las brujas y el Inquisidor» de César Urbina, o la trilogía «Cásting», de Jorge Naranjo, que vi en el otro festival al que acudí la semana pasada, «Cortos con Eñe», en el que José Luis Mora y compañía destilan auténtico entusiasmo por el cine. Un lujo estar presente en los dos. Casi me dan ganas de hacerme otro corto… Ja, ja, ja!

Nuestro próximo pase será el jueves 8 de Diciembre en el Festival «Almería en Corto». Para más información, pinchad en el enlace.

LETIZIA NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA

He leído con mucho interés el libro «Las Dudas de Hamlet, Letizia Ortiz y la transformación de la monarquía española», de Miguel Roig, publicado por Ed. Península.

Es un ensayo sobre el significado de la figura de la princesa y del porvenir de la monarquía no tanto a partir de la realidad o del relato oficial que envuelve a la pareja real sino de la identidad de Letizia Ortiz, creada a partir de las múltiples historias, enfoques o «cuentos» que la envuelven. Es también una reflexión sobre el valor de las historias como técnica infalible para vender cualquier cosa, instituciones, personas, coches. Como cuenta el autor de «Storytelling» Christian Salmon en su estupendo prólogo: «La «novela» de Letizia Ortiz no se reduce, por tanto, a un cuento de hadas de una cenicienta ennoblecida por la magia del amor de un príncipe; la experiodista accede ciertamente al estatus de princesa por su matrimonio, pero aportándole una notoriedad adquirida en las pantallas de televisión, hace que la monarquía acceda a la modernidad mediática. Redora el blasón que envejecía. El matrimonio principesco resulta ser una sorprendente operación de rebranding.»

Roig reflexiona sobre esa imagen caleidoscópica de la princesa y la familia Real; el origen a la vez plebeyo pero también mediático tiene el poder de transformar la imagen de la Monarquía, de unir al pueblo con las élites, aunque a ciencia cierta no se sepa si esa potencialidad será ejercida o no. Cuenta que «el perfil de Letizia Ortiz se va articulando sobre los relatos que se acumulan para quedarse de momento en la historia y desde allí prodigarse, en el que cada uno de nosotros podamos construir sobre ella.» Plantea que la princesa es como «el personaje de una novela moderna y lo que más nos interesa de ella es lo que aún no está escrito».

Fantástico libro jalonado de pensamientos brillantes, con múltiples referencias culturales de todo tipo, desde las más clásicas a las más recientes, «Las Dudas de Hamlet» es una extraordinaria indagación sobre la transformación de la monarquía a través del tiempo, la economía y la multiplicidad de puntos de vista del mundo digital, protagonizada por Letizia Ortiz, presentada como un misterioso personaje perdido en su destino a la que el autor supone «en busca de autor».

Aquí podéis leer el primer capítulo.

UNA TARDE EN EL KITCHEN CLUB

Kitchen Club, en la Calle Ballesta, 8.

No todo en la vida va a ser escribir guiones. Como dijo el otro día David Muñoz en la quinta clase de Bloguionistas, todos los que nos dedicamos a esto hemos fantaseado alguna vez con dedicarnos a otra cosa. Confieso que hay dos actividades que me encantan aparte de escribir y una de ellas es cocinar. No parece una fantasía muy viable meterse a cocinera a estas alturas, porque no sé casi nada y creo que la hostelería es igual de sacrificado y probablemente mucho más estresante que mi trabajo actual. Pero encuentro en el hecho de cocinar un contrapunto estupendo al hecho de escribir: lo haces con tus manos, y al contrario que algo que hayas escrito, se puede tocar, oler, comer y con frecuencia la gente se siente mucho más inclinado a agradecerlo y a piropearlo que los guiones.

Por eso me apunté a un curso llamado «Alta Cocina Low Cost» en el Kitchen Club regentado por el chef Andrés Madrigal, y además lo hice en compañía de mi amiga Verónica Fernández, que es una excelente guionista y una reputada cocinera. En el grupo éramos ocho, Andrés nos dijo que hiciéramos dos equipos; cada uno comería lo que hubiera cocinado el otro, aunque los platos eran los mismos. Repartió los alimentos a cada miembro del equipo; ante mí tenía una pesada tabla, un cuchillo enorme y un calabacín.

Entonces averigüé que no se me da muy bien trocear calabacines, y eso que son la piedra angular de mi alimentación. Los miembros de mi equipo (un cocinero, un actor, y un empresario) parecían haber venido al curso con la única intención de humillarme. Sin embargo, cuando sentí la urgencia de trocearlo y de no llamar más aún la atención experimenté una intensa sensación de felicidad que me acompañó el resto de la jornada, en la que, instruidos de forma muy cercana y amable por Madrigal, hicimos tres platos que luego nos comimos. Estaban deliciosos y pasamos un rato estupendo. El espacio, como podéis ver, es magnífico. Si os gusta la cocina y pensáis que os vendría bien desconectar, yo os lo recomiendo totalmente.

Cocinar me gusta porque es una de las pocas destrezas manuales en las que no doy pena, pero sobre todo porque con frecuencia cocinar es una forma de cuidar a los que nos rodean y a nosotros mismos, implica amor por el detalle y el deseo de pasar buenos ratos, de disfrutar de la vida. Y, como dije al principio, ofrece recompensas evidentes y hace que pienses que, de vez en cuando, haces algo bien. Para un escritor, es una actividad complementaria fantástica.

Andrés Madrigal (camisa blanca) y su equipo.

STEVE JOBS, 1955-2011

Michael Jackson y Steve Jobs deben estar haciendo algo realmente gordo ahí arriba.

Creo que a su manera, los dos eran grandes «entertainers».

Sé que hay mucha gente que detesta a Jobs y a Apple, pero a mí me da igual. Yo soy una admiradora convencida y desde hace muchos años. Incluso desde la época en la que realmente no era demasiado práctico tener un mac en vez de un Pc. Mi padre me regaló este ordenador (bueno, uno como éste) con 17 años y en esa máquina escribí mis primeros textos profesionales, también los de la escuela de cine.

En ese primer mac también pasé horas en el messenger (qué vintage), escribí emails trascendentales (para mí lo eran) y sobre todo, me conectaba a Internet a través del router telefónico que parecía emitir una ruta misteriosa de contraseñas guturales, distinta cada vez, un proceso que a veces fallaba, como si fuera el lanzamiento de un cohete especial. Casi quince años después, estar conectado es algo tan natural como respirar.

Con Steve Wozniak, cofundador de Apple.

A ese mac le han seguido varios. Unos han durado mucho tiempo, otros menos. Mi madre ha heredado uno que milagrosamente aún dura. Tengo un Ipod, tengo un Iphone y me regalaron un Ipad. En casa tengo dos ordenadores Mac. Supongo que ese inventario me convierte en una adicta, pero para un guionista un ordenador es un objeto con el que establecemos una relación muy íntima y más vale que te guste, si tienes que llevártelo a casa, llevártelo de viaje, vivir momentos de triunfo y otros de derrota.

Lo mejor que ha hecho Apple por mí es poder incorporar la belleza a mi vida diaria.

Y creo que eso no es algo superficial. De una forma o de otra, nos pasamos la vida persiguiéndola y a mí por ejemplo me disgusta bastante el Pc de la oficina. Porque es viejo, funciona mal, es feo, el ventilador no cesa nunca, sólo permite mantener dos ventanas abiertas en el navegador y se cuelga varias veces al día. Con esto no quiero decir que el sistema sea malo, ni que un PC moderno y bueno no pueda ser estupendo. Pero si puedo comprarme un mac, lo siento, no me lo voy a llevar a casa.

«Ese es uno de mis mantras: concreción y simplicidad. Lo simple puede ser más complejo: tienes que trabajar muy duro para depurar tu pensamiento y hacerlo simple. Pero merece la pena, porque una vez lo consigues, puedes mover montañas», dijo.

Aparte de lo que Apple ha hecho por mí (y pensándolo bien, lo que yo he hecho por la marca), Jobs también dio vida a Pixar, comprándosela a George Lucas cuando no era nada. Invirtió mucho en ella hasta convertirla en lo que es ahora.  Además, creo que Jobs era un magnífico orador, una persona capaz de inspirar y motivar a millones. Esta es una época cínica en la que se reverencia una forma de fama estúpida y pasajera. Evidentemente, Jobs es un icono del consumo pero también de la belleza y la innovación. Ya había visto su discurso de Stanford, pero me parece magnífico.

Decía cosas como éstas:

«No puedes conectar los puntos mirando hacia delante; sólo puedes hacerlo mirando hacia el pasado. Así que tienes que confiar en que los puntos, de algún modo, conectarán en el futuro. Tienes que confiar en algo- tus instintos, la vida, el karma, lo que sea. Este enfoque jamás me ha fallado y ha marcado una diferencia fundamental en mi vida.»

Este es el vídeo, que supongo que ya habréis visto, si no es así, lo recomiendo.

Requiere mucha valentía vivir obedeciendo a tu voz interior, y supongo que hacerlo sin cierta dosis de talento o de confianza ciega en uno mismo, o ambas cosas a la vez, es una temeridad. Pero es admirable que alguien pase en la tierra 56 años y haya cambiado e inspirado las vidas de tantas personas.

DE FESTIVALES: ASTORGA Y MADRID PNR

Este fin de semana he estado en dos estupendos festivales de cortos: el de Astorga, donde el jurado nos concedió un premio especial patrocinado por la cámara de comercio, y el Festival de la Plataforma de Nuevos Realizadores en Madrid, donde presenté  «Entrevista», y encima vinieron Alba y Luis y un montón de amigos que no lo habían visto aún.

Alba Alonso.

En Astorga ya había recogido un premio para el guión de «La Aventura de Rosa» hace tres años. En aquella ocasión conocí a Isabel de Ocampo y a Vicente Villanueva, y tres años después los dos han estrenado su primera peli con muchísimo éxito (Villanueva con «Lo Contrario al Amor») o están a punto de estrenarla (Isabel está en plena postproducción de «Evelyn», creo.) Eso, por si hubiera alguna duda de que los cortometrajes son la cantera necesaria, la promesa continua del cine español.

En esta edición han compartido el primer premio Victor Carrey y Arturo Ruiz Serrano con «La Huída» y «La última secuencia» respectivamente; ojalá su porvenir sea tan brillante como el de sus antecesores, los galardonados de 2008. No pude ver sus cortos porque fui solo a la clausura, y es un poco raro tanta enhorabuena y tanto brindis sin haber visto el trabajo de los demás.

Aparte de eso, y como casi siempre, lo más interesante de los festivales no son las películas, sino las personas. Tuve la suerte de escuchar a Javier Fesser (que recibió el galardón honorífico) hablar de su trayectoria y de la novela que acaba de publicar, escrita con Claro García, «Los días de colores. Más allá de la película Camino», que supone una profundización en el universo y en los personajes reles que inspiraron el film. A Fesser pude darle las gracias por «El Secdleto de la Tlompeta», en mi opinión uno de los mejores cortos del cine español.

Además estuve un rato charlando con Emiliano Allende, el director del Festival de Medina del Campo. Los que conocen a Emiliano saben que es un hombre estupendo, con una conversación deslumbrante, y que gracias a su trabajo en el festival ha impulsado la carrera de innumerables directores españoles. David Pinillos, que triunfó el año pasado con Bon Appetit, hizo su primer corto gracias a su festival. En otra liga bien distinta, mi primer corto también nació al amparo del premio de Proyectos del festival, que ahora prepara su próxima edición. Aparte de cinéfilo, Emiliano es un gran melómano, un hombre amabilísimo, culto y cariñoso, pero sobre todo es un gran contador de historias y yo le aprecio un montón; en tiempos tan cínicos como éstos siempre es maravilloso encontrar a un entusiasta del ser humano como él.

De vuelta en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, «Entrevista» formó parte de un pase de cortos estupendo, con títulos que me gustaron un montón, como «Aunque todo vaya mal», un musical muy divertido de la actriz Cristina Alcázar y «El Premio», de Elías León Siminiani, que me pareció brillante.

Los festivales de cortos suelen ser excusas estupendas para conocer gente afín, para vivir anécdotas surrealistas y para degustar productos y caldos de los pueblos de España, y para recordar que participar en el cine es un enorme privilegio.

Apuntes de verano

Alba Alonso en el estreno de "Entrevista" en Madrid.

El estreno madrileño de «Entrevista» fue genial. Gracias a Córtate por la muestra, y sobre todo a los amigos y a la gente del equipo que estuvo conmigo, y también a los que no conocía de nada y aplaudieron el corto y el trabajo de todos. Fue una gran noche, uno de esos raros momentos en los que las piezas comienzan a encajar.

Afortunadamente, la sensación pasa rápido (modo ironía on.) Y vuelve la zozobra, la lucha, la incertidumbre. Y es que eso es este trabajo. Una sucesión de intentos, casi siempre fallidos, por conseguir algo. Quizá lo mismo que perseguimos todos, en todos los trabajos, en todas las situaciones: aceptación, reconocimiento, un modo de vida, algo de sentido.

El mes de Julio casi ha acabado y no puedo evitar hacer balance de esta temporada 10-11. Ha sido un año muy intenso para mí, ha habido casi de todo, estoy muy contenta por varias razones, aunque he de admitir que me siento exhausta, más emocional que físicamente, y que probablemente será cosa del verano y de la cercanía de las vacaciones, pero ahora mismo valoro más un buen libro o una cena en buena compañía que la posibilidad de rodar otro corto o pensar en una nueva serie. Espero que en septiembre tenga más energía.

Masai Mara.

Este año he dirigido y escrito «Entrevista», con unos actores excepcionales y un equipo maravilloso al que siempre estaré agradecida. También me he implicado mucho en una serie que si todo va bien saldrá adelante en los siguientes meses. Además, he seguido con mis clases en el Hotel Kafka y he escrito mi segundo guión en inglés. Por otro lado, ha habido otros proyectos que se han quedado en nada, ideas que se han ido por el desagüe, decepciones y enfados variados, pero nada que no haya tenido un ángulo que me sirva para mejorar. Por supuesto, he cometido errores, y espero haber aprendido de ellos.

Myanmar.

Mi S.O. se queja de que soy una vaga porque me gusta mucho escribir en el sofá, pero creo que esta temporada me he esforzado bastante, y he hecho realidad el principio de Peter: «Todo el mundo asciende en las organizaciones hasta alcanzar su nivel de incompetencia.» No sé si lo he alcanzado, seguramente, pero sigo intentándolo.

Phuket, Tailandia.

También ha sido una temporada en la que hecho nuevos amigos, he tenido la suerte de conservar a los que ya tenía, he visto buenas series, he leído algunos libros, pero sobre todo y como decía anteriormente he llegado a valorar la tranquilidad y la armonía. Dedicarse a un trabajo vocacional es algo estupendo, pero lo más importante es vivir.

Confío en que cuando me vaya de vacaciones esta solemnidad me abandone y que regresen las ganas de meterme en nuevos fregaos, y que todos tengáis posibilidad de descansar y pasar buenos ratos.

Gracias por estar ahí y feliz verano.

(Las fotos son de sitios relajantes a los que no iré de vacaciones pero me hubiera gustado.)

La Gran Barrera de Coral, Australia.